Que quede claro

1249 Words
Pablo tiene un montón de defectos, pero hay uno que, en mi caso, puedo hacer pasar como un defecto agradable: le gusta dormir muy abrazado. Tengo una pierna, un brazo rodeándome y un cuerpo tibio alrededor mío. Intento separarme, pero está tan dormido y pesa tanto que decido quedarme en la cama, y poco a poco vuelvo a estar dormida. Parece que un par de horas más tarde, Pablo se despierta y me encuentra durmiendo tan cómoda que se permite un sorbo de café frío y se queda viendo su celular, esperando a que despierte. —Ey. —Hola. —Roncas, Mina, cero sexy, de verdad. —Ya... perdón —él se ríe y comenta que tiene los ronquidos agrandados porque ronca también. Yo le explico que roncar es normal. —Pedí un desayuno y te lo serví. Tu celular no dejaba de sonar, era una tal Brenda pero no me atrevía a contestar, y tienes varios mensajes de un señor Mafia, sospechoso. —Es un amigo. —Ya... —responde. —Es complicado. —¿Romántico o sexualmente complicado? —Es complicado de cualquier forma —comento.—Siempre lo es, pero tenemos un extra. —¿Cuál es el extra? —No sé, es cuando todo se siente bien, pero sabes que a largo plazo no funcionará. —¿Por qué? —Yo quiero todo, la casa, el esposo y los hijos, y con él, me lleva solo al hombre, ese que te encandila con una casa preciosa, los mejores muebles, el auto, viajes, pero... siempre vacía. Ya he vivido sola toda la vida, yo quiero una casa llena, con hijos y regueros, problemas reales. —Mi mamá tuvo esa vida y tampoco es fácil. —Tu hermano está con tu mamá. Tu papá sonrió al verla ayer y sabes, es mejor tener nietos y no depender de una amiga o de migajas de amor porque siempre tendrá familia. —Demetrio debe tener buenas razones para mantenerte oculta, pero, como no sé cuáles son, si cumplo cuarenta y cinco y tú no has encontrado un mejor prospecto, hago un bebé. —Ay, Dios, tan bien que iba esto —Pablo ríe. —Y seré un muy buen papá. —Claro, pero no de mis óvulos. —Creo que ese es tu mayor problema, Mina, todo lo piensas en negativo y tu primer instinto es protegerte. Sal del caparazón, si lo quieres, ve por él, dile que lo amas, punto, no es el tercer grado. —Pablo se pone en pie y va al baño, se alista poco después y me dice que va a tomar una merienda con su mamá. Tomo su consejo y reviso mi celular. Sr. Mafia No me pasa nada. Estoy preocupado por los negocios. ¿Tú, cómo estás? Mina Estoy arreglándome para ir a comer, me desperté tarde. ¿Quieres comer conmigo? Sr. Mafia Tengo un almuerzo planeado. Mina Álvaro... Me quedo viendo la pantalla esperando algo, sin embargo, no hay nada más. Me quedo en la cama, pensando en lo que ha dicho Pablo y reflexionando en mi relación con Felipe. Me sentía segura porque él hacía todo el trabajo, porque de una forma u otra sentía que no podía dejarme ser simplemente yo, que él no aceptaría nada de mí y no tendría que ser vulnerable. Con Álvaro, siento que la vulnerabilidad y la honestidad son requisitos más que importantes. Abrazo la almohada y me quedo en silencio pensando, mi teléfono suena y veo quién llama, esta vez es Brenda. Tomo la llamada. —¿Mina? —Sí, hola. —¿Cómo estás? —Bien. —Bueno, cuando estés de mejor humor hablamos, puedes enojarte y todo lo demás, pero escríbeme y dime que estás bien, sino pienso que estás muerta en un caño. —Vale, la próxima vez que llames que sea con una disculpa. —No tengo por qué disculparme —le cuelgo. Voy corriendo al baño, me ducho, me peino y me quedo en la habitación un par de minutos más. Cuando estoy por salir, choco contra Xochil, que viene sosteniendo una bolsa mientras intenta escabullirse al interior de la habitación. La joven me mira y yo a ella. —Tengo problemas. —Tienes el período en la playa, solo necesitas un tampón. Seguro yo ando —digo y vuelvo a ingresar a la habitación con la intención de buscarlo. Ella se queda quieta en la puerta del baño, me mira cuando regreso con opciones de tampones, porque una nunca sabe, y ella niega con la cabeza. —No me viene la regla hace un siglo y me acabo de tomar media botella de tequila con mi cuñado. —¿Con qué te cuidas? —La inyección, pero yo siempre, siempre menstrúo dos días y he estado tan ocupada pensando en la boda que se me ha olvidado por completo. —¿Eso ahí es una prueba? —Lo es. Las dos asentimos y yo la animo a hacérsela, primero porque me encanta el chisme y segundo porque ella toma con la misma facilidad que cualquier borrachillo en la calle, y creo que ni ella ni Marco están listos para ser padres, pero estoy segura de que no están listos. —Estoy muy preocupada. —No deberías. La puerta se abre y las dos miramos a Marco. —Hola, Mina, ¿sobreviviste a la fiesta? —me saluda y se acerca a besarme en la mejilla. —Pablo y yo pensamos ir a bucear. ¿Les apetece? —No —responde su novia—. Yo me tomaré un baño largo y me quedaré aquí, tal vez vea unas cosas con tu mamá y le haga compañía. La verdad es que quiero ir a bucear, pero antes me gustaría encontrar a Álvaro. Me despido de ambos antes de salir en dirección a recepción. Cuando estoy ahí abajo, intento convencer al recepcionista, que parece no estar interesado en mi dinero. Me doy cuenta de que nunca le he preguntado su apellido o sobre su vida más allá de los negocios que asumo debe manejar. Veo pasar al guardaespaldas de ayer, y este camina rápido, ignorándome mientras le llamo. Comienzo a decir tonterías para llamar su atención hasta que se gira y se acerca a mirarme. —Señorita Mina, tenga cuidado. —Ya... ¿Dónde está Álvaro? —Está en una reunión. No creo que pueda atenderla. —Vale, lo puede llamar de mi parte. —Usted tiene su propio teléfono. —Quiero invitarlo a cenar. —Creo que está ocupado para usted. —Él me mira y yo a él a los ojos. —Llámelo —ordeno. —No sé qué le reportó a su jefe, pero quiero hablar directamente con él. El hombre saca el teléfono, Álvaro contesta, tomo la llamada y le digo: —Deja de espiarme y, si vas a hacerlo, ten la decencia de escuchar mi versión de las cosas. Cena hoy a las 7:00 p. m. —No te he mandado a espiar, te he visto con mis propios ojos, Mina. —Me acusa. —Me pides tiempo y espacio, pero estás con alguien más. —Álvaro, no sé qué has visto. —No importa, solo que sepas que he terminado ser paciente. Entendía con Felipe que estabas con alguien y que tenía todos lo que yo no puedo darte, pero estoy como un imbécil, rogándote, pidiéndote una oportunidad y si has encontrado a alguien más para brincarse la cola, perfectamente podrías habérmelo dicho.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD