Millie El doctor Warner entró en la sala de consulta con una sonrisa en los labios, lo cual no me decía mucho, ya que ese hombre era una eterna bola de sol. Era una de las principales razones por las que lo elegí hace años y por las que seguí con él. —Millie, parece que tenías razón. Felicitaciones. —Me dedicó una sonrisa radiante—. Según los análisis de laboratorio, estás de unas doce semanas, pero sabremos más una vez que hagamos un examen. Embarazada. No pude escuchar nada más de lo que dijo el doctor Warner porque esa palabra rebotaba en mi mente como una bala. Embarazada. Estaba embarazada. Iba a tener un bebé. Iba a ser madre y no estaba para nada preparada para eso, ni remotamente. Siempre había planeado tener un esposo y una casa antes de que llegara un bebé a nuestras vidas.

