Rhys
—Sí, mamá, sé que no seré joven y guapo para siempre. —Intenté no poner los ojos en blanco, aunque sabía que no podía verme. Mi madre tenía una habilidad especial para enterarse de todas mis fechorías.
—Siempre supe que esa cara tuya te metería en un mundo de problemas, hijo, pero ¿en qué estabas pensando al ir tras esa mujer de esa manera? —Por supuesto, incluso mi propia madre estaba del lado de Andreina.
—No fui tras ella, mamá, solo expresé mi opinión. Eso aún está permitido en América, ¿no?
—No seas listillo, Rhys, no es muy atractivo. —Si cerraba los ojos, casi podía ver la mirada de decepción en su rostro. —¿Qué es esto que escucho sobre una apuesta? No estarás apostando, espero.
—No es apostar como lo hacía papá —le aseguré. —La mujer que tanto defiendes me acorraló e
