Dominic no dijo nada frente a la burla de los demás hombres lobos, porque al final, él sabía que solo se trataba de eso; era una simple broma de la que nada más no tendría era que hacerle caso.
Lo único que Dominic hizo fue mirar a sus compañeros con una mirada bastante sería para que ellos dejaran de decir estupideces porque él no quería que Sara fuera a sentirse peor de lo que ya se encontraba por culpa de las burlas de sus compañeros.
Aunque la verdad era que a Dominic, en el fondo, sin tener que decírselo a nadie, a él le dolía mucho la situación Sara, él sabía que este no era el momento adecuado, peor en cualquier ocasión, él debía de conversar con ella y deberían aclarar todo esto para que no siga habiendo malos entendidos entre ellos, puesto que Dominic solo quería a Sara como a una gran amiga, y él no quería que ella tuviera que sufrir por un amor no correspondido de su parte para cuando, es posible que, ella pueda llegar a encontrar el amor en alguien más dentro de la manada.
Dominic había permanecido de pie en todo ese tiempo, pues Sara se marchó de la mesa a su habitación justo cuando él quiso sentarse en la única silla que estaba a su lado.
Otro de sus compañeros de la manada, le entregó en sus manos a Dominic, la copa de whisky ya servida con un par de cubitos de hielo, Dominic ha recibido la copa, y mientras que permaneció en silencio, él le ha dado un pequeño a sorbo a su whisky, sintiendo como el sabor amargo y seco del licor le iba recorriendo cada extremo de su garganta.
Momento después, la mansión se llenó de risas y de charlas entre los hombres lobos sentados en el comedor, seguían bebiendo y jugando, dominó entre todos, y, sin embargo, Dominic no logró concentrarse del todo, fue tanta su distracción que después de dos partidas de dominó, Dominic decidió retirarse del juego, para simplemente, quedarse allí sentado en su lugar, bebiendo y bebiendo whisky hasta que se terminara lo que quedaba dentro de la noche, y finalmente, llegara la hora de irse a dormir.
La cabeza de Dominic le daba muchas vueltas, él no tenía cabeza para nada de lo que ocurría a su alrededor, que parecía ser divertido para los demás; él permanecía serio, con la mirada perdida a la nada, y por suerte, su cuerpo era lo único que estaba consiguiendo reaccionar por su propia cuenta.
Para él, la idea de ser padre de un posible y sencillo humano que era de su sangre era una idea tan abrumadora que, de hecho, hasta le estaba preocupando cuál sería la reacción de sus compañeros de manada en el día en que se den cuenta de que él ha engendrado un hijo humano y no un hijo híbrido de hombre lobo como debería de ser en ese momento.
Después de un par de partidas de dominó en las que él no jugó más, y luego de un par de copas más de Whisky, Dominic ha decidido irse a descansar, su cuerpo ya no podía más, puesto que sin saber por qué, Dominic se sentía devastado, se sentía agotado, como si hubiera sido un largo día de lucha contra los enemigos y él haya agotado todas sus energías para haber terminado por derrotarlos.
Dominic decidió ponerse de pie, se despidió de su manada deseándoles las buenas noches, y se dirigió a su habitación.
El pasillo estaba silencioso porque en el segundo piso de la mansión, que era el lugar donde estaban ubicadas las habitaciones, allí no había nadie, salvo por él y por Sara quien, seguramente, estaba refugiada en el interior de su habitación, quién sabe si sumergida en cada una de las páginas de sus libros, o si bien estaba solamente usando la computadora para escuchar música y distraerse de haber tenido que escuchar las burlas de los demás.
Dominic quiso encerrarse en su habitación, cerrando la puerta bajo llave para tener privacidad, pero había algo en su cabeza que no le iba a dejar hacerlo, entonces, él decidió hacer lo que creyó que debía de haber hecho, y se acercó hasta la habitación de Sara.
Esperó por unos minutos, pero Sara no quiso responder, parece que no ha escuchado que él estaba ahí afuera llamándola a su puerta para querer hablar con ella, parece que ella se ha hecho la sorda porque pasaron hasta diez minutos y Sara no salió a recibir a Dominic, por tanto, Dominic ha decidido no rogarle, dejaría que pasara la noche, y ya en cualquier momento, ella dejaría que ambos hablaran acerca de lo que ha sucedido.
Entonces, Dominic se ha dado la vuelta, dispuesto a querer regresar por su camino, pero fue allí, cuando Sara ha abierto la puerta de su habitación, ella tenía los audífonos de cable colgados alrededor de su cuello, lucía una pijama tan prometedora que cuando ella llamó a Dominic para avisarle que allí estaba, él se volteó a mirarla, y no pudo evitar no querer mirarla con ojos excitantes, pues todo era culpa de ella que quería provocarlo; usando una lencería negra en la que nada más un pedazo de tela le cubría los pechos, que aunque no eran demasiado grandes, de todas maneras, se veían muy sensuales y provocativos.
Dominic tragó saliva, manteniendo la calma en medio de su pantalón, manteniendo su compostura y decidió ir directo al grano.
— Sara, tenemos que hablar, ya me he dado cuenta de lo que sientes por mí — comenzó Dominic.
Sara puso los ojos en blanco, y bufó como si aquello que le decía Dominic no fuera a ser algo nuevo para ella.
— Te habías demorado en descubrirlo, Dominic Sinclair — dijo Sara, son seriedad, mirando a Dominic con seriedad como si ella no quisiera hablar con él.
— Sí, lo lamento, pero ya sabes que soy de esa clase de hombres que no se da cuenta de cuando una chica tiene sentimientos encontrados con él, y precisamente, de eso quería hablarte, pues tenemos que resolver esta situación, tu bien sabes que yo nada más te quiero como a una amiga, eres una amiga muy especial, y no quiero que esta confusión de sentimientos vaya a arruinar nuestra relación, ¿Entiendes a lo que me refiero, verdad? —dijo él, intentando mantener la compostura necesaria para que Sara comprendiera que él estaba hablando muy seriamente.
Sara le mira, y asiente la cabeza.
— Sí, lo comprendo, no te preocupes, no confundiré las cosas, seguiremos siendo los mismos amigos de antes, nada afectará nuestra relación, ¿Te parece? — contestó Sara.
Dominico asintió y le dedico una sonrisa delicada a Sara.
— Gracias, de verdad — dijo él.