Mentiras que salvan

1304 Words
Mi desayuno con Felipe fue normal, él me contó de su trabajo, yo del mío, pero... puedes sentir cuando a la otra persona simplemente no le interesa. Felipe besa los nudillos de mis dedos y sonrío. Entonces a la mesa se acerca Enrique, su hermano, me da un beso en la mejilla y otro a su hermano. —Hermano favorito. —Me estás siguiendo. —No... solo... llamé a tu oficina, necesito un favor. —Llamaste a mi oficina. —Soborné a tus amigos, porque es una emergencia. —Vale, súeltalo. —No están desnudos, es lo más aburrido que puedes hacer con una mujer, desayunar, soso. —Se queja Enrique y le pasa su celular a su hermano. —Necesito que elijas uno que a mamá le guste. —¿Por qué? —pregunto. —Porque siempre le doy un regalo y ella dice: "¡Oh, qué lindo mi amor!" Quiero que llore y me abrace como a Felipe. —Su hermano y yo lo observamos en silencio, Enrique toma mi mano y la de Felipe. —Necesito ganar, por favor. —No es una competencia. —Cuando ganas todo el tiempo, no se siente como una competencia —insiste su hermano. Felipe probablemente sabe cuál es el camino directo hacia el corazón de su madre, pero si algo adora mi novio es ser adorado en exclusivo y no se lo va a decir. Por otro lado, Enrique no tendría un problema con ninguna mamá en el mundo, porque tiene un gusto exquisito, son joyas preciosas, muy clásicas, y yo como mamá estaría feliz. —Te voy a dar una pista, pero solo una. —Dime. —El único hombre del que tu madre espera una joya es de papá, y después de una historia súper romántica. —Entonces, no joyas, ni perfumes, ni postres. No soy tan creativo Felipe, me rehúso a regalarle lencería a mi mamá y definitivamente no voy a tener sexo con ella. —Yo me río ante el tono desesperado. —Puedes solo decirme algo que me ayude, no tenemos que compartir regalo. —Esto suena a disputa familiar. —Ruego, es un ruego, de un hermano desesperado a otro. —Responde Enrique y yo le doy un beso corto sobre los labios a Felipe, luego uno en la mejilla a su hermano y tomo mi bolsa para dirigirme al estacionamiento. Estoy un poco nerviosa por esta muestra de propiedades con Maximiliano, no quiero decir o hacer algo que resulte en que él descubra la verdad. Paso por su oficina y le pregunto cómo le gusta el café. Max sonríe antes de subir al auto con dos vasos. —Eso es genial, pero tengo algo más que café para ti. —Le doy un sorbo al mío y no tiene azúcar, es fuerte y está caliente. Él me dice que le ha preguntado a su padre. Yo le entrego una canasta con arroz con leche. Él se ríe y me da las gracias antes de abrocharse el cinturón. Lo llevo a visitar un par de bodegas. Él me cuenta un poco sobre lo que hace su hermana y me parece increíble que alguien pueda vivir de eso. Básicamente, organiza los armarios de la gente y sus cosas. Suena fácil pero requiere mucho detalle y etiqueta. Además, tiene un negocio de ropa de alta costura. Maximiliano suena como un hermano orgulloso. Comenta que cuando estaban en la escuela, para él y su hermano Damin era muy fácil todo. Para Luna, era un poco más complicado, hasta que su padre, el cual no es muy de sentarse y hacer tareas, descubrió que su hija tenía dislexia. De inmediato, todos a su alrededor pensaron que Luna simplemente sería bonita, crecería y se casaría con alguien. Sin embargo, ella siguió con la terapia y con su papá empujando hasta que finalmente se graduó y encontró un montón de caminos que no eran la universidad, pero la hacían feliz. —Es una historia muy buena. —Lo es... mi hermana es simplemente fantástica. —Sonrío. —Creo que tengo una propiedad en Westwood, a solo veinte minutos del centro. El espacio es pequeño, pero puedo construir unas diez bodegas divididas en dos pisos, con las dimensiones que necesitas. Ella podría subarrendarlas a sus clientes, ganas tú, gano yo, gana ella. —Eso es... genial, ¿en cuánto puedes tenerlo? —¿Un mes y medio si presiono al contratista? —Sólido, por ahora su negocio no da para comprárselo, podemos negociar el subarrendamiento. —Claro. —Puta... no, necesito los permisos de construcción, dos meses. —Estás hablando conmigo... vamos a ver la propiedad y en unos días estarán listos los papeles. Maximiliano y yo nos dirigimos hacia el vecindario y él parece encantado con la accesibilidad, porque a pesar de no estar en el puro centro, es de fácil acceso a las carreteras. Reconozco en mi cabeza que cuando lo vi e intenté comprarlo al principio, me pareció poco espacio, pero, Demetrio tiene una filosofía sobre las zonas de desarrollo y siempre dice que un metro puede convertirse en un parqueo. Obvio, es una exageración, pero esto sí que se convirtió en más de lo que visualicé. Maximiliano asegura que se encargará del papeleo para conseguir los permisos de construcción y yo le agradezco. Le prometo que tendré los planos tan pronto como sea posible y él me invita a almorzar. —¿En serio? —Sí, te he cambiado el plan del día tenido todo el rato midiendo y mostrándome lugares, soportaste la videollamada con mi hermano, vamos, invito yo. Maximiliano parece tener buenas intensiones pero, el mayor problema es que tengo que elegir un vestido para lo que sea que Felipe necesite que le acompañe y tengo que arreglarme para como si fuese poco todavía tiene que ver los lugares para las tiendas y él se toma muy en serio todo su proceso de compra inmobiliario. —No quiero comida fancy, quiero comida abundante. —Vamos, voy a alimentarte y me cuentas de Felipe. —Tengo que ir con su familia, ¿crees que tu hermana pueda ayudarme a conseguir algo de último momento? —Conozco a alguien, sí. Cuando llegamos a un pequeño restaurante, pero para gente con apetito, me muestra desde la computadora un par de propuestas, una con oficina incluida. Él sonríe y envía las imágenes a su hermano y luego me hace cerrar la computadora. —Mina, no quiero ofenderte pero... ¿en serio no eres amante de mi padre? —Por nada del mundo. —¿Es tu padre? —Es como un padre, está ahí para lo que he necesitado de un tiempo para acá, pero... creo que ni somos familia. —Vale, no vuelvo a preguntar, vamos a pedir una tabla mixta para dos. El pulpo de aquí es fenomenal, pero si quieres algo solo dilo. —comenta. —Y también quiero patacones y una yuca al mojo. —¿Todo eso es para ti? —No, para compartir. —Con todo el restaurante o conmigo, manifesté mi deseo de no comer gourmmet no de comerme una vaca —Max se ríe y me muestra un par de vestidos. No me gustan demasiado y me hace escribirle indicaciones a su diseñadora, quien rápidamente envía la imagen de un vestido azul precioso del que me enamoro. Max sonríe y me asegura que me veré muy bien en esos tonos de azul. Le doy las gracias y la comida llega con más conversación amable, pero el sonido constante de mi celular lo interrumpe. Ruedo los ojos cuando veo el nombre. Álvaro ¿Estás mojada...? ¿Por qué no me respondes? ¡Qué aburrida! Cenemos, eso era lo que quería pedirte inicialmente, pero no sé borrar estas mierdas para parecer decente. ¿Hoy, tienes tiempo?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD