ABBY KING
–Disfrute su compra señorita– la dependienta de la tienda me entrega la segunda bolsa de compra. Me muestra una sonrisa cálida y si no estaría tan molesta en este momento la devolvería pero ahora mi sangre hierve como lava de un volcán y no quiero erupcionar.
No somos nada. Esas simples palabras lograron que odie a Stefano por un instante.
Me esfuerzo y me esfuerzo pero creo que nada cambia. Pongo de mi parte pero parece que no logro mover la pared de concreto que Stefano ha puesto entre ambos.
Lo sé, sé que en este momento me estoy comportando como una cría caprichosa, pero no lo aguanto. Dios, no pido un matrimonio de un día para el otro, pero si deseo tener a esa persona en la cual poder apoyarme.
Esa persona que me brinde su confianza para desnudar mi alma. Tantos d
