Capítulo 1 -Una rebelión y un reino destruido, erase una vez el Reino de Sión.

4029 Words
historia con derechos de autor Aquella mañana todo era perfecto, aunque hacía frío, el invierno ese año fue duro, como si el tiempo presagiara perfectamente los próximos acontecimientos. Jugando estaban ambas niñas, Althaír y Alhena, eran cuidadas y custodiadas día y noche, ambas gemelas idénticas, aunque de carácter muy distinto, Althaír era más miedosa y tranquila, mientras que Alhena era muchos más enérgica y extrovertida. Eran 2 lindas niñas de largo cabello rubio, piel blanca como nieve y bellos ojos color miel. Ambas vestían iguales siempre, nunca había un trato distinto entre una y otra, aunque algunos sirvientes se inclinaban más por la pequeña Alhena, porque era más despierta y juguetona que Althaír. Eran muy valiosas en el reino, mucho más que cualquier joya preciosa, Althaír era dueña de la estrella dorada, un poder inmenso escondido en lo mas profundo de su ser, es por esto que muchos la elogiaban y le concedían sus peticiones al pie de la letra, venían de otros reinos amigos a visitarla y traerle regalos… algo que a Alhena no le gustaba mucho, cada vez que veía que elogiaban a su hermana, ella simplemente se retiraba del lugar muy molesta pateando y lanzando lejos cada cosa que encontraba en el camino, es por esto que algunos sirvientes tenían más consideración con Alhena, porque ella de alguna forma se sentía desplazada por su hermana, ya que ella no tenía ningún tipo de poder, salvo el que le traspaso Althaír en el vientre materno del cuál no hay claridad de cuanto ni como es. La reina Aurora era la soberana del reino, una bella mujer de cabello castaño largo, ojos verdes esmeralda, de estatura alta, delgada, vestía una largo vestido color rojo, con mangas largas, telas de suave caída y una corona de oro tipo tiara con incrustes de pequeños diamantes por el borde. Siempre vestía elegante y refinada, tenía un carácter amable, cariñosa y muy justa, todo el reino la amaba por su forma equitativa y servicial de dirigir. El palacio era muy grande, con 8 torres donde guardias cuidaban a su soberana día y noche, rodeado de hermosos jardines y prados, en invierno rodeado de un paisaje blanco y en primavera bellos colores armaban un verdadero paraíso. Tenían un ejercito grande, con buenos y valientes caballeros reales y aquí es donde tempranamente se entrenaban para transformarse en grandes guerreros, había uno que resaltaba entre todos los demás, era un niño de 14 años, su nombre era Jeff de Spartus, un chico valiente, inteligente, muy leal a la reina Aurora, ella le brindó la oportunidad de formarse en la escuela de caballeros. Era un niño agraciado, de cabello castaño claro, ojos color café, piel trigueña, alto para su edad, muy correcto y obediente. Las gemelas jugaban ese día, mientras la Reina Aurora las contemplaba por la ventana de su alcoba charlando con una de sus sirvientas más leales, Sara, una linda chica pecosa, cabellos rizados color n***o y ojitos café. La Reina estaba preocupada, habían llegado rumores de otro reino de advertencia acerca de una invasión repentina. -Sara estoy muy inquieta, presiento que algo malo pasará. -Señora, no diga eso, son sólo rumores. -Necesito que me prometas algo Sara- le habló la Reina muy seriamente -Ud sabe que puede contar conmigo siempre mi Señora. -Prométeme que cuidarás a esas niñas si algo llega a suceder- Sara se inquietó y sintió como si la Reina se estuviera despidiendo de ella y mostrando reverencia contestó. -Le prometo por mi vida que las cuidaré y las protegeré- Aurora abrazó fuertemente a Sara. -Ahora ve a buscar a Jeff de Spartus, tráelo aquí por favor- Sara salió de la habitación preocupada, su corazón latía más rápido y sabía que cuando la Reina decía algo era porque tenía la certeza de las cosas, corrió a buscar a Jeff, entró al patio de la escuela de entrenamiento y preguntó a uno de los guardias por el joven. -Disculpe, busco a Jeff de Spartus, la Reina quiere verle. -Camina hacia los corrales, hay una puerta abierta, ahora está tomando su descansó, ahí podrás encontrarlo. -Gracias- Sara no conocía de cerca a Jeff, solo por nombre, ya que la Reina siempre hablaba de ese prodigioso joven. Sara se acerco al lugar indicado por el guardia, no era un lugar apropiado para chicas, era una sala grande con una gran piscina, unos lugares habilitados para dormir y unos mesones para poder comer a gusto. -¿Alguien aquí responde al nombre Jeff de Spartus?- preguntó Sara en voz alta. De pronto un chico se levantó de su cama y se dirigió con paso seguro hacia ella, estaba vestido con su traje de caballero, una armadura en el pecho, piernas, una capa y una espada. -Soy yo, ¿quién eres? - Sara quedó impresionada por la apariencia del joven, era menor que ella en edad, pero su seguridad y porte, lo hacían ver como un hombre más mayor y no como el niño que aún era, fue tanta su impresión que se sonrojó y se sintió inquieta. -Disculpa me presento, soy Sara, vengo de parte de la reina Aurora, ella solicita tu presencia ahora, debes acompañarme. -¿Pasó algo malo?, es extraño que quiera verme hoy. -No lo sé, solo me pidió que te buscara. Ambos se dirigieron hacia la alcoba de la Reina, mientras esta se paseaba de un lugar a otro sin parar impaciente, pensando muchas cosas, su mente no la dejaba tranquila. Había algo en el aire que la inquietaba y es que ella tenía una intuición muy aguda, su ser interior, le gritaba algo que la asustaba. De pronto golpearon la puerta. -¡Entren!. Ambos chicos entraron con reverencia, Jeff se inclinó ante su querida Reina. -Me mandó a llamar su majestad- -Sí Jeff, necesito hablar contigo, por favor ponte de pie. -Dígame, en que puedo servirle- Aurora se le acerco y lo miró a los ojos. -Sé que eres joven, aún eres un niño, pero créeme que a nadie más puedo encomendarle esta misión- Jeff se inquieto y la miraba un poco asustado. - ¿De qué está hablando su alteza?. -Tú sabes que eres muy capaz, tienes energía, eres hábil en el combate, valiente, necesito que te encargues de las gemelas, si algo llega a sucederme. - ¿Pasa algo malo mi Señora? sólo dígalo y yo la defenderé- exclamo Jeff muy enérgico. -Hay rumores de invasión y creo que es cierto, en cualquier minuto pueden aparecer y las niñas no pueden caer en las manos equivocadas, sobre todo Althaír, eso sería desastroso- Jeff quedó boquiabierto, con la petición de Aurora. -Su majestad, yo ni siquiera conozco a las gemelas, ellas están tan resguardadas que nadie las ha visto, solo gente seleccionada y ¿por qué es tan peligroso que caigan en manos equivocadas?, quiero entenderlo. -Jeff, Althaír es la dueña de la estrella dorada- Jeff al oír esto palideció y sintió como si le hubieran clavado una espada en el pecho. -No sabía eso mi Señora, lo lamento, ahora comprendo lo grave que sería si ella cae en manos del enemigo, pero ¿qué quiere que haga exactamente?. -Si algo sucede, tomaras a las niñas y te irás lejos con ellas, Sara te acompañará, junto con un pequeño ejército de caballeros seleccionados por mí, tu deber será entrenarlas y le enseñarás a Althaír a usar sus poderes, la cuidarás con tu vida y deberás resguardar ante todo su integridad. - ¿Y dónde iremos?, ¿qué lugar puede ser seguro para protegerla? -No te preocupes, esto lo hice con antelación, hay un carruaje preparado ya con todo lo necesario, en el encontrarás un título de dominio de una casa con la dirección exacta, el guardia que los llevará sabe dónde está ubicada, también encontrarás dos cofres de oro, joyas y piedras preciosas, un baúl con pertenecías de ambas niñas, el lugar está preparado y es secreto, sé que serás cauteloso, eres muy maduro para tu edad y confío en ti. Jeff se sintió alagado por la Reina, pero no dejó de sentir miedo, era una responsabilidad demasiado grande. - ¿y qué pasará con usted mi Señora?, ¿nos alcanzará después? - Aurora caminó hacia el chico lento y puso su mano en su hombro derecho. -Si sobrevivo, los alcanzaré, te lo prometo. -Tengo una pregunta más su majestad. -Dime, puedes preguntar lo que quieras. - ¿Cuál es el poder que tiene la estrella dorada?, yo no sé mucho de ese tema, es decir, sé que es un poder muy grande, ¿pero cuánto es exactamente?. -No se sabe con exactitud, la estrella dorada es un poder sobrenatural, tiene muchas facultades que desconocemos, nace cada mil años pero si sabemos que es un poder muy grande, destructivo si cae en malas manos, el dueño debe ser alguien de buen corazón, puro de alma, justo, con valores firmes, no cualquiera nace con esa estrella, si Althaír nació con ella, es porque tiene esas características, tu deber será guiarla para que pueda manejarlo de buena forma y no se frustre en el camino, no es fácil ser dueño de una estrella y para que te enfrentes a este desafío de buena forma, te entregaré el libro dorado- Aurora se dirigió hasta su escritorio, saco una llave que guardaba con mucho recelo de su bolsillo y sacó un libro viejo, de tamaño grande, forrado con cuero natural y con bordes de oro, en el medio tenía unas letras que decían “los secretos de la estrella dorada”. -En éste libro encontrarás todo lo que se sabe hasta el momento de éste poder sobrenatural, puedes estudiarlo y estoy segura de que lograrás el objetivo- dijo Aurora muy segura mientras le entregaba el libro a Jeff. -A ambos les dejo ésta misión, a ti Sara te pido que la eduques, que le enseñes modales, seas la parte femenina que ella debe saber. -Mi Señora que sucede con la otra niña, solo me a dicho lo que debo hacer con Althaír- preguntó Jeff. -Alhena debe recibir los mismos cuidados que Althaír, sólo que no sabemos cuánto poder fue traspasado a ella en el vientre, por lo que no debes entrenarla duramente, no lo resistirá porque no tiene la misma capacidad que Althaír. -Comprendo, le prometo que estudiaré y lograré mi objetivo. -Muy bien, es hora de que conozcas a las gemelas- la Reina mandó a buscar a ambas pequeñas, ellas jugaban en el patio, Sara fue por las niñas que eran cuidadas por 3 niñeras, rodeadas de guardias reales y caballeros. -Vengo por las niñas, la Reina solicita su presencia- De pronto un estruendo muy grande se escuchó. -Nos invaden! – gritaba uno de los guardias, mientras corría avisando a viva voz!, Sara quedó helada al ver la escena, tomó a las niñas y entraron corriendo, muchos guardias y caballeros corrían en sentido contrario a ellas, Althaír corría tomada de la mano con Sara, pero Alhena dentro de sus ganas de seguir jugando, se devolvió y salió al patio a contemplar la escena, Sara con todo ese miedo que sentía no se dio cuenta y llegó a la habitación de la Reina sólo con Althaír, Aurora al ver que sólo traía a Althaír puso el grito en el cielo! - ¿Dónde está Alhena? – Sara no sabía que responder. -Mi Señora! Ella venía conmigo… - ¡Están invadiéndonos, los rumores eran ciertos! -Su majestad!, déjeme ir a luchar, yo pondré control, sobre todo. -No Jeff, te necesito íntegro ahora, no debes luchar, enviaré a uno de los caballeros a buscar a Alhena- la Reina envió a uno de sus caballeros que la custodiaban a buscar a la pequeña, quién los invadía buscaba a Althaír, en aquel momento era la joya más preciada, el enemigo era Abel, el peor enemigo de Aurora, era un tipo alto, calvo y tenía un parche en el ojo izquierdo, tez morena, barba larga blanca, usaba ropas de cuero n***o y su único ojo era de color n***o. Era un tipo muy fuerte, sabía combatir muy bien, era rico y muy ambicioso, su objetivo era secuestrar a Althaír y usarla a su favor, para después asesinarla y quitarle su estrella. Se valía de científicos locos, con tecnología planeaba adiestrar a la pequeña para que no tuviera oportunidad de defenderse y así conseguir su objetivo. Era un tipo totalmente desquiciado y no le importaba lo que tenía que hacer con tal de conseguir su objetivo. El guardia buscaba desesperado a Alhena, pero ella sabía que la encontrarían y se escondió para ver como los caballeros luchaban para defender el reino, Abel mismo luchaba cuerpo a cuerpo con los caballeros más entrenados de Aurora, estos dejaron todo en el campo de batalla, los siervos de Abel eran muy robustos y fuertes. uno de los caballeros corrió a la alcoba de la Reina y entró enérgicamente. -Su majestad, ¡debe abandonar el reino de inmediato junto con las gemelas y los príncipes!, Abel está avanzando demasiado rápido y han caído muchos, por favor tome el plan B y salga de aquí. – Aurora sintió un frío en el cuerpo y se dejó caer en su silla, con la mirada perdida… Jeff la observaba con tristeza y Sara no podía creer lo que pasaba. -Yo no me iré- dijo Aurora muy segura mientras se levantaba de su silla. -¡¡No le daré en bandeja de plata mi reino a ese delincuente, váyanse!!, Guardias!, procedan con el plan de escape, Jeff, Sara, ¡deben irse! -Pero es muy peligroso que usted se quede, exclamó Jeff exaltado. -Jeff ya sabes lo que tienes que hacer, no te preocupes por mí, ahora lo más importante es proteger a Althaír – fue en ese momento cuando la pequeña Althaír abrazo a la reina. -Su majestad, ¿por qué debemos irnos?, yo te voy a extrañar mucho, si no vas moriré de tristeza- todos se conmovieron con las dulces palabras de Althaír, la reina se puso a su altura y le dijo. -Mi corazón, tu bien estar está por sobre el mío ahora, no sufras, porque yo siempre estaré a tu lado, esté dónde esté, prométeme que siempre serás una buena niña y aprenderás muchas cosas. -Te lo prometo mi Señora- Aurora abrazó a la niña mientras unas lágrimas corrieron por su rostro- se levanto y fue a su estante, sacó un frasco con un líquido de color violeta y le dio a beber a Althaír, quién cayó profundamente dormida en sus brazos, en seguida la recostó en su cama. Sara y Jeff observaban boquiabiertos la escena, mientras afuera, se escuchaban estruendos fuertes, Aurora puso sus manos sobre la cabeza de la niña y comenzó a salir una luz brillante color violeta, muy parecido al color del líquido del frasco, en seguida repitió algunas palabras. -Lo que viviste aquí, olvidarás, no recordarás nada, ni éste día, ni los de antaño, ni tu nombre, vivirás una nueva vida y serás fiel a tus principios. Los guardias, Jeff y Sara no podían creer lo que veían, la Reina acababa de borrar la memoria de Althaír -Su majestad, no sabía que ud tenía esos poderes- exclamó Jeff incrédulo. -Hay muchas cosas que no sabes de mi Jeff, ahora tomen a Althaír y váyanse. -Mi Señora, ¿qué pasará con Alhena? - preguntó Sara angustiada. -Mandé a buscarla, debe estar en el carruaje, ¡¡ahora váyanse!! ¡¡Ya no hay tiempo!!- Jeff tomó a la niña en sus brazos y salieron corriendo por los fríos pasillos. -Caballeros reales, saquen a los príncipes del palacio!, ya saben dónde tienen que llevarlos- Aurora daba instrucciones a sus soldados, mientras tomaba su espada y su dignidad. Alhena se divertía mientras tanto mirando como todos luchaban, reía y gozaba viendo las batallas, hasta que una sombra la asustó, miró hacia atrás y era nada más ni nada menos que Abel, este la tomó de sus ropas diciéndole. -Con que tú eres la joyita preciosa del Reino de Sión! - Alhena gritó del susto y logró zafarse del Abel de un fuerte mordisco, cayó al suelo, se levantó de prisa y corrió con todas sus ganas en medio de la guerra desatada, entre los robustos guerreros y los caballeros reales del Reino, pero Abel era un tipo hábil y rápido, logró alcanzarla y tomándola de sus cabellos la atrajo hasta él. -Mira mocosa mal criada, ¡si vuelves a morderme te voy a arrancar el cabello con mis manos – Alhena gritaba auxilio!, pero nadie acudía a ayudarla, trataba de zafarse nuevamente pero era sólo una niña pequeña de 7 años, Abel amarró sus manos y la soltó. -Despídete de tu casita, ahora vendrás conmigo, yo seré como tu papi, estarás bien atendida no te preocupes, pero sólo si haces lo que digo, si no, ya verás… todo depende de ti- Alhena no pronunciaba ninguna palabra, el miedo la dejó muda, intentaba zafarse una y otra vez de sus amarras, pero le fue imposible, Abel no sabía que existían dos niñas idénticas, él pensaba que tenía frente a él, a la dueña de la estrella dorada, de pronto mientras acomodaba las amarras de Alhena un rayo de color violeta cayó en la espalda lanzándolo lejos. Aurora venía decidida a luchar contra Abel. -Deja en paz a esa pequeña, ¿no te da vergüenza? – la Reina tomó a Alhena y quitó sus amarras rápidamente, mientras Abel muy molesto se levantó y se dirigió con paso lento hacia Aurora. - ¿Cómo está la Reina? Jajajajajajajajaja- exclamó burlándose. - ¿Qué se siente perderlo todo en tan sólo unas horas?, esa niña va a venir conmigo. -No te atrevas a tocarla con tus asquerosas manos, lo único que te llevaras de aquí va a ser a tu gente- Abel reía a carcajadas, mientras Alhena se escondió detrás de la Reina. -Lástima que no sepas perder, sería todo más fácil, su majestad- exclamó nuevamente burlándose Abel. -Tendrás que acabar conmigo primero, si quieres a esta niña- gritó Aurora mientras desenfundaba su espada- Althaír se escondió en un rincón y Aurora le lanzó un rayo de color violeta formando un campo de energía que la mantenía segura como un escudo. -Pues tú lo pediste, su majestad – Abel tomó su espada y comenzó a atacar a la Reina con mucha energía, mientras Jeff y Sara llegaron al carruaje, pero se dieron cuenta de que Alhena no estaba ahí. - ¡Dios mío!, la niña Alhena no está aquí- exclamó angustiada Sara. - ¿Dónde está Alhena?- preguntó Jeff al caballero que había ido a buscarla. -Lo lamento joven Jeff, no logré encontrarla, la busqué por todos lados, pero le juro que… -¡Eres un imbécil!, es una niña pequeña ¿cómo no pudiste encontrarla? - exclamó Jeff furioso- en ese momento llegó corriendo desesperado el general de los caballeros reales, gritándoles- ¡deben irse, han entrado al castillo, no pueden seguir aquí!, Jeff subió a Althaír recostándola sobre el asiento delantero del carruaje y tomó del brazo a Sara empujándola dentro del carruaje. - ¿Qué haces? - exclamó enojada. -Debemos irnos, ¡súbete ahora! -Pero… ¿y la niña Alhena?, ¡no podemos dejarla! - ¿Qué no lo entiendes?, ¡sube al carruaje ahora!, ¿o quieres que nos maten también? – Sara subió con sus ojos llenos de lágrimas, llorando a mares, mientras Jeff daba la orden de partir. Aurora peleaba con todas sus fuerzas al igual que los caballeros reales, era una batalla cuerpo a cuerpo, sin piedad, Alhena observaba todo desde ese rincón protegida por el escudo de energía que la reina le dió, lloraba desconsolada, estaba asustada y temblaba. Abel no paraba de atacar mientras los soldados de Aurora caían uno a uno, cada caballero caído era una estocada directa al corazón de Aurora, Abel cansado ya de la batalla. lanzó su espada lejos y con un pequeño rayo de energía le quitó a la reina su espada también lanzándola lejos, mientras se acercaba a ella con paso seguro. -Se acabó la batalla Aurorita, ríndete ahora- dijo Abel mientras ponía su pie derecho sobre el torso de la reina. -Jamás me rendiré- Aurora lanzó otro rayo de energía color violeta a su enemigo, pero este fue más grande, Abel fue lanzado lejos y chocó contra una gran muralla, pero se levantó, tomó la espada de Aurora y como si fuera un rayo la lanzó a gran velocidad y aterrizó justo en el abdomen de la reina, quién quedó inmóvil unos segundos, Alhena al ver esta horrenda escena, dio su último grito y luego quedó completamente muda durante mucho tiempo, Aurora cayó al suelo y el campo de energía que cubría a la pequeña desapareció, Alhena corrió hacia su monarca, y arrodillada a su lado tomando su mano, escuchó las últimas palabras de aquella majestuosa y generosa reina. -No llores, debes ser fuerte de aquí en adelante mi niña, la vida a veces es injusta, pero yo sé que tú saldrás adelante y junto con tu hermana, algún día restauraran este bello reino, prométeme que serás una buena niña. Alhena sólo asintió con su cabeza y de pronto la mano de Aurora cayó bruscamente, Alhena lloraba sobre el cuerpo inerte de su única figura materna, muchos sentimientos y pensamientos se cruzaban por el corazón y la mente de la pequeña, Abel celebraba victorioso junto a sus sirvientes, mientras caminaba a tomar por rehén nuevamente a Alhena, pero esta vez no sería tan fácil, cada paso que Abel daba era un puñal para la niña y cuándo lo escucho cerca de ella para tomarla, se levantó de golpe y un halo color blanco comenzó a rodear a Alhena, dió un grito desgarrador mientras Abel y sus soldados miraban asombrados, un viento fuerte empezó a correr, tanto que algunos de los sirvientes salieron volando, Abel se agacho para tratar de resistir el fuerte viento, los ojos de la niña se volvieron dorado brillante y lanzó energía directo a su enemigo, con su rostro mojado en lágrimas, gritando del dolor que tenía en su corazón, Abel salió volando muy lejos junto con todos sus hombres, Alhena fijó su mirada hacia su enemigo y comenzó a ir tras él, mientras éste sentía por primera vez en su vida pánico y terror, jamás imaginó un poder tan grande, Alhena caminaba hacía él sin desviar la mirada y Abel no sabía cómo defenderse, estaba mal herido por el gran golpe de energía lanzado por la pequeña y fue en ese momento en que Alhena volvió a lanzar energía hacia el asustado hombre, éste nuevamente fue lanzado lejos, rasgándose toda la ropa de cuero que usaba, Alhena barrió con todo a su paso, de pronto agotada, cayó de rodillas y perdió el conocimiento. A lo lejos Jeff y Sara contemplaban el Reino, ambos en completo silencio, muchos pensamientos venían a la mente de Jeff, recordando desde el primer día en que entró a la escuela de caballeros, luego de que Aurora lo encontrara abandonado a su suerte en un río cercano al palacio, unas pequeñas lágrimas rodaron por sus mejillas, pero las secó rápidamente. Sara miraba cada recuerdo de su infancia en el reino, ella nació allí, era hija de campesinos y quiso entrar a trabajar con la Reina a muy temprana edad, ambos tenían una historia en aquél lugar, era doloroso ver desde lejos cómo era completamente destruido, Jeff sentía rabia, ira, tristeza profunda, pero recordó que hizo una promesa a la mujer que vio como una madre y contempló a la pequeña que dormía profundamente y no se daba cuenta de nada, fue en ese momento en que se juró a sí mismo cumplir la misión de la mejor forma posible, era una misión muy grande, se preguntaba cómo entrenar a una niña tan pequeña, ¿qué clase de poderes tendrá?, ¿podré guiarla?, muchas preguntas venían a su cabeza y decidió tomar aquel libro y comenzar a leer, a conocer a Althaír desde ese misterioso poder que llevaba escondido y del que desconocía muchas cosas, entre la lluvia que caía por sus mejillas, trató de leer esas viejas páginas.
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