Apocalipsis Zeta - Parte 3: Venganza

BUSCANDO A RACHEL

{JACK}

- ¡Rachel! ¡Prima!

Grito con todas mis fuerzas alrededor del gigantesco campamento de Noah.

Los demás salen detrás mía pero no la buscan por lo mismo que yo, están enfadados por lo que hizo y buscan venganza. Yo busco protegerla y fugarme con ella si hace falta, si no la dejan quedarse.

Pero no aparece. Por ningún lado.

Entonces empiezo a asustarme de verdad y corro de un lado a otro, buscando por todos los rincones de cada edificio del campamento de Noah.

Pero sigue sin aparecer y me alejo corriendo de aquel lugar.

Grito su nombre a todo volumen y apenas me doy cuenta de que me persiguen.

No soy tan rápido como él.

Leo me alcanza y me aprisiona por las muñecas. Me deshago rápidamente de él pero ya han llegado los demás, más niños que salvamos en La Llama.

Entre todos me atrapan y me llevan de vuelta al cuartel científico de Noah, que es ahora el hogar de treinta y pico personas.

- ¡Soltadme! ¡Tengo que encontrar a Rachel!- grito furioso.

- ¡Cabrones!- grito moviéndome para escapar del agarre de tantas manos.

Pero es imposible.

Cuando llegamos, Noah me espera de brazos cruzados, mirándome seriamente. A su lado, Mike escribe en su típico bloc de anotaciones.

- ¡Tengo que... buscar a mi prima!- susurro a Noah respirando ajetreadamente.

Unas cuantas manos me sueltan pero otras siguen sujetándome, no se fian de mí, y hacen bien. En cuanto vea una oportunidad de escapar, escaparé.

- Tú no vas a ir a ninguna parte- me susurra Noah seriamente, demasiado estricto comparado con lo amable que parece siempre. Tiene una doble cara, estoy empezando a conocer cómo es realmente. 

- ¿Pero por qué...?- susurro extrañado de ese comportamiento tan de repente.

- Dejadnos solos- ordena Noah y noto cómo todas las manos que me agarraban me sueltan y quedo libre, libre para escapar.

Miro alrededor y toda esa gente sigue allí, rodeándome, mirándome como si yo fuera el malo.

No puedo escapar, me cogerían. Soy más rápido que los zombis pero más lentos que ellos.

- Acompáñame- me pide Noah echando a andar hacia el edificio central con las manos en la espalda.

Cierro los ojos un momento, pienso, me calmo. Olvido la idea de escapar y sigo a Noah.

Una vez dentro, este cierra la puerta.

Mike se ha quedado fuera con los demás, es la primera vez que los veo separados, siempre están juntos, como padre e hijo, como maestro y aprendiz.

- Escúchame atentamente, Jack- susurra Noah volviéndose hacia mí.

- No puedes retenerme- susurro negando con la cabeza.

- ¿Por qué quieres irte? El mundo exterior es peligroso y este es uno de los pocos puntos seguros que quedan.

- Lo sé y te agradezco que me ofrezcas tu hogar, a todos, pero mi prima...

- Tu prima ha matado a dos personas, dos personas inocentes- sentencia Noah.

- Sus motivos tendría. Sé que ella no mata por matar, ella no es una asesina, es una justiciera, una heroína- digo orgulloso de mi prima.

- Matar a un zombi en este mundo no se considera asesinato pero matar a una persona viva, un humano, ya sea inocente o no... eso es asesinato, Jack. Las cosas no se resuelven así. ¿Dónde quedan los valores humanos? Cualquier culpable merece un juicio, una oportunidad de explicarse, de redimirse. Y nosotros tenemos que ser capaces de perdonar. No podemos ser así entre nosotros. Nosotros no podemos ser el enemigo sino, ¿que sería de la r**a humana? Los verdaderos enemigos están ahí fuera- dice Noah señalando la puerta-. Los mordedores, ellos son los verdaderos enemigos.

- Zombis- susurro-. ¿Por qué no sois capaces de llamarlo como lo que son? Son zombis.

- Sean lo que sean, ellos son el enemigo.

- Pero Rachel es mi familia, lo único que me queda de mi vida anterior y no quiero perderla y la quiero aquí, conmigo. Déjame buscarla. Volveré, por dios, por supuesto que volveré- suspiro esperando que lo entienda.

- No puedo arriegarme- dice negando con la cabeza-. No sabiendo el papel que tienes.

- ¿Qué papel? ¿Qué historia me estás contando? Dímelo, para buscarla en Wikipedia.

- Basta de bromas, chaval. Tú eres la cura a esta enfermedad, puede que no haya nadie más como tú. Eres inmune y no puedo correr el riesgo de dejar que la cura para toda la r**a humana se pierda. Tengo que protegerte, Jack, cueste lo que me cueste. Ahora lo sé, tú eres la cura y mi papel es ser tu protector y tu guía para conseguir salvarnos, para que nos salvemos todos los supervivientes que queden en el planeta Tierra.

- ¡Pero no me pasará nada! ¡Acompáñame si quieres, o que me acompañen Luke o Leo o todos los que a ti te dé la gana pero tengo que encontrar a mi prima, j***r!- digo, casi grito.

- Jack, tu prima se fue por decisión propia. Cuando quiera, volverá, aunque sea solo para llevarte con ella. Pero no te dejará solo.

- ¿Y si viene para quedarse?

- No va a quedarse como si nada hubiera pasado. Tendríamos que hacer algo con ella.

- ¿El qué?

- Un juicio.

- ¿Y si todos la declaran culpable?

- La última palabra la tengo yo.

- ¿Y si la declaras culpable?

- Entre todos decidiremos su destino- sentencia duramente.

- ¿Pero y si está en peligro?- suspiro de frustración.

- Ella sabe arreglárselas sola. Además no andará muy lejos y en Mercury no hay mordedores. Cuando empiece a tener hambre y sed tendrá que volver. Andando no llegará muy lejos, no hay comida ni agua a muchos kilómetros, no le quedará otra. Volverá, Jack, te lo aseguro. Y no puedo dejar que salgas de aquí por mucha ayuda que tengas, no puedo arriesgarme. Espero que lo entiendas- dice ya más amable.

Suspiro y me obligo a pensar que Rachel estará bien, que volverá.

Pero yo sé cómo es ella. Es muy orgullosa y preferirá morir de hambre a volver y enfrentarse a un juicio de mierda.

- Lo entiendo- asiento con la cabeza esbozando una pequeña sonrisa comprensiva y amable.

Cada vez se me da mejor adoptar una falsa apariencia.

- Sabía que lo entenderías- me dice amablemente colocándome una mano en el hombro-. Ahora ve a la mesa de pruebas, continuaremos con tus análisis. Voy a buscar a Mike.

Asiento y me dirijo hacia donde me ha dicho.

Cada vez me da más asco ser un puto experimento, servir solo para eso. Me siento observado, demasiado importante para mi gusto, demasiado delicado.

Como si yo no supiera apañármelas sola.

Cuando Noah abre la puerta y sale en busca de Mike, echo a correr sin perder el tiempo.

Tengo que encontrar una salida, tiene que haber una salida por alguna parte.

No puedo salir por la puerta principal porque me pillarían.

Abro la puerta que da a las habitaciones del edificio central.

Es un corto pasillo con unas cuantas habitaciones, cada una con su propio cuarto de baño.

Como por instinto, me dirijo a la habitación del fondo y abro la puerta.

Una ventana. Un poco estrecha pero cabré.

Está un poco alta así que tengo que mover un poco la cama intentando no hacer ruido.

Cuando la coloco bajo la ventana, me subo a la cama, abro la ventana y suspiro aliviado al ver que no tiene barrotes.

Me asomo y no veo a nadie.

Empiezo a meter la cabeza y poco a poco, el resto del cuerpo.

Caigo de lado al suelo y un dolor me recorre por el lado derecho, de arriba a abajo.

Arrugo la cara de dolor. Me encuentro entre unos matorrales.

Me levanto como puedo con la vista un poco nublada.

Cuando se me aclara, lo veo.

- ¿Conque intentando escapar?- susurra Noah con una sonrisa triunfante.

Me agarra las muñecas y me esposa con la manos a la espalda.

- ¿Usted no me estará vacilando?- suspiro incrédulo.

Noah no es tonto y sabe bien lo cabezota que yo soy, me conoce demasiado. Sabe que haría esto, que intentaría cualquier cosa por salirme con la mía. El tonto soy yo por pensar que podría escapar sin que nadie me pillara.

- Vamos, para dentro- dice empujándome de vuelta al edificio central.

Cuando llegamos, me ata a una silla.

Mike está allí, mirándome, con una jeringuilla con una aguja gigante.

Trago saliva.

- ¡¿Qué vais a hacerme?!- grito asustado.

La jeringuilla tiene algo dentro.

- ¿Qué es eso?

- Calma- me susurra Noah, parece divertirse-. Esto te va a doler un poco... Adelante, Mike.

Mike se dirige a mí, mirándome como apenado. Él no es malo, no quiere hacerme esto pero Noah lo obliga, o eso creo.

La aguja se introduce en mi cuello. Siento el pinchazo y parece que la arteria me va a estallar.

Me recorre un gran dolor por la cabeza y todo se vuelve muy confuso.

Pasan muchas imágenes por mi cabeza.

Estoy atado a una silla y aunque pudiera moverme, no podría liberarme.

Pero para liberarme...

- Yo... quiero ser uno de los vuestros...

{LIAM}

Corro en busca de mi amada. Rachel. Tengo que encontrarla, ya que a Jack no lo dejan porque se ha vuelto muy importante con esto de que tiene que salvar a la humanidad.

Pero yo no soy importante, no le importo a ninguno de los que hay en aquel sitio. He intentado relacionarme con los demás, vivir una vida que no tuve antes de que todo esto pasara, la vida que los demás siempre querían que tuviera.

Pero yo no era así, a mí me gustaba estar solo, era como un bicho raro para los demás pero para mí ellos eran los raros, personas normales, ordinarias.

Siempre sentí que me faltaba algo. Creía que era la sensación que tenía al tener una vida como aquella, con una madre con agorafobia y un padre maltratador, por no contar a una hermana que siempre se metía conmigo y me hacía bullying.

Pero desde que conocí a Rachel supe que no me sentía así por mi situación familiar sino porque realmente me faltaba un pedazo de mí que encontré en Rachel.

Desde el ataque a La Llama se volvió muy distante conmigo pero no pude hacerle nada, siempre que me acercaba, desaparecía de un modo u otro, me evitaba. He estado esperando el momento oportuno para arreglar las cosas con ella pero ahora Rachel no está y vuelvo a sentirme perdido, desolado, incompleto.

La necesito, la necesito conmigo.

Ya estoy bastante lejos del campamento y empiezo a tener hambre. He gritado el nombre de Rachel, buscado por cada rincón de Mercury pero no he encontrado nada.

Pasa un día cuando ya he buscado por todo Mercury y no la he encontrado.

Ahora me encuentro rondando por las casas en ruina de Mercury. Solo quedan escombros y me he asegurado de buscar por cada esquina.

Tendré que acampar aquí.

No tengo nada que comer ni beber. No he pensado en eso, solo tenía pensamientos para Rachel.

La extraño, la echo mucho de menos y esto está pudiendo conmigo.

Me escondo bajo dos rocas de hormigón caídas del techo, que hacen forma de cueva, una apoyada en la otra. Me hago una bola y me echo a llorar.

Tenía tantas ganas de llorar y desahogarme... No podía expresar mis sentimientos delante de toda esa gente, no quiero que nadie sepa cómo soy en realidad. Excepto Rachel.

Ella siempre es la excepción, ella se ha convertido en mi vida entera. Y espero poder encontrarla para decirle toda la verdad, para que sepa quién y cómo soy en realidad, para contarle toda mi vida y todos mis secretos, para que ella pueda confiar en mí y yo en ella ahora que ya no estoy bajo el control de mi difunto padre y mi difunta hermana.

La tripa me ruge y siento la boca seca. No he comido desde que me fui del campamento, hace un día, pero me las he apañado para beber del agua que hay bajo la tierra, excavando.

No voy a poder aguantar más pero no quiero volver, quiero seguir adelante y seguir buscándola, no quiero darme por vencido. Antes prefiero morir.

Escucho un ruido, pisadas.

Me levanto rápidamente, en posición de defensa.

No tengo armas. También he olvidado eso.

Cojo una piedra, la más afilada que encuentro y camino, tenso, entre los restos de la casa hecha pedazos.

Estoy cansado y muy hambriento, mis movimientos son lentos y torpes.

Pero si es un zeta podré con él, o eso creo, no estoy muy seguro.

Lo que sí sé es que si es más de uno, más vale que eche a correr, no puedo con mi alma.

Las pisadas se acercan y yo me acerco.

Alzo la piedra, dispuesto a clavársela en el cráneo al zeta que se aproxima con todas las fuerzas que me quedan.

Mi corazón empieza a acelerarse, lo siento bombear cada vez más rápido.

Hace tiempo que no sentía este miedo, puede que sea porque ahora me siento muy solo, demasiado solo y débil.

Los pasos, el zeta. Está detrás de esta pared.

Me escondo y espero. Alzo la mano y me muerdo el labio de los nervios.

Una. Dos. Y...

Dirijo la piedra hacia su cráneo pero lo esquiva con un rápido movimiento.

- Tú...