ANNA KALTHOFF
—Anna —susurra, y mi reacción es inmediata.
Rompo en llanto.
El pecho me oprime, la vista se me nubla por las lágrimas, la respiración me falla y las palabras se me quedan atoradas en la garganta.
Él también llora. Puedo escuchar su llanto ahogado a través del teléfono.
No puedo articular palabra alguna. Me siento embotada por los miles de emociones que se arremolinan en mi interior. Todo me parece irreal, hasta la vocecita de Mia que me pide que no llore.
—Es… ¿Esto es real? —le pregunto, con la voz entrecortada por los sollozos ahogados—. Por favor, Alexander, dime que esto no es un sueño.
Temo despertar de un momento a otro y encontrarme con la triste realidad. La cruda realidad en la que Alexander sigue sumergido en aquel profundo sueño.
Que de un momento a ot
