Las palabras de Marta intentaban consolarla, pero en ese momento, Laura se sentía completamente destruida. La auto compasión la invadía y pensaba en lo inútil que era, en lo frágil que se sentía ante la mirada de todos.
Luego de un día agotador Laura se dirige a su casa a descansar.
Esa tarde, en su casa, la angustia la volvió a invadir. Se encerró en su habitación, mirando las fotos de ella misma en días mejores, cuando aún pensaba que podía lograr sus metas. La tristeza se apoderó de ella y empezó a llorar desconsoladamente.
Su mente repetía una y otra vez: “¿Para qué intentar? No sirvo para esto. Nunca seré suficiente”. La desesperación parecía no tener fin. Pensó en renunciar, en dejarlo todo y desaparecer. La idea de rendirse parecía la única salida para escapar de esa humillación
