La tensión en la oficina alcanzaba su punto máximo. Todos sabían que el momento decisivo había llegado. Clara, con los ojos llenos de pánico y una expresión que apenas lograba mantener bajo control, miraba fijamente a Marta y a Carlos, quienes, con cara de determinación, revisaban los últimos informes del equipo de TI. La evidencia que habían acumulado en las últimas horas era irrefutable: Clara no solo había manipulado los registros, sino que también había creado una cuenta oculta para cometer fraudes internos y sabotear a Laura. Marta tomó la palabra, su voz firme y clara, sin dejar espacio para dudas. “Clara, tenemos pruebas concluyentes de que tú creaste la cuenta oculta desde tu dispositivo y que usaste permisos administrativos para acceder a archivos confidenciales. Además, las

