Jon asomó su mirada hacia mí. Se abrió camino entre el lugar pululado de gente en fiesta. Sus pasos al andar fueron rápidos y precisos, sin inclinar ni un momento la vista. —¡Salvó a varias víctimas! —Dije con voz alzada al verlo frente a mí. Sus labios se curvaron en una tierna sonrisa. —No siempre la solución es matar y destruir, Princesa. Mi respiración se convirtió en un suspiro que no pude reprimir, verdadera admiración brotó al contemplar sus ojos. El cielo se había oscurecido, la noche avisaba que pronto se haría presente. —¿Qué pasará ahora, Jon? Su vista se volvió a la multitud que seguía celebrando. —Probablemente no dormiremos bien. Será imposible entre tanta fiesta y alegría. Unirán en matrimonio al amigo de Ulises y a la hija de Borías. Me alegró saber que el

