Prólogo

245 Words
Está demostrado que un sesenta y dos por ciento de estadounidenses no creen en los milagros, pero existe un treinta y ocho por ciento (cuatro de cada diez) que si lo están. Se pueden hablar de un millón de tipos de milagros: el milagro de que un paciente a punto de morir, sobreviva; el milagro de perder el control del coche y salir ileso; el milagro de aprobar un examen sin estudiar; o incluso esos pequeños milagros en los que por un descuido en la cocina podrías incendiar la casa, pero no pasa.  Por milagro, intervención de Dios o como sea que fuera, yo tuve la suerte de vivir frente a Dustin Hicks, el chico popular que caía bien, el deportista, el que se llevaba a las chicas... y el que me tenía loca. Llevaba siendo su vecina desde que nací, y todos los días le veía en la calle con sus amigos, con chicas, con su familia... había visto un montonazo de veces como la acera entre nuestras casas se llenaba de coches y borrachos por las fiestas que daba—a las que no me invitaba—; pero yo me quedaba con que en algún momento él me había notado, como el día en el colegio en el que Bryce Prentice se metió conmigo y Dustin me defendió dándole un puñetazo a aquel abusón. Fue la primera vez que le expulsaron, y la primera vez que yo sentí mariposas en el estómago.
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