Sabotaje.

4254 Words
El viernes en la noche, tres horas después de nuestra confrontación mamá sospechó que algo “grave” pasaba entre nosotras, y aunque varias veces preguntó ninguna de las dos quiso responderle nada. Una vez en mi habitación, después de la cena, al revisar mi teléfono descubrí que tenía ocho mensajes de w******p, de los cuales la mitad eran pertenecientes a un grupo llamado culo's lover's y los otros cuatro de un número que no tenía registrado, mis suposiciones me hicieron creer que se trataba de Zett Morrison(cabe destacar que, desgraciadamente, no era descendiente del legendario cantante de The Doors: Jim Morrison), mi presentimiento falló estrepitosamente una vez que lo agregué a contactos como "X", ya que había olvidado hacerlo la vez que me llamó, y ví su foto de perfil: una perfilada y sensual castaña ojiverde observaba a la pantalla de la cámara que la había fotografiado desafiante, con toda la seguridad de alguien a quien nunca han subestimado por su físico. Una vez que escuché los cuatro audios: amenazas, insultos, groserías y la prohibición de que  le volviera a hablar al “señor famita”(sería bueno apodarlo así de ahora en adelante) le respondí de la manera más amable que pude, diciéndole que yo no tenía ninguna relación afectiva con el sujeto en cuestión y que no sería un impedimento para que ella pudiese finiquitar sus planes; finalmente agregué que no era mi culpa si su inseguridad le hacía verme como un obstáculo por que él me prestaba más atención a mí. Obviamente la respuesta fue una real vomitada de insultos: “eres una mierda, él jamás se fijaría en ti”, “mírate al espejo: basura”, “pareces rata muerta, andrajosa”. Ya sin respeto y en un audio cargado de prepotencia le di a entender que no era mi problema que ella pasará desapercibida y la rata muerta no. Luego la bloqueé. Tenía claro que era un comportamiento tonto e infantil pero me costaba centrarme y no caer en provocaciones, parecía que sí era toda una pelionera.  Nunca fui sensible, pero sus palabras por un instante me parecieron levemente verídicas; yo no era nada físicamente hablando, y en cambio aquella chica a la que había confrontado era hermosa... Mi familia se había encargado de convertirme en una marginada, sentí un dolor agudo en el pecho al recordar como mi madre vanagloriaba a mi hermana mientras que a mí me convertía en la burla de la casa. No: no era una exageración de mi parte, aquellos mensajes miserables me habían llenado de miedo. Tenía el autoestima destruido y no sabía qué hacer al respecto.  Hubo una época, hace la verdad no mucho tiempo en que evitaba de todas las maneras posibles verme al espejo; me sentía avergonzada de lo que era: una chica con muslos gruesos, cara redonda y problemas emocionales... No estaba ni cerca de ser perfecta, realmente no creía que nadie lo fuera (nisiquiera el tal Zett Morrison; su actitud machista apestaba) por lo que no entendía por que en un mundo tan disparejo yo tenía que ser tildada como error. No era que intentará ser diferente ni llamar la atención vistiendo como casi nadie lo hacía y haciendo cosas un tanto distintas a los demás; aquella era mi naturaleza, siempre había sido así... No me adaptaba a la modernidad, tenía un estilo personal eterniza do. Quizás por eso siempre me sintiera como una subnormal, «ojalá supiera como encajar» pensé, triste.  Decidí dejarlo pasar... «Tu cuerpo esta bien. Tu personalidad está bien. Toda tú estás bien» un sollozo salió de lo más profundo de mi ser, mi debilidad estaba allí luchando por reaparecer y yo me desmoronaba por ser frágil nuevamente y no culparme por romperme. Contuve el llanto, no iba a caer: era fuerte y nadie podía derrumbar aquel muro que había hecho para defenderme de la crueldad. *** Nada tan estresante como tener que desayunar con mi hermana de un humor tan terrible; sus gruñidos, sus caras de odio y sus malos gestos me tenían al borde de un colapso nervioso, temí que en cualquier momento ella decidiera tomar su tenedor y ensartarlo en mi ojo. Salió de la casa dando un portazo monumental, me asusté tanto que por poco me caigo de la silla. —¿Qué le pasa a tu hermana?—dijo mamá, empijamada disfrutando de su sábado libre; parecía sumamente extrañada con la actitud de Lina. —Un chico, ya sabes. —Que extaño; no es costumbre que Lils tenga problemas de ese tipo, a ella le suele ir bastante bien en eso. Espero que no sea nada grave, no soporto verla así; es una niña excelente... Ojalá que no se este desperdiciando con ningún idiota. —Deja de halagarla.—mi tono de molestia fue bastante notorio. —Sí eres envidiosa—reclamó mi madre. —No en este momento de la vida—una sonrisa socarrona se estampa en mi rostro. —¿Qué le hiciste?—su accionar se vuelve reaccionario e imprudente; un poco de café(ya frío, por dicha) se derrama sobre mi cabeza cuando ella se acerca molesta. No se disculpa aunque parece levemente consternada. —Nada, mamá... Yo no le hice nada—repito mirándola fijamente; luego sizeo—todo cae por su propio peso, en especial los humilladores. Prácticamente salgo corriendo a mi habitación, conozco a Nevy Kerz y es una mujer desastrosa, y casi tan propensa a la violencia verbal como yo aunque ella sepa disimularlo de la mejor manera. «No voy a negar que soy una imprudente de primera». En el silencio de mi habitación, cuando mi madre finalmente dejó de vociferar denoto que es sábado y no tengo absolutamente nada que hacer. «Que desilusión», me preguntó si será una buena opción tener una “cita conmigo misma” que al ser fin de semana eso se reduciría a comprar alcohol de mala calidad, un poco de hierba e ir a sentarme sola en alguna zona boscosa poco vigilada pero segura.  Y entonces la idea surge, tan repentinamente como la muerte, decido llamar a Zett e invitarlo a salir, podía buscar su número en el registro de llamadas. Esto no es por que quiera crear más contrariedad con mi hermana sino por que es la única persona con la que socialicé durante este ciclo escolar(que horror, debería hablar más) y además es agradable. «Si: realmente nada con lo que me guste más interactuar que con un machista intentando superar los estigmas sociales que le han inculcado desde siempre. De verdad adoro ver eso». Suspiro, el inminente susto de un posible rechazo me ebulle en un tic-tac tembloroso. Tomo el celular, el número está allí; el único contacto desconocido es él porque el resto están bloqueados. Tengo tanto miedo de que me diga que no que me tiembla el cuerpo de pies a cabeza, incluso tengo ganas de llorar... Inevitablemente me comienzo a morder las uñas de forma compulsiva. Marco, el primer timbrazo me golpea el estómago: encogiéndolo, el segundo me calienta la cabeza y el cuello. El tercero es su voz: —Hola—saluda amistosamente. —Hola—respondo nerviosa, incluso hablando por teléfono no me sacó los dedos de la boca por lo que mi voz mas bien suena como un balbuceo. —¿Qué tal?. —Todo bien. Oye... Eh... Quería preguntarte si te gustaría salir, podríamos ir a tomar algo: ya sabes me gusta alcoholizarme y bueno no he sido muy... No sé... Amable con las personas este año así que no se me ocurre salir con nadie más que tú. Me agradan los hombres que intentan dejar de lado su machismo y resurgir como nuevos sujetos—siento que estoy diciendo demasiadas cosas sin sentido, «Andry; que absurda» me digo a mi misma; avergonzada hasta mis cimientos. —Claro. Juro por todo lo que considero sagrado que esa era la respuesta que menos esperaba. Creí que se orinaría de la risa, o que me colgaría con tal de no tener que rechazarme, o la opción más viable... Que de la manera más cortés y directa me diría un rotundo: no. Pero estaba aceptando salir conmigo, pensé que sí Lina llegaba a enterarse de aquello me trituraría con sus propias manos (quizás no soy la única agresiva en mi casa). No me sentí culpable, Zett realmente me agradaba. Y en ese momento realmente me sentí emocionada de salir con él, quedamos de ir a cualquier lado en que pudiéramos beber tranquilos. La parte más emocionante hasta el momento fue cuando dijo que pasaría por mí. Sentí una emoción extraña cuando me alistaba, una poderosa corriente se había instaurado en mi cuerpo; me sentía efervescente, alocada, alegre; «como sí fuera a tener una cita con el chico que me gusta» reí con el pensamiento, la realidad era que Zett aún no llegaba a tal punto, no podía negar que su físico era sumamente atractivo pero de momento no me provocaba nada más que tenerlo como amigo. Además era demasiado guapo, y a mí siempre me habían gustado los hombres feos por alguna extraña razón que nunca había llegado a comprender; quizás por que siempre tenían una historia desgarradora sobre lo trágica que había sido su vida y a mí nada me atraía más que el verbo. Busqué ropa bonita, arreglé mi corto cabello, me pusé mis mejores zapatos unos viejos Converse negros; que para mí eran un clásico junto con las camisas de cuadros y los pantalones rasgados.  *** Zett pasó por mi un poco antes de las 2:30pm. Su visión subido en aquella poderosa motocicleta era deslumbrante, parecía un Dios recién salido del Olimpo; todo perfección, imponencia, altura, músculos y sensualidad... Lo más impresionante de todo era que aquel sobresaliente ser humano no me causaba ningún revuelo, mi libido se encontraba tranquila y mis hormonas controladas. ¿Habría madurado? Probablemente, aunque quizás era que no estaba preparada para que alguien me gustara de nuevo, mi corazón aún se hallaba maltrecho y necesitaba mucho más tiempo para sanarlo... No era una exageración; el tiempo lo cura todo. —¿Me extrañaste?—pregunta él en tono jactancioso. Yo develo una sonrisa torcida. —No tanto.—parece (extrañamente)  complacido con mi respuesta—oye no tienes ni idea el berrinche monumental que ha estado haciendo mi hermana; una amiga suya nos vió juntos en el comedor y para Lina eso es pretexto suficiente para inventarnos un romance novelesco y, de paso, comenzar la tercera guerra mundial en mi contra. —Los sentimientos de esa chica me tienen sin cuidado.—contesta él, lacónicamente. —No entiendo tu odio hacía ella—insisto, hay algo con su actitud que no me parece del todo normal para solamente “No soportar” a alguien. —Simplemente no me agrada, deja de hacerme repetirlo... Juro que no tengo nada en su contra; es más si ella en algún momento necesitara mi ayuda créeme que no dudaría en brindarsela. ¿Sales conmigo para convencerme de que debo “considerar” a tu hermana en ese ámbito?. —No, sólo que se está volviendo loca con tu rechazo y aún más con nuestra amistad. —Imagínate si llegamos a tener algo más, podría llegar a suicidarse. —Ojalá eso no pase. —¿Cuál de las dos cosas?. —Las dos—río. El lugar al que vamos, luego de comprar mucho etílico y comida, es precioso: un bosque de cipreses, poblado de animales silvestres. La tarde es fresca pero también soleada, por lo que a la distancia todo lo que se puede divisar parece teñido de dorado. En aquel paisaje la armonía abunda, el aire huele a diciembre y los sonidos son tan ecuánimes como una sinfonía.  La pasamos un buen rato bebiendo lentamente, sentados en un claro percibiendo la calidez de sol que llega a nosotros en pequeñas cantidades; no apuramos nada, ni la charla ni la embriaguez; disfrutamos de la paz, nos dejamos llevar por el silencio. Al ver a Zett ya no sólo veo un cuerpo exteriormente hermoso, ahora también puedo percibir un alma llena de misterios y eternidad; cuando miro sus ojos completamente envolventes me es fácil denotar que hay un profundidad gigantesca en ellos, como si escondieran más secretos de los que cualquiera es capaz de imaginar, me pregunto que es eso que tiene él para sublimarse de tal manera, para lograr apartar su encadenante humanidad y elevar su esencia. «Por que aunque no me guste es alguien que no parece pertenecer a este mundo». No entiendo la razón para querer compartir su tiempo conmigo, o sea se ve como una persona solicitada; con muchas amistades y cosas que hacer, y en este momento siento como sí yo fuera su prioridad, aunque comprendo que no sea así. Lo único que se me ocurre es que por primera vez encontró una persona que no se quiere aprovechar de su posición económica o su buen aspecto... Soy sólo alguien ofreciendo amistad sin pedir nada a cambio. —Sabes... Hace mucho que quería conocer a alguien como tú—me topo con aquellas expresivas pupilas; su iris es precioso, una obra maestra. Él, en sí, parece hecho por los Dioses; como sí quisieran enviar un poco de belleza magistral a esta realidad tan cruenta. O quizás exagero, quizás es simplemente el aura que lo envuelve que le da ese aspecto y él en realidad es otro ser humano con ninguna característica en especial más que tener un espíritu notoriamente poderoso. —¿Soy tu alma gemela o qué?—río, sarcásticamente(nunca he tenido pena de preguntar babosadas). —No lo sé—él eleva sus hombros en señal de desazón—pero eres alguien con quien, no entiendo por que... No te ofendas, me encanta pasar mi tiempo. —Ja. No conoces nada de mí, yo te caigo bien pero sólo debido a que actúe diferente: porque no tengo ningún interés s****l en ti, no me atraes y simplemente te veo como lo que creo que eres—dudo unos momentos—un hombre común. Me parece exagerado de tu parte sentir tanto agrado, aunque me siento complacida. —Bueno: resulta que sí quiero conocer de ti, dime todo lo que resulte trascendental y creas que yo, necesariamente, deba saber. —Me gusta leer... Libros que no sean de w*****d; odio el cliché. —Mi hermana ama esa aplicación, a ella sí le gustan los machos malotes; bien sadomasoquistas y dominantes. —Debe de estar súper orgullosa de ti.—Zett no puede evitar carcajearse con mi comentario—bueno también me agrada el cine francés, la filosofía, escuchar rock ácido, los frijoles molidos, las libélulas, casi todos los deportes excepto: el fútbol americano—inmediatamente un gesto de decepción se instaura en su rostro—adoro los traseros sean de hombre o de mujer, tengo un fetiche culposo con J Balvin, y me gusta hacer artesanía. —Eres interesante. Le sonreí, con el trino de los pájaros sentí como aquel momento se volvía épico. Me di cuenta de que el tenía un espacio muy profundo en mi pensar; que aunque no me gustaba como hombre me encantaba como persona aunque aún no terminara de conocerlo, supe que aquello era el destino... Congeniar. Como si ya fuera algo premeditado por el universo que nos llevaramos bien, momentáneamente se me ocurrió que quizás no sólo estaba predestinado con quien compartes tu amor sino también con quien compartes tu tiempo. *** El domingo también quise salir con él pero no tuve el valor de decírselo y como no dió ninguna señal de vida me quedé todo el día en casa, empijamada y viendo anime; de lo cual no era muy fanática pero como, para el colmo, ese día se había caído el internet tuve que tragarme mis quejas y ver(por milésima vez) los capítulos de las series que me gustaron cuando tenía 11 años y que habían pasado a mi laptop gracias a la tarjeta de memoria, el Bluetooth y mi obsesión por coleccionar cintas virtuales. De las cuales sólo había logrado traspasar 6 de 1349. Así que mi repertorio era limitado, no tenía las ganas suficientes para esperar a que se pasará otra película durante una hora. Mi hermana me estaba aplicando una “ley del hielo” radical, tanto así que sí yo entraba a una habitación ella salía. No me molestaba; lo que sí no podía negar era que aquel berrinche era absurdo de su parte. «No soy un impedimento entre ella y Zett. El único obstáculo es su mentalidad», a lo mejor Lina lo entendía bien y eso era lo que más rabia le causaba o a lo mejor estaba loca de remate; «voto por la segunda opción» pensé obstinada. Mamá como de costumbre estaba del lado de hija mayor, no paraba de preguntarme “¿Qué le hiciste, Andry?” y yo no me cansaba de contestar: “Nada” respuesta que para ella era una vil mentira y lo único que ocasionaba era más insistencia de su parte; sabía que Li aún no le había dicho algo al respecto, estaba tan enfuruñada que responder a las preguntas de mamá para ella era una tortura extra que no se encontraba dispuesta a soportar. Mi madre podía ser en muchas ocasiones un agudo dolor de cabeza, una completa migraña. El lunes por la mañana me desperté con la ilusión que se tiene cuando sabes que ya casi te liberas(al menos por un tiempo) del infierno de estudiar lo que no te gusta. Sólo me faltaba presentar 3 proyectos, el primero(de hoy): una redacción; sentía mucha ilusión por que sabía que de muy buena manera había desarrollado el tema que me había tocado tratar “El morbo de la muerte”. Luego estaban mi proyecto de Arte y el de Educación Física(ambos muy bien manejados, también). Salí a las 8:20 de mi casa, debía presentar la redacción cuarenta minutos más tarde y estaba nerviosa. La alegría me invadía al pensar como por primera vez llegaría temprano. Un chico había pasado a recoger a Lina en su deportivo, me pregunté porque estaría tan obsesionada con Zett teniendo tan buenas opciones, el sujeto que había llegado por ella se veía bien, claro está no tanto como el amor platónico de mi hermana pero sí lo suficiente como para olvidar al otro. «Eso es lo que tu harías porque no estás tan demente como ella». La profesora Jenna se encontraba tensa, mientras todos pasaban al podio a leer. Normalmente muchos de sus alumnos arruinaban su reputación como maestra haciendo trabajos pésimos, ella tenía la mala suerte de ser una profesional excelentísima lidiando con gente desinteresada y floja.  La mayoría de lecturas fueron fluidas, sin embargo nadie profundizaba demasiado en sus respectivos temas y, de vez en cuando, aquello parecía compuesto por niños de escuela. No negaré que había gente buena, pero nadie rozaba algo más elevado que eso, yo era la antepenúltima en leer aunque pensaba haberlo hecho bien, a lo mejor no fuera algo tan genuino como lo imaginaba. “Andrómeda Kerz” mi nombre resonó en los altavoces del pequeño anfiteatro, sentí mi corazón latir rápido con todo el valor que ya no creía tener me dirigí hacía el frente del grupo; temí hacerlo mal... Sabía que a mis compañeros no les agradaba y me asustaba equivocarme, y que por ende ellos lo tomarán como pretexto para burlarse. Respire profundamente, y comencé el discurso, aún con la mente plagada del mal recuerdo después de mi última lectura pública: Larrisa y su ataque, nuestra “pelea” y mi posterior ida a la dirección. —La muerte es un tabú desde tiempos inmemoriales—todo el mundo cesó los cuchilleos, continúe ahora un poco más confiada—hablar de ella irremediablemente nos espanta, es un destino fatídico que nadie añora pero que a todo el mundo le espera. «La curiosidad nos lleva a investigarla, a husmearla, a querer comprenderla. Desde hace varios siglos se toman cuerpos para diseccionarlos, buscar respuestas a lo que en aquel tiempo se consideraba inexplicable; como un fallecimiento súbito. Los c*******s se convirtieron en curiosidades; son expuestos en los museos como reliquias, actualmente no se entierran sin habérseles realizado una autopsia. «Todo el mundo suele preguntar “¿De qué murió?”, en Internet no podemos evitar ver las imágenes de cuerpos en descomposición; las observamos en silencio: callados y admirados, aunque haya un dejé de repulsión no podemos apartar la vista de la pantalla por que nos embelesa, es tan brutalmente interesante que tenemos que inspeccionar sin poder evitarlo. La necrofilia es quizás la muestra más vehemente de lo morboso que se puede volver un suceso tan natural, a la mayoría le asquea: “¿Cómo es posible?”, pero desde un principio esta parafilia fue culpa del ser humano al convertir el fin en un secreto. Nuestra tendencia a buscar respuestas ha llevado a muchos hasta límites... Repulsivos. «Ocultar algo sólo hace que se expanda una ola de interés, de preguntas y de conspiraciones. Convertir temas tan naturales en tabúes enferma al mundo, vean el claro ejemplo de la sexualidad: reprimida desde hace cientos de años, actualmente las violaciones son un tema de cada día; se está volviendo algo normal, la pornografía, la sexualización de campañas publicitarias; esto jamás habría pasado sí en un pasado la gente no hubiera tratado de convertirla en /"lo prohibido"/"lo inombrable"/"el pecado original". Enferma a la humanidad convertir la simplicidad en perversión». Y los aplausos llegan nuevamente, al levantar la vista la señorita Moffury está de pie; ovacionando efusivamente. Sé que lo he hecho bien, quería expandir el tema pero no podía pasarme de cinco minutos de lectura. Bajo las gradas y vuelvo a mi asiento, la clase finaliza en un santiamén. Las calificaciones son dadas de inmediato, hago una fila de tras de Indira Kalú, estoy nerviosa aunque sé que debe haberme ido relativamente bien. «Diez» una sonrisa se plasma en mi rostro, no esperaba tanto; me despido de Jenna con una inclinación de cabeza. En el pasillo mucha gente parece tensa: dicen que la profesora de Arte se ha pasado con sus exigencias, temo por mi nota pero tengo que entregar mi proyecto hasta el miércoles así que decido no estresarme. El mensaje de w******p llega inesperadamente, lo leo: ¿Nos vemos en 20 minutos, en la salida?, vayamos por helado. Respondo con un “Ok”, pensé que Zett no se dignaría a invitarme a salir un lunes pero al parecer no pensamos igual. El pasillo se vuelve eterno y no se me ocurre que hacer mientras espero a que pase el rato que él dictaminó; decido ver los memes que tengo guardados en el celular, hacen que desperdicie mi tiempo más de lo debido. Queena Metrios, una de las mejores amigas de mi hermana me intercepta en medio pasillo; me dice que vaya con ella por que Lina necesita urgentemente hablar conmigo. La sigo, ilusionada con por fin hacer las pases; salimos de la institución y llegamos a una zona verde bastante desolada. Ahí está Lina y todo su séquito de amigas. Su rostro no parece compungido, ni triste: tiene una mueca de desprecio bastante prominente, un mal presentimiento me azota. —Eres una perra, no sé como conseguiste salir con él pero no me voy a quedar tranquila. Yo-soy-me-jor-que-tú—sizea. Quiero darle a entender mis razones, explicarle que no hay nada entre nosotros pero el primer baldazo de quien sabe que líquido me empapa y logra distraerme. Luego todo parece una guerra contra mi, más cosas me caen encima, todo es tan insofacto que no me da tiempo de reaccionar. Después de varios minutos de humillación y gritos poblados de frases hirientes ellas se marchan y me dejan allí: pegajosa y maloliente. Emocionalmente me siento destruida y aún más cuando veo la hora en mi teléfono(que por milagro no se dañó), han pasado 35 minutos; Zett ya debe haberse marchado. Su figura, dignamente arrecostada al muro de ingreso muestra una mueca de molestia que acentúa sus facciones totalmente; indudablemente se ve más atractivo. Podría irme a mi casa y evitar que el me viese de forma tan degradada, pero no. Decidí afrontar al “tipo más atractivo del universo” como había dicho la imbécil de Lina, me dirigí a él; percibió mi presencia desde mucho antes que llegará a su lado, apenas me vió un gesto de extrañeza se instauró en su semblante. —Hola—dije apenas estuve lo suficientemente cerca—sí; me veo terriblemente mal, si lo prefieres podemos salir otro día... Las venganzas de mi hermana son radicales. —¿Ella te hizo esto?—su voz raya una ira poderosa. —Y sus amigas, tranquilo: no me quedaré llorando y lamentándome por mi espantosa existencia, haré algo cruel... Ya lo pensaré. Zett se dirigió hacia el otro lado, al paredón opuesto: ahí estaban mis nuevas archienemigas. No sé que les dijo pero cuando volvió parecía más afín con todo lo que lo rodeaba y, del otro lado, ellas temblaban. —Vamos te llevaré a tu casa a cambiarte, luego iremos por un helado. Accedí. Una vez en mi casa, luego de vaciar las cremas faciales y romper buena parte del maquillaje de Lina, mientras lágrimas de rencor bajaban por mis mejillas y el odio por toda una vida de menosprcios juré que haría lo que ella menos se esperaba: «enamoraría a Zett».
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