Iba al frente atravesando un bosque desconocido. Nadie mencionó más, pero podía percibir el inmenso resentimiento que tenía contra mí.
Tal tirria me resultó razonable al pensar con detenimiento. Tenía todo el sentido que abominara a la persona causante de una herida casi de muerte de su único hermano y familia.
Avanzamos en silencio durante largo rato hasta llegar muy cerca de un vasto río.
—El agua es muy turbia no sé si debamos cruzar —Proferí dubitativa al mirar la impetuosa corriente. Me detuve de inmediato.
—Pues tendremos que hacerlo, no podemos volver.
Inés tomó la delantera, sin embargo, dirigí mi atención a Joaquín. Su rostro se tornó pálido, resaltaban sus ojos cansados; el color azulado en sus labios inhibió mis deseos de seguir avanzando.
—Joaquín, no lo creo. En su esta
