Posó sus labios en los míos besándome lenta y dulcemente, pero para mí fue como si hubiera apartado el candado que acorazaba mi integridad.
―No haga eso, se lo ruego.
― ¿Hacer qué? ― Dijo lo más quedito que pudo sin dejar de ver mis labios temblorosos.
Hiperventilaba sin poder mencionar ni una sola palabra.
―Mi amado Matt, si usted tiene esa fortaleza para no sentir más, enséñeme cómo lo hace, yo estoy que reviento si se niega una vez más.
Un calor abrazador me envolvía desde el centro de mi espíritu, mientras luchaba por no cometer una locura en ese lugar.
―Evolett…
Fue todo lo que pude decir antes de que me besara tan exquisitamente y mordiera mis labios. Sin duda mis manos anhelaban recorrer su piel, y mis fuerzas no eran ya suficientes, nuestra irresistible química nos impulsaba
