Calliope sintió la mano del hombre en su sex0 y pegó un pequeño brinco, una parte de ella quería salir corriendo, no le parecía correcto lo que estaba sucediendo, pero otra parte de ella, la curiosa, la que de cierta manera se sentía falta de afecto, añoraba sentirse querida, sentía su cuerpo arder, pero al mismo tiempo no pudo dejar de visualizar a la madre superiora.
"—Calli nunca dejes a un muchacho tocarte allí, si no es tu esposo, porque eso solo está reservado para cuando te unas en matrimonio con el hombre a quien amas.".
Recordar esas palabras, fueron como una especie de balde de agua fría para ella, le sostuvo la mano para evitar sus caricias y con la otra mano lo empujó para apartarlo de ella.
—No, por favor para esto no está bien... Apenas si lo conozco y la madre superiora siempre me ha dicho…
—¿No tienes criterio? ¿Debes invocar las palabras de otra persona y dejarte influenciar por ella? Creí que eras una mujer, no una niña.
La voz del hombre era dura, al mismo tiempo dibujaba una expresión de desprecio en su rostro, pues no podía dejar de pensar en su hija, quien estaba muerta por culpa de la maldit@ sangre de la mujer frente a él y eso lo llenaba de odio, pues quería era tomar su cuello y partírselo de una vez para acabar con todo, no obstante, debía hacerla padecer lo que sufrió su niña, su Basha.
La chica lo miró con ojos abiertos de par en par, estaba desconcertada por esa actitud, porque es como si el hombre tuviera dos personalidades, por un momento sintió miedo y la necesidad de alejarse de él, sin decir nada, se quitó el cinturón de seguridad, abrió el seguro del auto y salió corriendo sin mirar atrás mientras las lágrimas corrían por sus ojos.
Miraba a todos lados asustada, como un cervatillo huyendo herido, no sabía qué hacer, ni a dónde ir, ni siquiera cuánto tiempo corrió, solo era consciente, del concreto lastimando sus pies, se sentía sin mucho aire, encontró una banqueta y se sentó allí perdida.
Entretanto Ares golpeaba el volante del auto con la palma de la mano, recriminándose.
—¡Maldita sea! ¡Eres un idiota! La dejaste escapar, de esa manera, ¿Cómo vas a lograr enamorarla, cuando estás haciendo justo lo contrario para que huya de ti?
Sacó el automóvil, recorrió las zonas aledañas al centro comercial, hasta tomar una calle solitaria, ornamentada con bancos de hierro forjado y allí estaba, había flexionado sus piernas subiéndolas a la banqueta, juntándolas, mientras reposaba su mentón sobre sus rodillas.
Por un momento parecía una adolescente sumida en sus pensamientos, indefensa, ingenua, ella era tímida, más inocente a Basha, su hija era atrevida, no se quedaba callada cuando algo no era de su agrado, era extrovertida, le gustaba estar rodeada de amigos, ser admirada, segura de sí misma, en cambio, Calli, era introvertida temerosa, le gustaba pasar desapercibida, no era, sino una tonta
Ella se dio cuenta de su presencia, se levantó de su asiento y empezó a correr del lado contrario a dónde él estaba, Ares la siguió, le colocó las manos por el hombre y la atrapó, pegándola a su pecho, más fueron las palabras pronunciadas al siguiente momento que la dejaron por completo desconcertada.
—¡Lo siento! Me molestó que pensaras en la madre superiora justo en ese momento —la giró y le dio un beso en la nariz, sus ojos expresivos, hicieron saltar el corazón emocionado del hombre.
» Vamos a comprar tus cosas —la levantó entre sus brazos y la llevó cargada al auto, mientras ella sentía sus pulsaciones aceleradas producto de la emoción provocada por tenerlo tan cerca.
La subió al auto y regresaron al centro comercial, la volvió a alzar en brazos y la llevó al interior de una tienda, la sentó en el sofá, al mismo tiempo que la dependienta se le acercaba.
—Bienvenido, señor Kiry...—antes de poder continuar hablando, Ares la interrumpió.
—Señorita, búsqueme por favor, ropa interior, pijama, blusas, jeans, calzados, de la talla de la señorita —exigió a la mujer.
—Señor ella es más o menos de la contextura como era su hija o …—el cuerpo de Ares se tensó de la incomodidad, porque Basha era un tema sensible para él, no titubeó en arremeter de forma verbal en contra de la dependienta.
—¡Cierre la boca! ¡¿Usted es ciega?! Solo mírela y haga sus cálculos, para eso es dependienta de este lugar y deje de hacerme preguntas tan estúpidas y si no tiene esa capacidad, muy bien puede renunciar a este trabajo y buscarse uno donde le paguen por su capacidad de hablar —espetó con claros indicios de enfado.
—Disculpe señor... No se repetirá —respondió la empleada nerviosa a punto de llorar, saliendo con prisa a cumplir con lo ordenado.
Entretanto Calliope se quedó estática, casi sin respirar, con decenas de preguntas revoloteando en sus pensamientos "¿Hija? ¿Tiene una hija de mi edad? ¿Será casado?", Preguntó frunciendo el ceño "¿Por qué trató de esa manera a la chica? ¿Por qué no la dejó hablar?", No entendía su actitud amargada, esa situación la ponía nerviosa, al punto de no poder evitar la ansiedad, su respiración se agitó y un sudor frío comenzó a recorrer su frente, sentía que en cualquier momento se desvanecería.
—Será mejor irnos… no le quiero causar problemas a nadie, estoy siendo una carga para usted... No deseo eso, por favor lléveme a una estación policial, allí pueden dar con mi familia, con algunos de mis hermanos, ellos son conocidos en la ciudad.
Ares se dio cuenta de que su actitud de momentos antes, la asustó de nuevo, parecía como una especie de esos animalitos encerrados en su caparazón como mecanismo de defensa, como si cualquier palabra dicha en voz alta o expresión la hicieran correr espantada.
Si no fuese por su venganza, quizás le tendría compasión, porque definitivamente, era una chiquilla cuya personalidad no tenía nada digno de admirar, lo irritaba esa gente tan insegura de sí misma, tan insignificante, sin ningún sabor.
Respiró profundo, en vez de decirle lo que pensaba, profirió un discurso para engatusarla y la tonta terminó creyéndole.
—No te sientas mal por lo sucedido, en verdad deseo ayudarte, no tomes en cuenta mi llamado de atención de instantes atrás, no iba dirigido a ti, sino a esa chica, hace demasiadas preguntas, eso me incomoda, mi vida privada no es asunto de nadie. ¿Entiendes?
Ella asintió, lo miró con esos ojos tan expresivos y cristalinos, sin nada que esconder, sus largas pestañas rozaban en sus cejas, parecían las facciones de una fina muñeca, no pudo evitar sentir una corriente de excitación recorrerle de pies a cabeza.
”¡¿Qué diablos me pasa?! ¿Será mi abstinencia que me hace desear a esta jovencita? Evidentemente, lo único que tiene es su físico y nada más atractivo para mostrar?", se preguntó.
Sus pensamientos fueron interrumpidos, cuando apareció la dependienta con las prendas que le había pedido.
—Calli, debes entrar al vestidor para medirte la ropa —propuso.
Un suave rubor cubrió las mejillas de la joven, intentó hablar para oponerse porque no le gustaba medirse ropa, cuando solía ir de compras seleccionaba una prenda y terminaba llevándose la misma de diferentes colores, solo tardaba en pagar, más este caso era diferente, no quería decepcionar al hombre, tampoco hacerlo molestar, por eso al final accedió para complacerlo.
Sin embargo, aunque le pidió salir para ver su ropa y ayudarla a seleccionar las prendas, esta vez fue mayor su timidez a sus ganas de complacerlo y se negó.
Una hora y media después, estaban llegando al apartamento de Ares cargados de las bolsas de compras, porque al final el hombre terminó seleccionado también varias prendas para ella.
Entraron al departamento, decorado en estilo moderno con colores claros, se veía extremadamente ordenado, no pudo ver nada porque casi de inmediato la invitó a sentarse en el sofá de la sala, mientras él caminaba a arreglarle la habitación donde dormiría, porque el apartamento contaba con solo dos habitaciones habilitadas una de él y la otra fue de su hija, rara vez se quedaban allí, solo cuando estaban en algún evento o reunión y terminaban muy tarde para no regresar a la mansión que quedaba un poco lejos de la ciudad.
Entró a recoger todo indicio de Besha, fotografías, agendas, diplomas, cualquier objeto con el cual pudiera identificarla.
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Calli mientras tanto se sintió inquieta, prefirió levantarse para poder calmar su ansiedad, se cruzó de brazos y comenzó a caminar de un lado a otro, hasta detenerse en una mesa de cristal, donde varias fotografías llamaron su atención, se veía la imagen de un Ares mucho más joven, parecía un adolescente con una pequeña como de diez años, ambos sonriendo felices a la cámara.
Su expresión era tan contagiosa que la chiquilla no pudo evitar esbozar una sonrisa, tomó el porta retrato para mirar con más atención la imagen, sin embargo, una voz enfadada detrás de ella la saco de su ensoñación.
—¡¿Qué haces allí?! ¡¿Cómo te atreves a tocar mis cosas?! ¿Quién te autorizó? ¡No toques esa fotografía! —exclamó con violencia, haciendo saltar a Calli del susto, al mismo tiempo la fotografía resbaló de sus manos, cayendo sobre las otras y rompiendo en el acto todos los cristales de los portarretratos.
«Sea cual sea la magnitud del desastre, ningún cataclismo impedirá que la Tierra siga girando.» "El atentado" (2005), Yasmina Khadra.