Leo sonrió mientras ella le daba la espalda; al parecer, el plan de su esposa había salido mejor de lo que él había imaginado. Ella había logrado lo que él no pudo hacer durante muchos años. Abrió la puerta y vio que ella se estaba acomodando, dando un fuerte gemido debido a que la anestesia estaba pasando. ―¿Qué estás haciendo? ―¡Que bien! Ya has visto al magnate. ―Ya hablamos, al parecer hará negocios conmigo. ―Excelente… ―No obstante, no me agradó tu forma de hacerlo, que fue muy peligrosa, y podrías haber muerto. ―Lo que importa es el resultado, ¿no estás de acuerdo? ―No te arriesgues de esta forma otra vez. ―Cumple ahora tu promesa. ― ¿De qué promesa estás hablando? ―Si te lograba este negocio, tú me introducirías en el mundo de las drogas. ― ¡Eres una loca! Aún no te has r

