Me dejo caer en la cama, atónita y con el pulso acelerado a tal punto de no poder creerlo. La esperanza llena mi pecho y lo único en lo que puedo pensar es que Damon me llama, pero estoy tan shockeada que mi cuerpo sigue sin reaccionar.
Por un instante, algo dentro de mí me dice que no atienda, tal y como él lo hizo con mis llamados, pero otra parte aún más grande me dice que aproveche la oportunidad e intente arreglar las cosas con mi novio, si es que todavía sigue considerándonos así.
Me debato internamente si atender o dejar que siga sonando, pero luego recuerdo todo lo que sufrí en estos días sin su compañía y decido descolgar.
Al instante, el sonido fuerte de una canción de rock se escucha con claridad y los deseos de colgar comienzan a aparecer al notar que, si sigue así de fuerte, terminaré sin tímpanos. Alejo un poco el celular de mi oído y llamo el nombre de Damon una y otra vez hasta que por fin decide hacer un pequeño ruido antes de decir algo.
—Nat… —Es apenas un susurro, pero el escuchar su ronca y hermosa voz hace que casi me eche a llorar como una niña pequeña. El alivio me invade y no puedo creer que me llame.
—Damon…
Nos quedamos callados, sin saber qué decirle al otro. Quiero abrirle mi corazón, pero no puedo, porque los nervios me invaden. Quiero que primero vea mi carta y entienda por lo que estoy pasando para luego sí abrirle en persona todo lo que mi corazón siente.
—Nathalie…
—Damon, ¿estás ebrio? —pregunto atónita, sintiendo que todo mi interior se destroza por primera vez. Nunca se emborrachó frente a mí ni tampoco me habló de esta forma.
Se ríe a medias, una risa como la que siempre me gusta escuchar, solo que esta es de un Damon borracho.
—No… bueno, sholo un poco —admite, sin una pizca de arrepentimiento.
—¿Solo un poco? Damon, balbuceas.
—No me retes, Nathalie. No eresh mi madrrrrre.
—No, no lo soy —concuerdo.
—Menos mal, porque me gustas mucho como para conshiderarte mi madre —dice arrastrando cada una de las palabras, mientras suspira y suelta otra risa, por la razón que sea.
Tengo que admitirlo, escuchar a Damon ebrio es divertido, pero aun así no pienso que esté bien. Deseo hablar con él cuando esté puramente sobrio y no sedado por el alcohol.
—¿Por qué bebiste, Damon? —pregunto con cautela. No me gustaría arruinar su buen humor y convertirlo en el mismo agrio y enojón Damon de siempre. Me gusta que suene así de despreocupado al hablar por teléfono conmigo.
Tengo intriga, sí, mucha para decir verdad. ¿Por qué comenzó a beber? Nunca, desde que estoy con él, tocó una botella de alcohol. Mucho menos se emborrachó en mi presencia. ¿Ya lo hizo antes? Supongo que sí. Todo adolescente se emborracha, pero Damon se toma en serio su carrera de boxeador y es por eso que no anda por ahí de fiesta en fiesta bebiendo hasta quedar inconsciente.
—Yo… the extraño. —Suelto un suspiro al escucharlo decir aquello. Temía que no me quisiera hablar de nuevo y que me diga que me extraña llena ese vacío que en un principio se creó en mi pecho.
—Yo también. Ahora, respóndeme.
Hace una pausa y no sé si se quedó dormido o si piensa en alguna excusa para darme, hasta que unos segundos después, escucho que la música baja su intensidad hasta quedar como un sonido de fondo.
—No puedo estar sin ti, Nathalie. ¿Por qué meh dejaste? No quería que te fueras y no me prestaste atención… Te necesito.
Se me rompe el corazón al escuchar cómo poco a poco su voz se va apagando hasta quedar en silencio absoluto. No lo dice con reproche ni con furia, solo con tristeza y angustia.
—Damon, te lo dije, estoy aquí por mi padre…
—Mi madre me dejó, Nathalie. No quiero que me dejesh tú también. Te necesito —suplica con la voz ahogada.
Entonces, escucho algo que tan solo lo pude escuchar una vez en la vida, cuando me contó un poco sobre su pasado. Está llorando; solloza por mi culpa. Piensa que lo voy a dejar, no del mismo modo que lo hizo su madre, pero que voy a desaparecer de su vida. De su mundo.
—No podría soportar que me apartes de ti, Nat. Por favor, no me dejes. Mi corazón comienza a partirse en pedazos lenta y dolorosamente,
mientras lo escucho casi agonizar en la otra línea.
—Damon, no te dejaré. Lo prometo.
—No te puedes alejar, Nathalie, ni siquiera si me pides espacio. No puedo estar sin ti. Me destroza no dormir contigo… —Se atraganta y es allí cuando me doy cuenta de que también estoy llorando junto a él.
Me llevo la mano a la boca para callar mis entrecortadas respiraciones y los pequeños sollozos que salen al compás de los suyos. Nunca podría alejarme de él. No puedo hacerlo por voluntad propia. No hay parte en mi cuerpo que desee que me aparte de su lado. Me tiene atada, encadenada a su cuerpo y alma, como un lazo invisible que nos mantiene unidos. Un lazo tan poderoso que es imposible de romper. La distancia que ahora nos separa no es impedimento para que siga sintiendo lo mismo por él. Nada puede hacerme cambiar de opinión.
Necesito tener mi postura de antes, sentirme segura de que lo nuestro no se está rompiendo, porque no es así. Tengo que hacerlo entrar en razón, por más que esté bastante borracho, y decir todo lo que él y yo queremos escuchar para darnos cuenta de que es verdad.
—Damon, por favor, deja de pensar que no me tienes más, que no te pertenezco, porque sabes perfectamente que estoy anclada a ti, que soy tuya al igual que tú eres mío. Solo… espera un par de días o semanas para poder estar con mi padre en su recuperación y luego todo volverá a ser como antes. Estaré a tu lado, dormiré abrazada a ti y podrás tenerme junto a ti todo el tiempo que sea necesario para que vuelvas a tener la certeza de que te quiero, que no me alejaré así sin más, sin dar explicación alguna.
Escucho que suelta un suspiro tembloroso y rezo para que entienda mis palabras entre toda esa neblina de alcohol que tiene a su alrededor.
—Te necesito.
—Lo sé, Damon, yo también.
—No podreh estar sin ti mucho tiempo.
—Tendrás que aguantar un poco, tal y como yo pretendo hacer. No será fácil.
—Me gustas mucho.
—Tú a mí también, Damon.
—Quiero tocarte, saborearte y besarte de una manera taaaann mala.
Algo dentro de mí se agita ante las palabras que salen de su boca. No de una forma mala, sino una ardiente y excitada. Desde nuestra primera vez juntos, las palabras de Damon para mí comenzaron a tener doble sentido. No podía —todavía no puedo— evitar pensar en cosas sucias con las que experimentar con él. No sé qué me sucede, no sé en lo que me convirtió, pero deseo tenerlo cada segundo a mi lado. Me tiene hechizada desde que nos peleamos mi primer día de clases.
—Menos mal que piensas lo mismo que yo. Pretendo tenerte todo para mí cuando regreses a casa. —«Casa», esa palabra es correcta para mi oración. Él es mi casa, todo sitio en el que esté con él es mi hogar. No siento que este lugar, mi antigua casa, sea mi hogar. Dejó de serlo hace mucho tiempo, cuando las personas más importantes para mí se alejaron y desaparecieron, con el agregado de que este es el lugar donde todas mis pesadillas se encuentran y me recuerdan mi pasado.
—Ya estoy deseando día ese. —Se ríe, tan ebria como suena su voz—. Ups… creo que meeee equivoqué. Ya estoy des…eando ese día. —Vuelve a reír y sin poder evitarlo, suelto una risa también. Nunca lo vi tomarse el pedo de su vida, pero ahora sé que es muy gracioso escucharlo alargar las palabras y oírlo saborear cada letra, mientras intenta hablar lo más normal posible. Trato de no pensar en que ahora sí le hace mucho más efecto el alcohol a su sistema; sin embargo, sigo sin saber dónde se encuentra. El sonido de fondo se escucha bastante y puedo deducir que está en un lugar cerrado por la forma en que retumba la música. Espero que esté acompañado de alguien o que sea un sitio donde no corra peligro. Damon puede ser una bestia al pelear, pero nunca se sabe si podrá golpear como siempre lo hace ahora que está borracho. Eso me preocupa aún más.
—Damon, ¿dónde estás? ¿Quién está contigo?
—Etoy en…—Hace una pausa y me lo imagino viendo a su alrededor. En ese momento me doy cuenta de que no está en su departamento, no solo por el hecho de que en su casa la música nunca se pone a ese volumen y segundo, porque esta resuena con intensidad, por lo que es un lugar pequeño, mucho más que su habitación. —Ni idea. Veo muchas luces, Nathalie. Y hay mucho ruido, no sé de qué es, pero no lo soporto. Afuera se ve to… do borroso. Es de noche y…
—Damon, dime concretamente dónde estás, si es que puedes hacerlo mejor —suplico. Con la descripción que me da no puedo hacer nada. Podría ser cualquier lugar, un bar, una discoteca… no lo sé. Puede estar en cualquier parte.
—Yo… creo que estoy en un auto…
—¿En el tuyo o el de otra persona? —Tengo que saberlo. No es que desconfíe de él, pero uno, al estar borracho, puede hacer cualquier tontería. Puede que lo hayan seducido y lo hayan llevado a un auto para hacer guarradas con su cuerpo ebrio. Pero si fuera así y me quisiera engañar —algo que creo que nunca pasaría—, ¿por qué me llamaría? ¿No se supone que tendría que pensar en otra persona si quiere engañarme? Tendría que está ocupado y no me hubiera llamado.
Bien, creo que necesito sacarme eso de la cabeza. Es absurdo. Nunca me engañaría. Las posibilidades de que eso suceda son escasas, casi inexistentes. Nunca dio señales de querer estar con otra persona, nunca —mientras estuvo conmigo— lo vi con una mujer que no fueran sus hermanas y yo, o también las hermanas de Christian. Todo lo que Damon hizo a lo largo de nuestra relación reforzó mi confianza en él. No intentó ponerme celosa con ninguna mujer, si mal no recuerdo, nunca me hizo dudar de si me engañaba o no. Siempre noté que hacía lo posible por quedarse a mi lado, aunque sea tocarme o abrazarme para callar su ansiedad. Eso es lo que me hace amarlo; logró que las paredes que construí y reforcé con los años se rompieran poco a poco con sus actos.
—En el… ¿mío? Creo que sí, es igual, solo que en frente hay alguien igualito a mí… —Suelta una carcajada—. Oh, espera… ese soy yo en un pequeño espejo. ¿Quién diría que soy tan herrrrrmoso? Porque lo soy. ¿No estás de acuerdo, Nathalie? —No sé si se ve en los espejos retrovisores o en el que está entre medio de los dos asientos delanteros.
—Lo eres, Damon. Todo un dios griego —concuerdo divertida. Todo el sueño que hace unos minutos tenía dada la hora, se esfuma mientras la conversación sigue. Escucharlo decir incoherencias y cambiar de tema de un minuto para el otro es algo que no se ve todos los días, mucho menos en el perfecto y espectacular Damon.
—Qué bueno que te parezca así, porque es lo único bueno que tengo. Mi cuerpo y cara —dice con un tono triste que me destruye. Triste y borracho, una mala combinación si no quiero deprimirme. ¿Por qué pienso eso de él? Cada vez que puede me intenta convencer de que no es bueno para mí, de que me hará daño en algún momento. Lo niego, ¿cómo no hacerlo si lo único que puede hacer para dañarme es dejándome? Es perfecto, con o sin defectos, con o sin pasado.
—No digas eso, muchachote, eres perfecto por dentro y por fuera.
—Dices eso porque eres mi novia y porque tienes que decirlo sí o sí.
—No es cierto, ¿por qué estaría contigo si no pensara aquello? Es absurdo, Damon. Deja de menospreciarte.
—Nathalie…
—No. No quiero seguir escuchando cómo te echas bronca a ti mismo. Creo que te tendría que bastar y sobrar mi opinión sobre ti si soy tu novia.
—Y me basta. Pero…
—Ningún pero, Damon. Déjalo. —Suelta un suspiro y escucho que gruñe con irritación y molestia.
—La música me está dejando sordo.
—Entonces apágala, muchachote —digo más calmada. Me irrita que piense así; lo primero que haré cuando lo vea en persona es hacerlo entrar en razón. Odio que piense así de sí mismo, pero no puedo ayudarlo a recapacitar cuando está así. Con un suspiro, escucho su respuesta.
—¿Dónde está? No puedo apagarla, no sé de dónde proviene. —Me sorprende que haya podido encontrar mi nombre entre los contactos de su celular y que le resulte difícil apagar el estéreo del auto.
—Fíjate junto al volante. Es una especie de… pequeña rueda, gírala para bajarle el volumen o aprieta el botón de apagado —murmuro despacio y puedo escuchar alguno de sus movimientos torpes.
Me lo imagino recostado en los asientos traseros, sus piernas elevadas y doblegadas, mientras su cabeza se apoya en la ventana. Me gusta tener la imagen de él tan relajado, pero la verdad es que no sé cómo se encuentra en realidad. La música comienza a sonar más fuerte y, en todo ese minuto donde gruñe más de una vez, mi humor crece y llego hasta a reírme por lo gracioso que es esto. Luego de unos segundos, ya no se escucha nada más, aparte del suspiro de gratitud de Damon.
—Gracias por eso. Me eshtaba talhadrando la cabeza… —susurra con agotamiento, algo que hace que me comiencen a pesar los párpados, pero me niego a dormir. Es mi oportunidad para hablar con Damon, por más de que no sea algo importante, ya que no está en condiciones para mantener una conversación seria.
—Damon, ¿por qué bebiste y por qué estás solo en tu auto con alcohol en la sangre? —O eso espero, que sea su auto.
—Beber me relaja, lo malo esh que no me hace olvidar todo lo que siento por ti. Sobre la segunda pregunta… ¿puedes depetidla? No le recuerdo. —De suerte logro entender el «repetirla» y «la». Con cada minuto que pasa, su lengua parece más pesada, o eso es lo que me hace parecer su tono de voz y la forma con la que habla.
—Te pregunté por qué estás solo en tu auto y con alcohol en la sangre, Damon.
—Oh… —Se queda mudo y temo que se haya quedado dormido allí mismo sin ninguna protección. Espero que si es así, le haya puesto el seguro a la puerta para que nadie pueda entrar y hacerle daño solo por el auto—. Te tengo que dejar, Nathalie.
—No, Damon, dime por qué estás solo y bebido en un vehículo. Por favor.
—Yo… lo siento. —El enojo comienza a bullir en mi pecho, mientras escucho a mi novio balbucear cosas sin sentido. Quiere evitar ese tema, no sé cómo ni por qué lo hace. No me gusta que no me cuente las cosas que piensa o lo que hace. Se supone que estamos en una relación; por más que ahora tengamos unos pequeños problemas, seguimos estando en una. Bueno, eso es lo que espero, ya que yo lo considero así.
—Respóndeme con la verdad, Damon. ¿Por qué intentas evadir el tema? —admito que aprovecho su estado de ebriedad para sacarle información. No sé si insisto y le pregunto varias veces las cosas, conseguiré mi objetivo, pero al menos tengo que intentarlo.
—Lo shiento.
Luego corta la llamada, lo que hace que casi me dé un ataque de llanto en mi oscura y solitaria habitación. Pensé que con esta llamada arreglaríamos algo, pero lo arruinó al estar borracho en un principio. Quise tanto que me llamase que al principio no me importó que estuviese tomado, pero luego comprendí que era inútil hablar de algo importante de nuestra relación con un Damon que de seguro al otro día no recordaría nada. No es que no estuviese feliz de su llamado, estoy más que emocionada por saber que llamó, pero preferiría no escucharlo así cuando estamos en medio de un conflicto en nuestra relación. Quiero tenerlo sobrio, escuchar su voz ronca y ruda, sus gruñidos molestos que dan a saber su estado de ánimo, y sentir su tacto, su piel, sus labios sobre los míos. Me tiene desesperada y van dos días que estamos separados. ¿Qué me hizo? No entiendo cómo una persona puede cambiarme así. Antes no necesitaba a nadie, prefería estar sola o con mi familia en vez de desconocidos. Pero cuando llegó, cambió mi mundo, lo dio vuelta y lo hizo girar a su alrededor, de modo que lo más importante fuera… Damon. Que nada más importe.
Dejo de lado el deseo de llamarlo de vuelta y volverle a preguntar mis dudas, y devuelvo mi teléfono a mi mesa de noche. De repente, me doy cuenta de que ni Chris ni Carter saben que me fui de Filadelfia. Tengo que decirles antes de que se enteren por otra persona. No me gustaría que se enojen conmigo por haberme olvidado de ellos, de decirles que por un tiempo no voy a volver hasta ver a mi padre recuperarse. También me hago la idea de hablar con Rick. Tengo que preguntarle por qué deja que Damon tome; se supone que con la competencia que se aproxima tendría que poner toda su concentración y esfuerzo, en vez de tomar y emborracharse por ahí sin pudor hasta la inconsciencia. Necesito que lo tenga cuerdo y concentrado; quiero al mismo Damon, no quiero a uno bebido. Necesito que pueda hablar y solucionar todo conmigo cuerdo.
Teniendo planes para el día de hoy, ya que es de madrugada, me recuesto sobre mi cama y el cansancio con el que me levanté para atender el teléfono vuelve con rapidez. No lo ignoro, lo tomo con gusto y me dejo absorber por el sueño, para intentar soñar con unos ojos azules y no con mis oscuras pesadillas.
◉⦿ ⦿
Cuando despierto, no es por nada en especial. Nadie vino a despertarme ni tampoco fue mi celular el que lo hizo. Comencé a desperezarme sola hasta por fin tener los ojos bien abiertos.
No sé cómo me siento. No sé en qué pensar. Parece que nada me ocurriera mientras me levanto de la cama y camino hacia el baño. Parezco un cuerpo sin alma, que tan solo es dirigido por un control. No soy la que lo mueve. Tengo la mente en blanco y no entiendo si es por no querer pensar o si es por querer olvidar algunas cosas. Me da igual. Hay algo de paz en mí que me hace no darle tantas vueltas al asunto. Sé que me recuperaré dentro de poco y volveré a ser la Natalie que siempre tiene que pensar en todo, sea bueno o malo.
Hay veces, muchas veces, que deseo que la Natalie controladora y pensativa, que tiene que tener respuestas o teorías para todo, desaparezca, por lo que ahora aprovecho el momento.
Me ducho con lentitud, dejando que el agua relaje mis músculos y caliente mi piel. En el ambiente se siente la pesadez, la humedad de la lluvia y el frío. Por más que el agua esté bastante caliente, mi cuerpo sigue temblando. La habitación y el baño están llenos de aire gélido que no entiendo cómo es que llegó a colarse. Me siento tiritar, pero me da igual. Supongo que con mi estado de ánimo todo me da lo mismo y siento que nada es realmente importante, mucho menos este frío que siento.
Cuando salgo, me coloco lo primero que encuentro en mi armario, algo que hago desde que estoy aquí, y luego realizo con mi pelo una cola de caballo bien alta. Refriego mis ojos para sacar el poco rastro de sueño que me queda y camino hacia la puerta de mi cuarto con la intención de bajar a desayunar, pero el cuerpo corpulento y semidesnudo de mi hermano me lo impide al chocarse con el mío ni bien doy un paso fuera de mi habitación.
Levanto la cabeza y me doy cuenta de que se trata de Sam.
—Hola, hermanita. —Su voz suave y ronca me habla en un susurro. Se nota que está feliz, sea la razón por la que fuera. No entiendo el motivo de su emoción. Nuestro padre está en el hospital y para mí los días son un infierno, mucho más sin la presencia de mi novio. Pero una vez más tengo que recordarme que entre él y Emma no hay conflictos, y siguen tan bien como siempre lo estuvieron.
—Hola —respondo con desgana, mientras lo rodeo y sigo mi camino hacia las escaleras.
—Hey, ¿qué sucede? —Viene detrás de mí.
—No tuve una buena noche que digamos. —Aunque parte de la conversación que tuve con Damon me divirtió bastante—. ¿Y tú por qué estas tan… radiante? —Sus ojos adquieren un familiar brillo cuando hago la pregunta.
—Bueno, me mantuve despierto gracias a una muy desesperada Emma. Me sorprendió bastante que me haya llamado tan tarde, pero no me quejo. Creo que fue la mejor noche que pude haber pasado aquí. Y eso que solo fueron unos pocos días.
—Me alegro mucho, Sam. Espero que en alguna parte del día tu alegría se me pegue. —Él sonríe.
—Yo también lo espero. Ahora vayamos a desayunar.
Tyler se nos une unos minutos después en la cocina, mientras desayunamos. Mi estómago no quiere probar nada de comida por ahora, por lo que solo me limito a tomar la necesaria cafeína de mi preciado café. Ty aparece con el mismo aspecto de Sam, semidesnudo y sin vergüenza de aquello. No sé si tiene o no una buena mañana como la de su gemelo, pero se nota que no llega a estar tan deprimido como lo estoy yo.
—Hoy almorzaremos fuera de la habitación de hospital —avisa Sam. Tyler y yo lo miramos con el ceño fruncido—. No quiero quejas. No podemos estar todo el día y la noche con cara de muertos, mientras nos deprimimos más al ver a papá así. Sabemos que va a recuperarse, por lo que no tenemos que parecer unos muertos vivientes.
—Sam, papá está en coma y, por más que sepamos que estará bien, no es motivo por el que estar tan felices. Puede que algo le pase y quiero estar allí para intentar hacer algo —responde molesto Ty.
—¿Qué puedes hacer, cocinarle un pastel? Por Dios, Tyler, está rodeado de doctores, lo único que haremos en esa situación es molestar con nuestra presencia. Aparte, papá no despertará por ahora, ni en estos días ni en esta semana, eso te lo aseguro, por lo que podemos ir a comer algo por ahí.
Además, no querría que estuviésemos así de deprimidos por su estado, lo sabes.
—No sé, Sam…
—¿Qué dices, Nat? ¿Te apuntas? —Me encojo de hombros. En parte, los dos tienen razón. ¿Qué daño haría salir a un almuerzo? Papá no despertará en esos minutos que no estaremos. Por Dios, hace poco que entró al hospital. No puede despertar así de rápido por más que lo desee con toda mi alma. Supongo que esta salida nos hará bien. Por fin podremos estar tranquilos y podremos hablar como los hermanos tan unidos de antes. Sin embargo, entiendo la preocupación de Ty. Siempre piensa en lo que podría pasar y me encanta eso de él. Pero nos deprimiremos mucho más al estar días y noches en vela por causa de ver a nuestro padre postrado casi sin vida en un estado de inconsciencia frente a nuestras narices.
—Creo que estaría bien tomar un respiro, Ty. Dime, ¿qué podría pasar mientras no estamos? Estarán los médicos. ¡Apenas nos iremos una hora y media, a lo sumo! Por favor, ven con nosotros. Nos hará bien.
Veo que debate internamente si ceder ante nosotros o seguir con su postura de no ir a este almuerzo. La verdad es que lo necesitamos. Pasar un tiempo solos, como hermanos, y hablar de los que nos preocupa.
—Está bien, iremos.
Sam y yo sonreímos de forma leve ante la respuesta de nuestro hermano. Llevo mi taza llena de café hacia mis labios, doy un largo trago y siento que la garganta quema ante el líquido humeante, mientras mis hermanos comen con entusiasmo las tostadas que se prepararon antes de sentarnos todos en la mesa.
Se quedan hablando un rato más, a la vez que terminan sus desayunos. Por mi lado, me limito a ver hacia fuera por la ventana. Como ya había previsto, es un día lluvioso y frío. El cielo gris refleja mi estado de ánimo apagado. Me sirvo otra taza de café y doy un sorbo corto para no quemarme la lengua otra vez.
No deben ser más de las siete de la mañana, por lo que Fernanda se encuentra todavía en la cama. Sus cafés son los mejores, y por un momento deseo que se levante y me haga uno. Recuerdo cuando yo vivía aquí. Todas las mañanas eran un infierno para mí. Apenas podía dormir. El último año y medio fue una odisea para mi mente, mi cuerpo y mi rutina. Cambié, y lo único que hacía que sonriera apenas por un segundo era el café delicioso de Fernanda y sus alegres buenos días pronunciados en un perfecto español. Lo malo de ella es la hija que tiene. No entiendo cómo una mujer alegre, simpática y amable puede tener una hija así. Por favor, uno nunca imaginaría que Marisa es hija de Fernanda.
Termino mi bebida luego de unos cuantos minutos, mientras escucho a mis hermanos hablar de lo quieren comer en nuestro almuerzo. Me da igual, no sé si vaya a tener hambre en todo el día. Dudo de que mi estómago pida que lo alimenten. Ayer pensé que hoy estaría feliz por haber hablado con Damon y, en parte, lo estoy, pero por otro lado, estoy enojada y dolida. Sigo queriendo hablar con Damon, pero esta vez lo quiero sobrio y no diciendo bobadas. Me dejó con la intriga de saber el por qué estaba bebido, solo, en su coche.
Saco todo de mi cabeza, ya que comienzo a notar que vuelvo a ser poco a poco la Natalie pensativa y preguntona, y sigo a mis hermanos por las escaleras, no antes de lavar mi taza de café. Me abrigo con un suéter de lana n***o y un gorro. Uno de los tantos que le saqué a Damon en una ocasión. Aquellos gorros lo hacen ver aún más comestible, mucho más sexi de lo que ya es. Cada vez que se lo digo, intenta no ruborizarse, pero noto ese leve sonrojo en sus mejillas antes de que vuelva a tomar la misma postura arrogante de siempre.
Sonrío ante aquellos recuerdos y bajo de nuevo hacia la sala de estar, donde me encuentro con la sorpresa de que mis hermanos están vestidos y abrigados, para luego salir de la casa en dirección al auto de mi padre y montarnos en él.
Salimos hacia el hospital, por más que sean ya casi las ocho de la mañana y las visitas empiecen a las nueve; de seguro nos dejarán entrar. Ya nos quedamos allí una noche por pura suerte; no me importa cuánto tenga que pelearme con las enfermeras o los doctores para poder entrar, haré todo lo posible.
Supuestamente para mis hermanos, el doctor Staller está interesado en mí por la forma en que me mira, así que podría sacar provecho de eso y convencerlo de que nos deje pasar. No quiero darle esperanzas, ya que no me gustaría que se imagine que le doy carta blanca para invitarme a tomar algo. Mataría al que me hiciera eso. Fingir que me interesa cuando solo lo utilizo.
A la media hora llegamos y rápido todos bajan, excepto yo. Tengo que llamar a Rick antes de deprimirme y convencerme de que luego lo llamaré. Quiero sacarme algunas cosas de encima, porque, si no, sé que me va a hacer mal tener tantas cosas acumuladas dentro de mí.
Mis hermanos se me quedan mirando confusos y les hago una seña con el teléfono para darles a entender que haré una llamada. Asienten y se alejan, pero no llegan a entrar al hospital. Me esperarán hasta que termine la llamada para enfrentarnos solos a la depresión que nos dará el ver a nuestro padre de nuevo en la camilla.
Marco el número de mi antiguo jefe, quien espero que me deje volver a trabajar allí cuando todos los problemas que me rodean se arreglen y se desvanezcan, y espero a que conteste. Ignoro el hecho de que es bastante temprano y me convenzo de que ya está en el gimnasio. Hay muchos madrugadores que deciden comenzar su mañana con un buen entrenamiento, por lo que espero que Rick sea uno de los muchos que abren sus gimnasios a una hora muy temprana.
Luego de escuchar tres tonos, atiende con su demandante y gruesa voz, tan dominante como lo veo ser al enseñar y supervisar. Lo saludo con el mejor ánimo con el que puedo hacerlo y voy directo al grano; no quiero que me haga un lío la cabeza con otras mierdas.
—¿Desde cuándo dejas que Damon tome, Rick?
—¿De qué hablas, Natalie? —pregunta brusco y confundido. Me imagino que no vio a Damon, mucho menos escucharlo hablar como si no tuviese lengua.
—Ayer me llamó muy borracho. Solo… estoy confusa. ¿Antes lo hacía?
¿Lo sigue haciendo? Se supone que tiene una competencia importante, no tiene que ir por ahí emborrachándose.
Escucho que suelta un suspiro y luego maldice entre dientes.
—Dejó de tomar por un tiempo, Nat. Antes… tomaba mucho, mucho más de lo que podrías pensar. Luego… tuve una intensa charla con él y, por suerte, logró superar esos días con el tiempo.
—Entonces… ¿por qué volvió a empezar? —No puedo creer que sea un… exborracho. Nunca me hubiese imaginado a Damon como un borracho. Es un hombre con un exceso de furia contenida y el único lugar en la que lo descarga es en la bolsa, pero nunca me imaginé aquello. No quiero pensar que hay otras cosas que aún no sé y tampoco deseo enterarme de nada de ello ahora.
—Mira, Nat, Damon tuvo un pasado asqueroso, algo que nadie realmente quiere vivir nunca. Sé pocas cosas de él, pero lo que conozco me basta para comenzar a vomitar. Siempre lo dije, nada se resuelve con la bebida, pero no escuchaba y seguía tomando. Quería olvidarse de todo el sufrimiento. Pero no tomaba en su casa; hacía todo, menos beber en su casa. No le importaba dónde tomar; con tal de que no fuera en su propio departamento, para él estaba bien. Tomaba por todo. Su cabeza es un lío; se cuestiona todo lo que hace. Se reprocha todo el tiempo; el enojo es mucho más contra sí mismo que contra otras personas. Se pone furioso consigo.
—Yo…
—Pero no entiende que no fue su culpa. Nunca nada fue su culpa. Hace todo lo posible por proteger a las personas que quiere y se esfuerza para destruirse con tal de conseguirlo. Dime una cosa… ¿no te dijo alguna vez que no era bueno para ti?
—Sí, sí, me lo dijo…
—Pues eso es lo que piensa de sí mismo. No está conforme con él mismo. Solo… intenta protegerse de una manera que no es buena. En este caso, se emborracha. De seguro piensa que con unas horas borracho, olvidándose de todo, no hará daño a nadie, porque no puede ni pensar ni moverse, porque cuanto más piensa, mucho más daño le hace a otro. —Termina de explicar y la respiración se me entrecorta. No tengo palabras para decir lo que siento, lo que pienso acerca de todo esto.
—Por Dios, no puedo creerlo. —Susurro mientras siento que mi mano tiembla. Sé mucho menos del pasado de Damon que Rick, pero por lo que me dice, no es nada lindo. No creo que pueda ser mucho peor de lo que ya es. j***r, su madre se suicidó.
—Nat… hablaré con él. Está así de deprimido desde que apareciste en el gimnasio. Casi destroza el vestuario cuando te fuiste. Estoy seguro de que relaciona tu ida con su pasado. Su madre se fue, no quiere que también te vayas.
No sé cómo es que Rick puede analizar tan bien las situaciones y no volverse loco con Damon y sus cosas. Yo no podría haber entendido todo si no me hubiese hablado sobre algunas cosas. Ahora logro entenderlo un poco más. Antes, cuando ni siquiera estábamos en una relación, se alejaba durante días hasta que por fin volvía disculpándose. Una y otra vez. Ahora entiendo un poco los motivos. Supongo que Damon pensaba que cuanto más estuviese con él y me enterara de algunas cosas, lo dejaría; solo intentaba protegerse a sí mismo al alejarse y no comenzar nada conmigo.
—Tranquila. Estoy seguro de que entiende tus motivos de irte. Pero comprende que nunca se sintió así por una persona. Nunca le interesó nadie más que su familia. Ahora formas parte de su vida —dice, y puedo escuchar a lo lejos el sonido de las máquinas y de las pesas que las personas usan en el gimnasio.
—Está bien, Rick. Gracias por contarme lo que sabes. —Mi voz suena dolida y entrecortada. Siento que voy a llorar en cualquier momento. ¿Es por ello por lo que Damon no quería responderme las últimas preguntas?
¿Porque no sabía qué responder o porque no quería que supiera alguna de sus cosas o motivos?
—No hay de qué. Ahora, Natalie, tengo que volver a mi trabajo —dice, con ese tono de voz que usó la primera vez que fui al gimnasio y lo conocí.
—Muy bien, vete. —Me río, un poco nerviosa y triste—. Muchas gracias y lamento molestarte en horas de trabajo.
—A veces prefiero hablar que entrenar a la gente —carcajea, algo que me sube mucho el ánimo—.Todos aquí son unos prostitutos que piensan que son los mejores, por lo que nunca puedo tener una conversación con alguno sin que se sientan los reyes. Ahora sí, adiós.
Lo saludo de vuelta y corto la llamada antes de apoyar mi cabeza en el respaldo del asiento que tengo delante de mí. Maldita sea… Damon, ¿qué fue lo que te pasó?
Salgo del auto, negándome a pensar más de lo debido en todo esto y dejarme todas las dudas para cuando pueda hablar con Damon. No necesito carcomerme la conciencia con todo esto cuando ya estoy saturada con lo de mi padre. Me da tanta pena saber que Damon se emborrachaba con frecuencia para olvidar su pasado y así también no hacer daño a otras personas si está sobrio.
—¿Todo bien? —pregunta preocupado Tyler cuando camino hacia su lado en la entrada del hospital.
—No del todo. —Eso es lo único que me limito a responder. No puedo ni quiero hablar con nadie. No tengo ánimos y el día tampoco ayuda para subírmelo. Mi ropa apenas está mojada gracias a la pequeña llovizna que me la mojó en el trayecto desde el coche hasta la entrada.
—Bien, si no quieres hablar, no te voy a obligar. Solo tenemos que convencer a los doctores para que nos dejen pasar antes de tiempo a ver a papá —dice ahora Sam—. Oh, espera. No es necesario convencer a los doctores, solo tenemos que convencer al doctor Staller. —Me lanza una mirada llena de inocencia fingida antes de seguir hablando—. ¿Podrías usar tu belleza y convencerlo?
Y allí está; mis hermanos que me piden hacer lo que no quiero, pero lo hago; yo también deseo entrar a ver a papá.
Suspiro y comienzo a caminar hacia el doctor.
Espero que piense que intento coquetearle. Se me da fatal.