Capítulo 1.

2184 Words
Ya he aterrizado en la ciudad de Riad, me encuentro caminando por el pasillo respirando el aire caliente de donde nací, ha cambiado mucho, he pasado mucho tiempo desde que deje mi vida de mujer oriental, por ser una simple mujer americana; me dirijo hacia la salida y me encuentro al chófer de mi padre con un cartel de bienvenida, me acerco a él, y lo saludo con cordialidad y alegría.   -Salam maeak Bhair (la paz esté con vosotros Bhair) - lo saludo con un beso en la mejilla.   -Wamiek aydaan ansat Rany (y con vosotros también señorita Rhani) - dice con una enorme sonrisa en la cara - Mejor que nos marchemos, su familia la espera querida niña.   -¡Por supuesto!- Murmuro nerviosa- que raro que no vino mi madre-  pregunto, ya que conociendo lo intensa que es, era para que estuviera  aquí.  -Ella ha estado muy ocupada en los preparativos de la boda, además el señor no se encuentra en casa, y ya sabe cómo es su madre, nunca sale sin su permiso- responde, me encojo de hombros.   -Cierto- murmuro pensativa, hasta que- espera dijiste ¡boda! ...- pregunto un poco desconcertada, mi madre no me había dicho nada cuando hable con ella, no hace unos cuantos días atrás. -Usted no lo sabe- me pregunta  incrédulo.   -No... Y quien se casa- pregunto nerviosa, ¡por favor que no sea yo!, murmura mi yo interior, casarme seria mi ruina y más ahora cuando mi vida va tan bien.   -Bueno subamos al auto- omite mi pregunta, el hombre habré la puerta y nos adentramos en ella, él en el piloto y yo en la parte de atrás, nos ponemos en marcha, mientras me distraigo viendo los grandes edificios que pasan con rapidez.   Me remuevo incomoda en el auto, después de unos minutos decido preguntar -Y entonces me piensas decir, ¿quién se casa?... -Sus padres organizaron el matrimonio de su hermano Bezalet, con la hija menor del señor Mohamed Abdul- responde sin quitar su mirada del camino.   -Abdul ...- saboreo ese apellido, si son los que yo pienso, quiere decir que mi hermano se casara con la hija de uno de los hombres más ricos de Dubái- Ellos no son los dueños hoteleros más prestigiosos de la ciudad de Riad y Dubái, y buena parte de otros países.   - Sí señorita su padre se hizo socio de esa familia y ahora el que dirige los edificios hoteleros es su hijo mayor, Amir Abdul-me encojo de hombros, no me sorprendería que mi padre le hubiese buscado un muy buen partido a Bezalet. -¡Valla!, no me lo esperaba Bahir, y sabes por qué mi madre no me dijo que mi hermano se iba a casar- pregunto aun esquivada en la calurosa ciudad.   -No lo sé señorita Rhani, sabe muy bien que no me involucró mucho en la vida de su familia, ni en las decisiones de su madre, lo único que si le digo, es que después de que se case su hermano, querrán casarla a usted- me tenso, es así cuando un tic en mi cerebro despierta.   -Ni por Alláh pienso casarme obligada, preferiría tirarme del rascacielos más grande que tenga Riad- el silencio se hace presente por unos minutos, sé muy bien que Bahir fue criado por las costumbres, y que una chica como yo diga tal cosa, es un pecado muy grande; es como un deshonor asía las leyes islámicas, una mujer musulmana no debe tener pensamientos equívocos sobre su nación de origen, porque se les fue criadas para una sola cosa, "ser las esclavas de los hombres".   -¿Y cómo le fue estos años en ¿Dubái? - pregunta, después de un gran momento de silencio.   -De locura, estudiar trabajar a la vez es bastante tedioso, pero me acostumbre a esa vida, nunca use el dinero que mi padre transfirió para mí- desde siempre me ha gustado llevar mi vida por mí misma, ser mujer es lo peor que le puede pasar a una persona que nace en esta religión, las mujeres no tienen valor alguno en esta tierra y más cuando son poseedoras de años de antepasados,  solo en Dubái pude ser libre, allí era yo, sin reglas sin ataduras, y por supuesto sin ninguna tradición que seguir. Por lo que solo cuentos los minutos para volver a mi vida en Dubái.   -Me alegra mucho por usted señorita, aunque su ausencia en la casa a dado mucho de qué hablar- me encojo de hombros, era de esperarse, viniendo de una familia tradicional. -Por qué lo dices- pregunto sin tanto interés.   -Lo digo por lo que ha pasado durante estos tres años, la familia de vuestros padres han estado en desacuerdo con su estancia en Dubái, piensan que una mujer sola sin protección va contra la religión, además creen que tenga pocas opciones de que se case con un buen partido, todos la ven como la oveja descarriada de la familia.   -Me imagino- respondo, como odio a la familia de mis padres, su manera de pensar es tan machista- era de esperarse- vuelvo hablar, tan solo llevo unos pocos minutos y me dan un  informe completo de todo lo que han dicho de mí, a mis espaldas.   Ya de media hora, llegamos a la residencia de mis padres, se abren las rejas negras, y empezamos a recorrer la mansión Abdaid, todo ha cambiado un monto, antes de que yo me fuera de casa, solo estaba pintada de blanco, ahora solo tiene colores beige y vino tinto con pequeños detalles de dorado, llegamos a la entrada y Bhair me habré la puerta del auto, salgo con su ayuda, para luego verlo bajar las maletas, cuando ya estoy cerca de la puerta, suena mi teléfono, yo Paró para responder la llamada, cuando veo de quien se trata una sonrisa tonta aparece.   -  ¡HOLA Valería! como estas-  saludo efusiva,  no tuve tiempo para avisarle que saldría de viaje, Valería es mi mejor amiga, ella es como la hermana que nunca tuve, y ha sido un gran apoyo para mí, cuando más la necesita.   -Hasta que al fin me contestas dónde demonios te encuentra- responde enojada, suelto un gran suspiro, miro el lugar donde estoy, y no puedo creérmelo, que enserio regrese al lugar donde nací, donde parte de mi infancia están marcadas en estas paredes.   -Estoy en Riad - responde, aun sin quitar la vista de la enorme casa. -Como que estás  en... ¡oh demonios! ... te fuiste a Riad y no me dijiste nada, por lo menos te habría  acompañado Copito de miel- responde melosa, ruedo los ojos por su extraño modo de colocarme apodos.   -Mi madre me llamo, diciendo que tenía  algo muy importante que decirme, no tuve opción-  muevo el pómulo de la puerta para adentrarme en ella- además no podía negarme a decirle que no, hubiese sido capaz de ir a Dubái a buscarme.   -pero por lo menos te habrías acordado de tu pobre amiga, te habría acompañado aunque sea al aeropuerto, además yo...   Camino con la cabeza gacha hasta que me tropiezo con un cajón que está atravesado en el medio del pasillo. Mi teléfono cae y rueda por el resbaloso piso de mármol.   -¡Oh mierda! - exclamo, pero al levantar mi rostro, me fijo que no estoy en el suelo, si no arriba de un hombre, que me mira curioso, y con una sonrisa divertida.   - Disculpa espero que estés cómoda - dice sonriente, me sonrojo.   - Perdona no te vi- trato de levantarme pero no puedo porque uno de sus brazos rodea mi cintura, mi vista se va a sus ojos-  que bellos ojos tienes, ¡oh por Dios que estoy diciendo!-balbuceo, él me mira con una sonrisa ladina, y se encoje de hombros- siempre me lo han dicho- responde arrogante, ruedo los ojos, ¡hombres!  Pienso.   -¡RHANIA!- habla efusiva la mujer que me dio la vida, levanto el rostro y la veo acercarse-  mi pequeña que hacen... ¡oh por Alláh!-  se sorprende al verme en el piso con aquel hombre de ojos platas, mi madre nos mira sorprendida y con un extraño brillo en sus ojos, sus manos tapan su boca evitando reír. Me levanto y tomo mi teléfono, que rodó una buena parte de la estancia - oh, colgó - murmuro en voz baja - qué torpe Disculpa no quería...- trato de excusarme nerviosa.   -No te preocupes fue un gusto amortiguar tu caída- responde, Jesús maría y el arca de Noé, qué ¡HOMBRE!..   Mi madre se aclara la voz- Bueno creo que no los he presentado, Amir querido, ella es mi hija Rhania, Rhani cielo, él es el cuñado de tu hermano.   Él tiende su mano - Amir Abdul, un gusto en conocerte en persona, tus padres nos han hablado mucho de su preciosa hija-la sangre se acopla aun peor en mis mejillas, tomo su mano.   -Rhania Abdaid el gusto es mío, pero solo dime Rhani- digo sin dejar de mirar sus ojos color plata... una corriente eléctrica traspasa por todo mi cuerpo, su toque envía un calor inexplicable.    -Ah um... bueno- lo veo rascarse la nuca incomodo- creo que mejor me marcho, fue un gusto conocer a su hija señora Abdaid, nos vemos pronto-  murmura, Amir se retira, dejando a mi madre y a mi solas. Mi madre solo se me queda mirando de arriba abajo, por un buen momento para luego empezar con lo de siempre.   -Hija porque estas vestida de esa manera- exclama, su mirada despectiva hace que cierta incomodidad de hace unos cuantos segundos, se vuelva en fastidio, ¡hay vamos de nuevo!.. -¿qué?- pregunto neutra, sabiendo muy bien que dirá. -Dónde está tu hijab, por Alláh si te viera la familia así, con esa vestimenta tan occidental, ¡acaso no tienes frio!- su voz sale más chillona de lo habitual, ya había tardado en darse de cuenta- tu padre te va a matar si te ve vestida de esa manera. -Mama así se viste todo el  mundo, además aquí hace mucho calor, y con esos trajes pesados solo ara que  sude como un camello- murmuro con el ceño fruncido, cruzo mis brazos- me gusta como estoy vestida, y lo del hijab sabes lo que pienso de ello, no me lo pondré ni aunque me amarraras una piedra en el pie y me lanzaras al oasis más cercano.   Ella rueda los ojos, resignada de que jamás de los jamases me convencerá, se lo difícil que es para ellos tener una hija que odia sus tradiciones, mis padres son diferentes a muchas de las personas que se rigen a la religión al pie de la letra –está bien- refuta, me sonríe con amor- hoy no quiero discutir con mi hijita adorada, de eso lo hablaremos en otro momento, cuando llegue tu padre, discutiremos contigo algo muy importante.   -¿Que tan importante es?, tengo planeado irme el domingo madre, tengo muchos asuntos que atender en Dubái- respondo sin un atisbo de alegría, no sé muy bien que es tan importante para que me hagan cruzar una buena parte del mar de arena para hablar conmigo. -No creo que eso sea posible querida, tu hermano se casa pasado mañana y tú tienes que estar lista, para aprovechar ese momento para conseguirte un marido.   -No pienso casarme, ni mucho menos sin conocer a esa persona, ya lo habíamos hablado ´um (mama) - reprocho.   -Hija cuando yo me case con tu padre yo no estaba enamorada, y ahora mírame, amo a tu padre más que a mi propia vida- responde con aquella sonrisa tonta que siempre coloca cuando piensa en mi padre, aunque se aman, eso no quiere decir que yo llegue amar al hombre que ellos impongan para mí.   Caminamos Hacia la sala y nos sentamos en los sofás... Suelto un leve suspiro, si  solo me comprendieran un poco. -Madre es muy distinto, cuando te casaste con mi padre eran otros tiempos, estamos en el siglo XXI y...   -Y aunque estemos en el siglo moderno no quiere decir que tengas que olvidar de dónde vienes y de que aquí se hace tal cual las reglas y la religión, así que deja de decir tonterías, tienes 21 años a tu edad, yo ya había tenido Bezalet en mis brazos, y tú en mi vientre. Coloco mis codos en mis rodillas y uno de mis manos se mueve en mi cien- mamá acabo de llegar y no tengo ganas de discutir contigo sobre religiones, costumbres ni leyes, ni mucho menos, deseo hablar de matrimonios, tuve un viaje pesado, quisiera descansar- me quejo. -¡Bien! - ella se levanta- entonces es mejor que te vayas a dar un baño relajante, en el vestidor aún están tus cosas, y tus coloridas Abayas- la miro incrédula, no pienso colocarme esas cosas con este calor, para eso traje suficiente ropa ligeras y frescas. -No la necesito yo traje mi propia ropa ´um - respondí, dispuesta a ir a mi antigua recámara. -Hija quisiera entender que a pesar de que en Dubái sea el lugar de los árabes unidos, suelen vestirse exhibicionistas y arrebatadores a la vez- responde, comenzamos a subir las escaleras.   -Mama, eso solo quiere decir que no todos tenemos que vestir acorde a la religión, podemos cambiar de vestimenta si así lo quisiéramos, Dubái ofrece ciertas libertades a las mujeres de vestirse como mejor les parezcan, como también les ofrecen una mejor educación a niñas y niños que están atados a las costumbres de sus familias, todo puede ser muy diferente madre, tan solo que el cambio no viene de la cultura si no de los pensamientos machistas de algunas leyes islámicas.      
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