Después de avanzar entre hermosas praderas y campos llenos de sémola, supe que tendríamos que encontrarnos con algunas viviendas. Jon no mencionó nada. En mi caso, me sentía muy a gusto a su lado, era toda una fortuna contar con su protección. Creo que me preocupaba el hecho que en el momento menos esperado nuestro viaje podría terminar más que, alguien me atacara o algo por el estilo. Conforme avanzábamos por lugares tan hermosos, me daba cuenta de lo maravilloso que resultaba estar tan lejos de casa, peligroso, pero me encantaba la sensación de libertad en todo momento. Tal como lo había pensado, al lado de una laguna había varias viviendas. Eran a lo mucho, unas veinticinco casas, todas como enterradas en el verde forraje. Solamente se asomaban las pequeñas puertas con muchas piedra

