BRUNO Nunca había sentido a mi corazón bombear tanta sangre con tanta energía y al mismo tiempo con tanto esfuerzo. Sentía que respiraba adrenalina, mi sangre era adrenalina y se notaba por la manera en cómo iba manejando, como si se tratara de la carrera de fórmula uno más importante de la vida. En ese momento todos eran unos pedazos de orangutanes por haberse cruzado en mi camino. Mi trayectoria estuvo llena de mentadas de madre y claxons de carros que poco me importaba en ese momento. Llegué a las oficinas de Sanders company en menos de diez minutos. Me estacioné a una cuadra alejado del edificio para que no vieran el auto. Eché a correr rumbo al lugar encontrándome con David en el camino. — ¿Qué es lo que has averiguado? —pregunté de muy mal humor. — La señorita Marion está adentr

