Prefacio

405 Words
Mientras más me alejaba de la carretera, más difícil era para la camioneta el seguir avanzando. Pero yo tenía la suficiente confianza como para saber que ella podría seguir; "vamos, tú puedes" le decía. Miraba por los retrovisores y no había nada más que árboles y la luz del sol, a pesar de ser una tarde fría. Es increíble que esté de nuevo en este sendero. Miro hacia adelante y sólo veo un viejo y poco transitado camino, de vez en cuando se asoma algún conejo o sí tenemos suerte, podemos ver a lo lejos algún ciervo. El camino no fue tan largo como esperaba, siempre que venía era en el asiento del copiloto o en el maletero; todo dependía de mi suerte. Pero aquí estaba yo de nuevo, bajé la velocidad a medida que me acercaba a aquella cabaña. Desde lo lejos podría verla: cómoda, oculta y cálida. Cuando estaba justo en frente apagué el motor de la camioneta y observé por largo rato. El pórtico estaba sucio y lleno de hojas secas, el pequeño jardín estaba muy abandonado y lleno de maleza, unos pequeños conejitos color café levantaron la cabeza al ver la enorme camioneta frente a ellos. La puerta se veía algo rasgada, de seguro los zorros o algunos lobos estuvieron curioseando por acá. ... desearía que ellos también hubieran podido correr. Respire, me armé de valor y me repetía en mi mente "Ahora tú puedes, tú puedes." Abrí la puerta y bajé de la camioneta, recorrí el entorno con la mirada y sentía mucha tranquilidad y me pregunté a mi mismo ¿Sí alguien grita acá y no hay nadie para escucharlo, igual grita?... La respuesta es Sí. Me acerqué al pórtico y me detuve a dos pasos de las escaleras, respire y con todas mis fuerzas intenté no llorar. Es muy duro recordar éste lugar. Subí las escaleras poco a poco y al estar frente a la puerta saqué de mi bolsillo aquél sobre y finalmente lo abrí. Dentro había una llave y una carta. Yo ya conocía la llave a la perfección, así que sólo leí la carta: "Hola, soy yo. Éste es tu castillo ahora y ya tienes donde correr." Inserté la llave y abrí la puerta, sentí el crujir de ésta hasta en lo más profundo de mi. Estaba de nuevo aquí, no quería revivir esa pesadilla. Pero debía hacerlo, debía acabar aquello de una vez por todas.
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