ABBY KING
Soy arrastrada como saco de papa por Stefano. No paro de reír ante la situación.
Los tacones se deslizan de mis pies hasta caer al piso. No estoy ebria, ni una pizca, pero qué mejor que culpar al alcohol por lo que voy hacer.
Sube las escaleras y de reojo veo a mi hermano y a Cloe comiéndose como animales antes de desaparecer en el tercer piso.
Stefano abre la puerta de mi habitación y me baja enseguida, se voltea queriendo irse. No tan rápido.
Lo agarro de la camisa y lo volteo para estampar mis labios contra los suyos, me cuelgo de su cuello como un simio para estar a su altura.
Estoy caliente, y qué mejor que él para bajar la calentura.
El movimiento lo toma por sorpresa, intenta apartarme pero muerdo su labio inferior.
Gruñe y me fundo en el beso más caliente
