CAPÍTULO I
Aun el sol no había salido, pero ya empezaba a clarear, pronto amanecería, había sido una noche estrellada, de esas en las que desde hacía mucho tiempo me dedicaba a contemplar el firmamento, estuve mirando esos puntitos luminosos en el cielo, la idea de que tanto como hay por allí, no puede estar vacío, me viene rondando desde hace muchísimo tiempo, ¡eso seguro que no es posible!, pero ¿cómo se podría llegar a saber, si es así, o no?
Me fui a acostar, tenía que dormir, aunque solamente fuera un poco, para no estar cansino después toda la jornada. Cuando estaba cerrando el balcón, eché mi última mirada a ese cielo maravilloso, y pensé, “¡Seguro que sí!, que hay muchos habitantes en otros lugares, aunque quizás no sean como nosotros”
Me desperté sobresaltado, de un salto me bajé de la cama inmediatamente, y poniendo los pies en el suelo, al contacto con el frío de las baldosas, me espabilé, ¿qué había pasado?, no lo sabría decir a ciencia cierta, ¡quizás un sueño, un extraño y raro sueño!, pero fue tan real, que en estos momentos me parecía que todo había sido una vivencia, asombrosa sí, ¡desde luego! Un tropel de imágenes, acudían a la mente, ese viaje tan insólito, ¿cómo habría sido?
Miré a mi alrededor, noté que algo me estaba pasando, me fijé bien y me di cuenta de que lo que estaba viendo, era como poco a poco las casas de la ciudad se alejaban. No sabía que era yo el que me estaba marchando, la sensación que tenía era de que flotaba, pero ¡eso no podía ser!
De pronto en un momento, al volver a mirar, vi el mar, la inmensidad del agua me hizo darme cuenta de que algo raro sucedía, cada vez todo lo veía más lejos, era como si la visión que iba teniendo se fuera difuminando, ya no podía apreciar bien nada, solo una enorme bola que supuse que sería la Tierra, ¿cómo era posible que yo la estuviera viendo desde aquí?, ¡eso me parecía imposible!, era igualita que esas imágenes que nos mandan los astronautas de La Nasa, captadas desde una de las ventanas de la Estación Espacial. Allí a lo lejos La Tierra, ¡nuestra querida Tierra!, tan azul, tan sola en la inmensidad del espacio.
Pero yo, ¿qué hacía aquí?, ¿dónde me encontraba?, ¿cómo podía estar contemplando esa visión?, sin embargo, antes de obtener ninguna respuesta, comprobé que seguía alejándome, ahora esa Tierra, que hace solo un instante veía con gran nitidez, se había convertido en un puntito lejano, casi, casi inapreciable, ¿qué me estaba pasando?, ¿a dónde iba?
Seguí mirando asombrado a mi alrededor, mi viaje hacia donde fuera, continuaba. En un momento, pude comprobar cómo a mi lado pasaban lo que me parecieron grandes pedruscos, enormes rocas ¿serían esos los asteroides, de los que tanto se hablaba últimamente?, ¡eran muchísimos!, ¿de dónde habrían salido?, los había por todas partes, temí por unos instantes, que alguno me diera un golpe, desde luego, si lo hacía, no habría forma de librarme, eran tantos los que había por allí flotando, de todos los tamaños, algunos eran como grandes montañas solitarias a la deriva, ¿qué sería este lugar?, si solo hacía unos instantes, todo estaba desierto, por más que mirara, hacia un lado o hacia el otro, no se veía nada, solo vacío, un inmenso vacío y ahora por todos los sitios veía esos extraños cuerpos flotando, ¿cómo habrían llegado?, ¿a dónde irían?, no sé, me surgieron preguntas y más preguntas, esto no me podía estar sucediendo, debía de ser una pesadilla, pero parecía tan real.
Pero ¿qué había pasado?, no sé si había cerrado los ojos, lo que sí que sé, es que al instante siguiente ya no estaban, era como si al ir en direcciones distintas me hubieran pasado y ellos siguieron su camino, y yo el mío, ¡menos mal, me había salvado por los pelos!, desde luego en esos momentos recordé, el miedo que tienen algunos científicos en que una de esas rocas impacte en la Tierra, ¡lo entiendo!, con la velocidad que van y lo grandes que son, el impacto, cuanto menos sería terrible, pero ahora yo me había salvado y eso era lo que importaba.
Continuaba avanzando, no sé por dónde estaba, todo permanecía oscuro, en absoluto silencio, de vez en cuando pasaba algo cerca, o mejor sería supongo yo, que era yo el que pasaba cerca de algún cuerpo, quizás serian planetas, ¡no lo sabría decir!, las cosas por aquí no son fáciles de describir, lo que sí que me he dado cuenta, es que hay algunos de los que he pasado redondos, ¿cómo se puede un cuerpo en el espacio poner redondo?, las piedras de antes, cada una era diferente, aunque bien pudieran ser trozos de algo, un planeta, un cometa, ¡yo que sé!, pero sí, trozos con distintas formas, pero esos enormes cuerpos redondos que he podido observar, ¡no sé, todo era tan raro!, creo que cerré los ojos, como queriendo pensar que todo era un sueño, que nada de eso era real, que estaba tumbado en mi cama y cuando los abriera, lo único que vería sería el techo de mi habitación.
¡Pero no!, al abrirlos de nuevo, me volví a ver en el mismo sitio. Bueno, ¡no es cierto del todo!, comprobé que seguía mi raro viaje, ¿dónde estaba?, ¡no lo sé!, ¿a dónde iba?, ¡ni idea!, ¿cómo había llegado hasta aquí?, ¡eso tampoco lo sé!
Nada de esto tiene una explicación, pero aquí estaba yo, ¡de eso sí que estaba seguro!, y no parecía que fuera un sueño, o si lo era, desde luego era un raro sueño.
Expectante seguía comprobando como mi ascenso seguía y seguía, parece ser que no había fin, que estaba en un espacio infinito y que por mucho que volara, sí eso era lo que estaba haciendo, por mucho que ascendiera, siempre había más y más, ¡esto no se acababa!
De pronto, la verdad es que no sé cómo pasó, me vi parando y poniendo mis pies en el suelo, en un lugar completamente inesperado, era como si estuviera encima de una nube, pero abrí más los ojos, para quizás comprobar el lugar donde me encontraba, y vi que el suelo que pisaba era acuoso, de un color grisáceo, de una textura blanda. Intenté dar un paso, para comprobar si podía andar y vi que era imposible. Mi pie parecía que se había pegado al suelo, era como si fuera muy pesado, y mis movimientos no respondían a lo que mi cabeza le pedía, lo volví a intentar, y nada, seguía allí como clavado a aquel extraño sitio.
Estaba allí parado, sin saber qué hacer, cuando algo me sorprendió aún más, por un momento creí haber escuchado algo dentro de mi cabeza, puse atención y el instante siguiente de nuevo lo volví a escuchar:
―¡Piensa, solo piensa!
―¡Pensar!, ¿en qué? ―pregunté inmediatamente, pues sí, estaba seguro de que lo había oído, aunque de nuevo me había parecido que había sido dentro de mi cabeza.
―¡Piensa! ―volví a escuchar.
―¿Quién está ahí? ―pregunté asustado.
Hasta ahora todo había sido muy… ¿cómo diría?, ¡alucinante!, pero al fin y al cabo era yo solo el que experimentaba el viaje, y como en el fondo podía ser un sueño, no me preocupé demasiado, pero esto de ahora era mucho más raro, ¿cómo iba a escuchar algo?, seguro que era mi imaginación, pues además en todo ese largo recorrido que había hecho, una cosa que me había llamado la atención, había sido el gran silencio, sí, nada se escuchaba, ni cuando pasaron aquellas piedras o asteroides, ¡como quiera que se llamen!, noté el menor ruido, y ahora así, sin más, esto.
Miré asustado a mi alrededor, ¡no era posible que hubiera alguien!, y claro, no vi nada, estaba yo solo, por lo que descarté inmediatamente lo que había escuchado, intenté probar de nuevo a dar un paso, a soltarme de lo que fuera aquello, ¡imposible, no lo conseguí!, a pesar de haber hecho un verdadero esfuerzo para ello, seguía allí pegado al suelo, en el mismo sitio sin haber avanzado ni siquiera un solo centímetro.
Me miraba una y otra vez los pies, para poder comprobar qué era lo que sucedía, qué me aprisionaba de esa manera, si es que había algo que hiciera que no me pudiera mover, pero solo veía ese suelo acuoso, aunque era un agua algo rara, ¿cómo diría yo? algo así como si estuviera metido en mercurio, ¡sí, ese parecido tenía!, una pasta grisácea, suavecita pero un poco más trasparente, porque a través de ella podía ver bien mis pies, aunque aquello me llegaba un poco más arriba de los tobillos. Al volver a intentar moverme de allí, volví a escuchar:
―¡Piensa, solo piensa!
De nuevo esa especie de voz, que me resonaba dentro de la cabeza la volví a oír, “¿Por qué no?”, esta vez me dije, y pensé “¡Quiero moverme”!
No había terminado de hacerlo, cuando noté cómo mi cuerpo se liberaba de aquel sitio donde había estado sujeto y cómo se elevaba lentamente, hasta una altura aproximadamente de un metro, ¡aunque no lo podría asegurar!, ¡todo era tan inesperado, tan raro!, pero sí, me había elevado de aquella sustancia de la superficie, y como en esos momentos temí caerme, y quedar atrapado por aquella masa, pensé, “¡Quiero trasladarme!”, y noté cómo poco a poco, a esa misma altura, inicié un movimiento. Me asusté, pero seguí, ¡no sabía que pasaba, ni lo que aquello era!, pero vi que por lo menos no estaba prisionero de aquella masa o lo que fuera, de lo que estaba formado aquel suelo, seguí con aquel traslado un poco más, y de nuevo pensé “¡Quieto!”, y al instante me paré, ¿qué era aquello?, ¿qué me estaba pasando?, noté como me iba poniendo cada vez más nervioso, tenía que tranquilizarme, lo que me sucedía no tenía ninguna explicación lógica, seguro que era producto de un mal sueño, pero en ese mismo instante volví a escuchar:
―Sigue pensando.
―Pensando, ¿en qué? ―pregunté enseguida con una confusión que me recorría todo el cuerpo, ¿cómo iba a seguir con una cosa que no sabía lo que era, ni a donde me llevaría?, pero de nuevo sorprendido volví a sentir esa, diría que voz interior, que me susurraba:
―¡Piensa, no tengas miedo!
Pero ¿quién sería el que me decía eso?, miraba por todos lados, pero nada había, vacío, un vacío interminable, y ni rastro de nadie más, además ¿y qué pretendía que pensara?, pensar ¿en qué?, ¿cómo?
―¡Solo piensa!
Volví a escuchar, y me pareció que cada vez que lo oía, era como si lo hiciera mejor, como si quien me estuviera hablando, se encontrara más cerca, explicar lo que sentía, me es muy difícil, pero estar experimentándolo, era como poco, alucinante. En esos momentos me dije, “si lo único que me piden, es que piense, pues voy a hacerlo a ver qué sucede”
“¡Me daría una vuelta!”, pensé y al instante siguiente me encontré dando una vuelta a todo mi cuerpo, ¡la verdad es que me sorprendió mucho!, pero como había sido yo el que lo había de alguna forma pedido, pues la sorpresa fue agradable, si se puede decir de esa forma, pues yo no había hecho nada para conseguirlo, y a pesar de ello había dado una vuelta entera a mi cuerpo, sin esforzarme nada.
“¡Quiero subir más alto!”, fue lo siguiente que pensé, enseguida vi, cómo, aquel podríamos llamarle “suelo”, se quedaba más distante, yo había ascendido como unos diez metros, desde allí miré a mi alrededor, trataba de encontrar, no sé, a alguien que fuera el que me estuviera hablando y por eso le escuchaba, aunque estoy bien seguro de que no era por las orejas, la sensación era que lo oía por dentro de la frente, ¡raro, sí!, pero eso era lo que en aquellos momentos sentía.
Allí arriba, sintiéndome más seguro, que cerca de esa masa húmeda del suelo, estuve un rato, tenía que aclarar, si es que podía, todo eso que me estaba sucediendo, pero poco me duró la tranquilidad, pues enseguida volví a oír:
―¡Piensa!
―¿Pensar?, pero ¿qué quieres que piense? ―pregunté enfadado, al volver a escuchar aquello de nuevo, reconozco que con un tono de voz un tanto alto, producido seguramente por los nervios que en esos momentos tenía, esperaba que aquel que me estuviera hablando, me aclarara algo, y así poder saber de quién o qué se trataba.
El silencio que siguió, me dejó un poco confuso, cuando no le he hablado, le escuchaba, y cuando yo le he preguntado, se ha quedado callado, ¿qué es todo esto?, ¿quizás un juego?, cada vez mi impaciencia iba aumentando.