CAPÍTULO I.-1

2115 Words
CAPÍTULO I. La noche estaba oscura, por la ventana de pronto entró un gran resplandor, tal claridad inundó la habitación que llegó a despertarme. Asombrado miré a todos lados, ¿Qué pasaba?, me froté los ojos, no sabía muy bien si seguía aun dormido y aquello era un sueño. Me incorporé en la cama, tenía que ver que sucedía, no entendía que había pasado, tratando de espabilarme un poco, puse los pies en el suelo, el frío de las baldosas me acabó de despejar. Vi que estaba en mi habitación y era aun de noche, por la ventana no se veía nada, sólo oscuridad, ni una sola estrella en el cielo se podía ver, pero en mi cabeza, aun aturdida, recordaba eso que me había despertado, aunque no sabía qué había sido, me vino a la memoria la sensación, como de una gran luz, o un resplandor, quizás sería de un relámpago. Pensé en ese momento, que podía ser un sueño que tenía y del que por algún motivo me habría despertado, salí de la habitación y me dirigí a la cocina, tomaría un poco de leche caliente, para entonar el cuerpo, recordé a mi madre que siempre me decía de chico, “Como la leche no hay nada, para que el cuerpo reaccione”. Al ponerme de pie, con el frío del suelo me había destemplado, un escalofrió me recorrió todo el cuerpo, dejándome una mala sensación, es como si me hubiera dado una ráfaga de viento helada, de esas que se sienten en pleno invierno, y la verdad es que era muy raro, dentro de la habitación con todo cerrado, no había ninguna corriente, ¿Cómo había podido sucederme eso? Pensando en ello iba por el pasillo, cuando de pronto me fije en una cosa, por debajo de la puerta del salón, salía luz, ¡Qué raro que me la hubiera dejado encendida!, creo recordar que antes de acostarme la había apagado. Sí, estoy seguro, lo hice cuando vine de repasar la puerta de la calle, como hacía todas las noches. No podía ser, ¡Hay que ver qué cosas tan raras me sucedían esta noche!, bueno, me acercaría a apagarla y luego seguiría a la cocina a lo que iba. Abrí la puerta, ¡Increíble!, me quedé como clavado allí donde estaba, con el pomo de la puerta en mi mano, ¿Qué estaba sucediendo? Pensé por un instante que seguía dormido, y que todo esto sería un sueño, eso era más creíble que ver lo que pasaba, la intensa luz, no era del salón, no era la lámpara, ni nada procedente de dentro, entraba por la ventana, pero ¿Cómo? Fuera sólo estaba el jardín y allí no había ninguna bombilla, ni nada por el estilo, que pudiera dar luz, y desde luego menos que la diera de forma tan intensa, como la que ahora mismo estaba viendo que entraba por allí. Después de no sé cuánto tiempo, seguro que serían unos instantes, pero a mí se me hicieron eternos, en los que estuve inmóvil, tratando de darme una explicación lógica, sobre lo que podía estar pasando, solté con cuidado el pomo de la puerta y me atreví, aún indeciso, a dar unos pasos y acercarme a la ventana, para poder ver lo que sucedía. Alargué la mano temblorosa, tenía la intención de descorrer las cortinas, y mirar lo que pasaba fuera, no podía entender por qué temblaba de esa forma, pero lo cierto es que era así, ¿A qué venía ese miedo que tenía en el cuerpo?, estaba dentro de mi casa, con todo cerrado, ¿Qué me podría pasar?, seguro que nada, pero a pesar de que pensé eso, también me dije, “Si el jardín es un lugar cerrado, y nadie puede haber colocado ahí nada, sin que me haya enterado, entonces, ¿De dónde viene esa luz?, y ¿Con qué la estarán haciendo, para que tenga tanta intensidad?” No recuerdo haber visto nunca nada igual, es como si los faros de un coche estuvieran enfocados a la ventana, pero ¡Qué tontería estoy diciendo!, ¿Cómo alguien podría haber entrado un coche en mi jardín?, y ¿Para qué? ¿Qué objeto tendría todo eso? Terminé de llegar al lado de la ventana, había cruzado el salón, con tanto cuidado, que no sé cuánto tiempo tardé, pero no me atrevía a separar el visillo, para poder ver bien que sucedía en el exterior, cuando de pronto escuché un ruido, y me quedé como clavado al suelo, parecía que lo había escuchado a mis espaldas, eso no podía ser, en la casa no había nadie nada más que yo, ¿Qué habría sido entonces lo que había oído? Sería quizás una broma de mi imaginación, producto del miedo que tenía en esos momentos, lo que me lo producía, acaso esto que me estaba pasando, sería el resultado de una mala digestión, ¿Qué había cenado?, tenía que hacer memoria, sí, porque todo esto no podía ser real, seguro que era eso, solamente una reacción de algo que había comido, y que me había sentado mal. >>>> Hace ya tiempo que me vine a esta casa a vivir, necesitaba estar solo. Desde que terminé los estudios, me había dedicado a viajar, para conocer mundo, como dije a mi familia, y aunque no lo entendieron, aquel día cuando en la sobremesa se lo comuniqué, me contestaron: —Bueno, tu vida es tuya, vívela como quieras, pero no te metas en problemas. —¡Tranquilos!, sólo quiero ver algo, antes de asentarme —les contesté —¿Algo de qué? —me preguntaron ellos—. ¿No tienes suficiente con irte de vacaciones de vez en cuando? —No, eso es poco tiempo, tengo que viajar, es como una necesidad, quiero conocer otras culturas —les dije yo. Estaba decidido a no dejarme convencer, era una idea que me había estado rondando por la cabeza y después de mucho meditarlo, por fin había llegado el momento de decírselo a la familia. —Pero ¿Para qué? —me dijeron extrañados—. ¿Qué quieres conocer en concreto? —No lo sé aun, sólo sé que necesito eso, tener un tiempo para mí —Y fue tanta la firmeza que debí de poner en mis palabras que ya no insistieron más. —Hijo —añadió mi padre—. Sé que eres prudente, pero recuerda que hay países peligrosos, no seas confiado y estate siempre atento. —¡Descuida!, lo haré, estar tranquilos que no me meteré en nada, yo voy solo a lo mío nada más, sabéis que no bebo. —Hijo, ten cuidado con las drogas —me dijo mi madre preocupada. —¡Mamá!, confía, sabes que esas cosas no van conmigo. —Sí, eso esa hora, pero a saber con quién te vas a juntar, y ya sabes… luego para no ser menos, se hacen tonterías. —¡Mamá, tranquila!, confía, me has enseñado bien, y no te pienso defraudar. Mis dos hermanos que habían permanecido callados me miraron y ambos dijeron: —Recuerda que estamos aquí. —¡Claro!, ¿Cómo lo voy a olvidar?, seguro que cuando terminéis vuestros estudios también decidiréis algo por el estilo. —Si me parece bien que viajéis así se aprenden más cosas que en los libros —dijo mi padre al escucharme. Pero mi madre que no estaba de acuerdo protestó un poco dolida: —Pero ¿Al extranjero? ¿Es que no es España suficientemente grande? —dijo mientras unas lagrimitas se le escapaban de sus ojos —¡Mamá! —la dije—. No te preocupes, ya verás como no me pasa nada, y antes de que te des cuenta de que me he marchado ya estoy de vuelta —Y la di un beso para tranquilizarla. Después de varios años de ir de un lado para otro, he regresado, sí, eso también lo había tenido siempre muy claro, donde quería vivir, era al lado de mi gente, bueno, al lado, pero no mezclado. Cuando regresé, y dije, que viviría en este sitio, no les hizo mucha gracia, la verdad, pero no tuvieron más remedio que aguantarse, pues era una decisión que yo había adoptado, como siempre después de meditarlo, porque nunca me ha gustado tomar una decisión sin pensarme mucho los pros y los contras. La casa la había decorado a mi gusto, sin nada que me sobrara, esos chismes que se suelen ir almacenando, como recuerdos y que sólo sirven para acumular capas de polvo, sólo tenía las cosas necesarias, pero esas que me hacían sentir bien. Pocos me han visitado, siempre he sido un solitario, esa es la verdad, prefiero una tarde de paseo, contemplando como el sol se va poco a poco ocultando, mientras el viento me va dando en la cara, que pasar el tiempo, “perdiéndolo” como yo digo, con los amigos, que sí que los tengo, aunque reconozco que pocos, pero ellos saben que cuando me necesiten estoy ahí para ellos, lo mismo que para la familia, pero si no, podemos pasar alguna temporadita sin vernos, esa es la verdad. Cuántas tardes he salido a dar mi paseo y se me ha hecho de noche y sentado en el suelo, sobre la hierba, me he dejado caer para atrás, para contemplar esas estrellas, esos puntitos luminosos del cielo, ¿Hay algo más… mágico, maravilloso?, no creo que haya una palabra que pueda describirlo en su justa belleza. Sí, tienen razón cuando me llaman solitario, pero es que no creo que nada se pueda comparar a esa sensación, es como si dentro de mí se expandiera algo y me hiciera volar hasta esas estrellas, como si la Tierra me dejara escapar y luego al rato regresara, como atraído a la realidad. Bueno, no sé, porque en más de una ocasión, me he encontrado allí, cuando el sol del amanecer me daba en la cara, había pasado toda la noche, sí, esa es la verdad, y ¿Dónde mejor se puede pasar que en la naturaleza? >>>> El camino estaba solitario, me habían informado que tenía que ir con cuidado, pero decidido a llegar, me adentré. Nunca he sido miedoso, pero aún recuerdo cómo se me había puesto la piel de “carne de gallina”, como se suele decir. Cuando escuché aquello, me quedé un momento quieto, pero pensé, “Aquí si alguien o algo, me quiere hacer lo que quiera, soy un blanco fácil”, así que eché a correr, con la intención de adentrarme entre aquellos árboles que veía en la distancia, allí podría esconderme bien. Lo que sucedió después, me es difícil de explicar, parece que había medido mal la distancia, porque la arboleda, cada vez me parecía que se alejaba, en vez de acercarse. Ya agotado paré, tenía que descansar, no tenía ni aliento, dejé la mochila en el suelo y me dispuse a sentarme a su lado. Me era imposible dar un paso más, no sé cuándo tiempo llevaba corriendo, sólo sé que aquellos árboles, que al principio me habían parecido cercanos, seguían allí lejos, en el mismo sitio. La verdad es que verlos los veía bien, pero por más que me había esforzado, no había conseguido acortar la distancia, que me faltaba para llegar hasta donde se encontraban, ¿Qué había pasado? ¿Dónde estaba? ¿Por qué todo estaba tan oscuro? Traté de forzar la mirada, para ver qué sucedía, no podía distinguir nada de lo que debía de tener a mí alrededor, desde luego sí que noté enseguida que no estaba en medio de aquel camino, donde recuerdo perfectamente que me había parado. Con un rápido movimiento de mano, traté de ver si me encontraba entero, no sé, fue un impulso instantáneo, pero ¿Qué pasaba? No me podía mover, el brazo al intentar moverle había experimentado un tirón, algo me impedía el movimiento, enseguida deduje que debía de estar atado, inmovilizado de alguna manera, pero ¿Por quién? ¿Por qué? Si no había hecho nada, y tampoco había visto a nadie por los alrededores, ¿Qué me había podido suceder? Lo primero que me tenía que enterar era de dónde estaba, esto no era en medio de ninguna parte, sentí que no corría ni una brizna de aire, por lo que deduje que debía de estar en un sitio cerrado. Pensé rápidamente en aquel tremendo ruido que había escuchado, que tanto miedo me produjo, el que me había hecho correr, seguro que debía de haber sido provocado por alguien, que al final me ha alcanzado y cogido, pero ¿Qué habrá hecho? ¿También me habrá transportado? y ¿Hasta dónde? Mi cabeza me dolía, me di cuenta en ese mismo momento, ¿Por qué sería?, quizás me golpearan antes de hacerme prisionero, sí, eso debía de haber sido, y por eso no recordaba nada de lo sucedido. ¿Cuánto llevaría allí?, había perdido la noción del tiempo, ¿Quién me habría hecho eso?, decidido a aclararlo, quise empezar a hablar, tenía que descubrir algo de lo que estaba sucediendo, pero aunque lo intenté, no pude pronunciar ni una sola palabra, eso me dejó perplejo, no escuchaba ni mi propia voz, y yo creo que sí chillaba, pero nada, por más que me esforzaba, no había forma de que escuchara mi propio chillido, eso sí que era rarísimo, ¿Me habría quedado sordo?
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