Romina estaba dentro del apartamento, no se había percatado de mi presencia, pero en el momento en que lo hizo, su ceño se frunció. —¿Qué se supone que estás haciendo en la casa de Adrián? —ella miró a Charlotte, pero no reparó más y regresó su mirada en mi dirección —responde y no te quedes como si fueras una idiota que solo sabe verme en modo petrificado. —No te voy a permitir que le hables a Mariana de esa manera —Adrián se puso delante de mí —. ¿Qué se supone que haces aquí? —¿Por qué defiendes a este fantasma del pasado? Se supone que soy tu prometida, pero te encuentras protegiéndola a ella que sobra y no a mí que seré tu esposa. —Mariana no es un fantasma del pasado, y quisiera decirte que lamento, decirte que la que aquí sobra eres tú, pero estaría mintiendo. —¿Qué dices? —

