**Capítulo 1: Encuentros en la Oscuridad**

479 Words
La noche había caído sobre la ciudad, cubriéndola con su manto de sombras y secretos. Las calles eran testigos silenciosos de los tratos clandestinos y las traiciones ocultas. En medio de este ambiente sombrío, el lujoso club nocturno **La Perla Negra** brillaba como un faro de tentación. **Sandro Rossi**, el jefe de la familia Rossi, observaba desde su reservado privado en el segundo piso. Su cabello n***o y ojos azules contrastaban con su piel bronceada, y su musculoso cuerpo proyectaba una imagen de poder y control. Conocido por su frialdad y astucia, Sandro se había ganado el respeto y el temor de todos aquellos que cruzaban su camino. Sin embargo, esa noche algo diferente le inquietaba. Mientras Sandro se sumergía en sus pensamientos, la puerta del club se abrió y entró una figura que captó la atención de todos los presentes. **Victoria Delgado**, la jueza más respetada y temida de la ciudad, avanzaba con paso firme y mirada desafiante. Su cabello rubio y ojos verdes la hacían destacar en cualquier lugar, y su belleza era tan impresionante como su reputación de integridad y justicia. Su sola presencia en el club era un desafío directo a la autoridad de Sandro. Victoria no estaba allí por casualidad. Había pasado meses investigando el imperio criminal de los Rossi, acumulando pruebas que podrían llevar a Sandro a la cárcel. Pero esa noche, su objetivo era distinto. Recibió una pista anónima que la llevó al club, una pista que prometía revelar secretos cruciales sobre Sandro y su organización. Sandro la observó con una mezcla de curiosidad y desdén mientras se acercaba a la barra. A pesar de su postura implacable, no pudo evitar sentir una chispa de admiración por la valentía de Victoria. No era común ver a alguien enfrentarse a él tan abiertamente, y menos aún en su propio territorio. Victoria pidió una copa y se giró para inspeccionar el lugar. Sabía que estaba rodeada de enemigos, pero su determinación era inquebrantable. Su mirada se cruzó con la de Sandro, y durante un instante, el tiempo pareció detenerse. En esos ojos azules, vio algo más que el rostro de un criminal; vio a un hombre marcado por el poder y la soledad. El encuentro visual duró solo unos segundos, pero dejó una impresión duradera en ambos. Victoria sintió una mezcla de repulsión y curiosidad, mientras que Sandro experimentó una sensación desconocida, como si algo en su corazón endurecido comenzara a desmoronarse. Sabía que debía mantener las distancias, pero algo le decía que esta mujer cambiaría su vida de formas que aún no podía comprender. Con una última mirada desafiante, Victoria se dirigió hacia la salida. Sandro la siguió con la vista, consciente de que este encuentro marcaba el comienzo de una peligrosa danza entre la justicia y el crimen, una danza que pondría a prueba no solo sus habilidades, sino también sus corazones.
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