AGUJAS

3196 Words
{RACHEL} Oigo cómo la puerta se abre a mi espalda. Sea quien sea, espero que venga para acabar con mi sufrimiento de una vez, ya sea matándome o trayéndome algo de comida. Es la última opción. Mary aparece ante mí con una bandeja, en la que hay plato con un sabroso y grasiento filete de ternera, y una jarra de agua. Se me hace la boca agua y la tripa empieza a rugirme. - Por favor...- susurro mirando la comida. - Primero dilo de nuevo, quiero que estés segura de esto, quiero saber que lo dices de verdad- me pide Mary. - Quiero ser uno de los vuestros, seré de vuestro grupo hagáis lo que hagáis- digo en voz alta y con ansia, ansias de satisfacer mi gran necesidad de hambre y sed. - Muy bien- sonríe Mary satisfecha y deja la bandeja en el suelo, se saca algo del bolsillo y se acerca más a mí. Me quita la esposa de la muñeca derecha. Enseguida dirijo mi mano hacia la comida pero Mary me para. - Un momento- susurra y me mira sonriendo-. ¿Amigas? Le daría un puñetazo ahora mismo pero no serviría de nada. Para salir de aquí, tengo que ser una de ellos, tengo que intentar que me crean. - Hermanas- le digo lo más firme posible y ella asiente, coge la bandeja y me la pone sobre las piernas. Con una mano, cojo el filete y me lo como con ansia, a grandes bocados, en solo unos pocos segundos. Luego levanto la jarra y la dirijo a mi boca. Bebo agua a tanta prisa que un poco se me resbala y cae por la barbilla. Apenas ha pasado un minuto y ya he terminado. Veo que Mary ha estado mirándome. La miro sin tener ni idea de qué hará ahora. Espero a que empiece a hablar. - ¿Te has quedado con más hambre?- me pregunta frente a mí, de brazos cruzados. - Y con más sed- asiento con la cabeza. - Puedes comer y beber todo lo que tú quieras si aceptas las condiciones al unirte a nosotros. - ¿Qué condiciones son esas?- le pregunto entrecerrando los ojos. Mary empieza a andar de un lado a otro, frente a mí. - Primero, olvidarás toda tu vida pasada. - ¡Pero eso es imposible!- le digo como si fuera obvio. A no ser que me golpee contra la pared como hizo con Maya y me deje sin memoria. - Espera, ¿vas a hacerme lo mismo que le hiciste a Maya? Mary se ríe. - No. Tienes que recordarlo todo. Absolutamente todo. Con olvidar tu vida pasada me refiero a olvidar tus sentimientos hacia las personas que antes querías. Ellos ya no son tu familia, lo somos nosotros. Aprenderás a olvidarlos, puede que incluso a odiarlos. Y nos querrás a nosotros- sonríe Mary acercándose a mí. - Está bien- digo seria-. ¿Qué más? - Al unirte a nosotros tendrás que hacer todo lo que yo o mi padre te ordenemos, sin rechistar. ¿Lo has entendido? - No soy tonta. Lo he entendido a la perfección aunque no me gustan que me controlen- le respondo para parecer más creíble. Si digo sí a todo descubrirá que estoy mintiendo. - Lo sé, pero aprenderás. Aprenderás a controlarte y a obedecernos. - ¿Eso es lo que tengo que hacer? ¿Ser una esclava?- digo con asco, sin poder evitarlo-. Para eso prefiero no ser una de los vuestros. - No es solo eso. No estaremos todo el tiempo ordenándote a hacer cosas. Quiero decir, no te obligaremos a fregar el suelo y cosas así, así que por eso no te preocupes. Además, al principio te parecerán órdenes pero cuando empecemos a llevarnos bien serán más bien como favores de familia. - Vale- asiento. - Y lo último, tendrás que ser capaz de matar, si se da la ocasión, a cualquier persona, sin importar quién sea, porque eso somos, asesinos. Todos los que estamos ahora mismo en La Llama somos asesinos y tú no eres ninguna excepción. - Eso será fácil- me encojo de hombros. - No lo creerás cuando tengas a tu primo frente a ti y tengas que matarlo. Mary espera a que hable pero me quedo callada sin saber qué decir, porque tiene razón. - ¿Ves?- sonríe de medio lado-. Esa será la parte más difícil de todas porque aunque lo odies, no serás capaz de hacerle daño. Pero aprenderás, te lo aseguro. - Eso espero...- suspiro-. ¿Y ya está? - No. Una última cosa. Cámbiate el nombre, olvida tu identidad pasada. - ¿Ahora? - No, ya tendrás tiempo de pensarlo. Ahora, voy a soltarte y no quiero que cometas ninguna estupidez. Vamos a ir a ver a padre- susurra Mary y me quita las esposas de los tobillos y por último, la esposa de la muñeca izquierda. Mary da un paso atrás y espera a que me levante. Al principio me cuesta pero consigo mantenerme en pie. Estiro todos los músculos y siento cómo voy recobrando energía, es como si me acabara de despertarme de una buena y larga siesta. - Bien, sígueme- sonríe Mary y se dirige a la única puerta de la habitación. Ahora estoy libre, ella no tiene nada. Y en una batalla cuerpo a cuerpo puedo ganar, aunque no tenga todavía la suficiente fuerza. Un golpe en la cabeza, en el sitio justo, y la dejo inconsciente. Ahora es mi oportunidad. Me acerco a Mary andando rápido y dirijo mi puño hacia ella. Mary se gira rápidamente, saca algo de su espalda y me apunta. Aprieta el gatillo antes de que llegue a ella. De la pistola eléctrica salen unas agujas que me administran una descarga eléctrica a través de un cable, por lo que me veo en el suelo, inmovilizada, incapaz de mover los brazos y las piernas. Jamás había sentido nada igual. Oigo la risa de Mary. - Sabía que ibas a tenderme una trampa... A ver cuando aprendes de una vez que yo soy más fuerte, lista y rápida que tú. - Puta...- susurro aún inmóvil. - Adelante, chicos- dice Mary y unos guardias entran en la sala. Me cogen entre dos y empiezan a caminar. Veo a Mary a mi lado, sonriendo con su típica expresión de diversión y satisfacción. - ¿Dónde me llevan?- susurro. - Te harán unas pruebas y luego continuaremos con tu formación- me dice Mary. - ¿Por qué me hacéis esto?- susurro imponente por no poder hacer nada, inmovilizada debido a la electricidad que me recorre cada centímetro de mi cuerpo. - Por tu bien, hermanita- sonríe Mary y me guiña un ojo. Llegan a una sala con muchas camillas. Lo reconozco, es la enfermería pero está cambiada. Ya no es una sala para curar, es una sala de experimentos, de pruebas e investigación. Intento mover los dedos de la mano y siento que puedo moverlos. Puedo escapar. Me muevo rápidamente, pegándole un puñetazo a uno de los guardias y alejándome de ellos. Echo a correr pero apenas he dado tres pasos cuando tres guardias me alcanzan y me retienen. Hay guardias por todos lados, guardias con sus uniformes militares y científicos con sus batas blancas. Me muevo intentando escapar pero ellos tienen más fuerzas y saben retenerme bien. El padre de Mary habrá salvado a los más entrenados. - ¡Necesita otra descarga!- grita una guardia que me retiene-. ¡Y a más potencia! Entonces siento la electricidad de nuevo, esta vez más fuerte. Siento un temblor por todo el cuerpo y me convulsiono. Un guardia me coloca en una camilla y un tipo canoso y viejo, un científico, se dirige a mí con una aguja grande. Pasa un trozo de algodón desinfectado por mi cuello y luego me clava la aguja. Siento cómo dejo de moverme. Intento hacer algo, decir algo, pero estoy totalmente inmovilizada. Antes de caer en la oscuridad, veo otra aguja dirigiéndose hacia mí, esta vez con un líquido rojo en su interior, con sangre. Cuando despierto, no estoy en el mismo lugar. Intento levantarme pero no puedo, no por culpa de la electricidad, sino porque vuelvo a estar atada. Pero no en una silla, sino en una mesa. Tengo las muñecas esposadas hacia arriba, sobre mi cabeza. - Hola- susurra una voz a mi lado y me asusto. No la había visto, no me había dado cuenta de que Mary estaba allí. - ¡Suéltame, cabrona! ¡Arreglemos esto de otra forma! ¡Un duelo! ¡Enfréntate a mí y si gano yo, me liberas. Si ganas tú, seré tu prisionera. - ¿En serio crees que podrías ganarme?- se ríe Mary. - Sin armas sí, por supuesto. - Ni con armas, hermana. Y no es eso lo que vamos a hacer. - ¿Es que tienes miedo? Sabes que te ganaría, por eso no quieres batirte contra mí- digo burlona. - No vamos a hacer nada de eso. Vas a seguir con tu formación, vas a ser una de nosotros. - ¿Otra vez con lo mismo? Mira que eres pesada...- suspiro-. Sabes que no vas a conseguirlo por mucho que me tortures... - Eso ya lo veremos- susurra amenazante y se aleja a girar una ruedecilla. Al principio no tengo ni idea de lo que está haciendo pero cuando empiezo a notar un tirón, lo entiendo. La mesa en la que estoy empieza a estirarse y con ella, mis manos y piernas atadas. - Dilo- ordena Mary. - ¡No!- grito-. ¡Como si quieres partirme en dos...! ¡No lo diré! - Tú lo has querido- se ríe y sigue girando, la mesa metálica sigue estirándose y yo con ella. Pronto empiezo a sentir el dolor. Mary me mira esperando una respuesta pero no le doy esa satisfacción. Empiezan las lágrimas y luego los gritos. Siento cómo mi cuerpo se estira, cómo los músculos se alargan a la fuerza. Es más doloroso de lo que pensaba. - ¡Para, para, para!- grito pero Mary no lo hace, no para, ni lo hará hasta que diga las palabras. Decido dejar que siga hasta que me mate. Pero no lo hace, me lo imaginaba. Para la ruedecilla y me deja sentir el dolor. Mary disfruta haciéndome sufrir. Se ríe de mi desgracia. Pero yo no desisto y sigo sufriendo. Entonces Mary gira un poco más y el dolor se vuelve insoportable. - ¡Está bien! ¡Está bien! ¡Seré una de vosotros! ¡Lo seré!- grito entre un agónico llanto. - Muy bien- sonríe Mary girando la ruedecilla hacia el otro lado y volviendo a juntar las dos piezas de la mesa. Vuelvo a la normalidad pero aún siento dolor en todo el cuerpo. Con esto habré crecido como mínimo cinco centímetros más. - Con esta tortura he querido demostrarte que nosotros estamos por encima de ti, que no puedes hacer nada por escapar. Y que estás bajo nuestro mandato. No eres tan fuerte como creías. - Vale, ¿vas a soltarme ya?- suspiro agitando las manos y las piernas. - Claro- sonríe acercándose a mí-. Después de esto. Mary me dispara de nuevo con la pistola eléctrica. Con el dolor de la tortura, apenas siento ya la electricidad pero logra inmovilizarme. - ¿Es que no te fias de mí, hermanita?- le pregunto alzando una ceja. - Siempre he sabido que no te dejarías convencer mediante la tortura- dice quitándome las esposas. - ¿Y entonces por qué lo has hecho? - Para darte a entender que no eres tan fuerte como creías, que solo eres una niñita indefensa con la moral por los cielos. Y bueno- se ríe Mary- porque me gusta verte sufrir. - ¿Y ahora qué? ¿Qué vas a hacer si sabes que no me voy a unir a ti de ninguna forma? - Oh, sí que lo harás. Hay otros modos...- sonríe maliciosa y hace un gesto para que entren unos guardias que se acercan a mí, me cogen y me llevan a sabe Dios dónde esta vez. Por el camino, pienso en mis amigos, o los que alguna vez lo fueron. No sé si estarán preocupados por mí, si se habrán molestado en buscarme o no. Sabiendo que soy una asesina y lo que hice, no creo que lo hagan. Excepto mi primo, él seguramente habrá salido a buscarme, yo era su única familia, todo lo que tenía y ahora estará desolado. Me gustaría que me pudiera escuchar. Le diría que no me buscara, que estoy bien, sana y salva, que volvería. Que no se preocupara por mí. Llegamos a una sala de La Llama en la que nunca había estado porque está en un ala prohibida. Se parece a lo que ahora han convertido la enfermería, a un centro de investigaciones pero por el aspecto diría que aquí se hacen investigaciones y experimentos más importantes y secretos. Hay tecnología que no había visto en mi vida y que no creía que existía. Veo a un científico hablando con una persona pero no es una persona real, es un holograma. Todo esto me asusta. Entramos en una habitación con solo una camilla en el centro, muy iluminada y rodeada de ventanales transparente, donde unos cuantos hombres de bata blanca me observan. Me dejan en la camilla y me inyectan otra aguja con un líquido transparente que hace que caiga en un profundo sueño. No sé como he llegado hasta aquí. Estoy de vuelta en la base científica de Mercury. Todos me miran, nos miran. Esperan a que yo y Mary ataquemos. Cargan sus fusiles. Mary prepara sus boomerangs afilados y yo preparo mi metralleta. Empiezan a disparar y yo y Mary esquivamos todas las balas moviéndonos rápidas. Doy un doble salto y disparo desde el aire mientras caigo. Aterrizo firmemente y observo que ya hemos matado casi a la mitad. Mary ha rebanado la cabeza de siete personas con sus boomerangs y yo he derribado por lo menos a una decena con mis balas. Hacemos un buen equipo. Siguen disparando y yo sigo corriendo y saltando, esquivando las balas y disparando cuando tengo la oportunidad. Acabamos con ellos, con la barrera que protege a Jack y sus compañeros. Allí están Kat, Liam, Leo, Luke, Mike, Maya y Noah, haciendo un círculo en torno a Jack. Tienen armas, un fusil cada uno. - ¡Quietas! ¡No os acerquéis!- grita Noah. Yo estoy por un lado y Mary en el otro, caminamos alrededor de ellos, sonriendo maliciosas. Disparo a Mike y lo mato. Luego a Leo. Entonces ellos empiezan a disparar. Nosotras disparamos también. Me encargo de Noah, lo acribillo a balazos. Mary le corta a Kat de un tajo la mano con la que sujetaba el arma. Luego acaba con ella enviándole el boomerang justo a su cráneo. Luego Mary mata a Luke enviándole su segundo boomerang al cuello y después se encarga de su Liam, su hermano, y yo de Maya. Me acerco a ella, mirándola con odio. - Tú, tú tendrías que haber muerto. Disparo antes de que Jack, aterrorizado y estupefacto por las muertes de sus amigos, se interponga entre mí y Maya. Maya cae al suelo, muerta, y Jack de desmorona a su lado, llorando a mares. Oigo un grito y veo que Mary ha enviado su boomerang al pecho de Liam. Liam se dobla en dos y cae al suelo. Siento un leve dolor dentro de mí pero no puedo, no debo dejar llevarme por los sentimientos. Mary sonríe y se aleja de él, lo deja morir sufriendo. Estoy a punto de acabar con su vida para que no sufra pero Mary me para. - No, es mi hermano, es mi decisión. Yo asiento y miro al desconsolado Jack, al chico que una vez consideré mi primo pero que ahora no es nada para mí. - Mátalo- me ordena Mary-. Demuéstrame de qué parte estas, demuéstrame que eres leal. Apunto a Jack con la metralleta, con el dedo en el gatillo. Él me mira, llorando, confuso. - ¿Por qué?- susurra en un mar de lágrimas-. ¿Por qué, Rachel?- dice decepcionado. Entonces recuerdo mi nombre. Esa soy yo, Rachel. Me viene imágenes a mi cabeza de toda mi vida, junto a mi primo, junto a Jack. Y de pronto no quiero matarlo. No quiero y no puedo. Pero no puedo parar mi dedo. Voy a apretar el gatillo. Pero no quiero. Intento evitarlo, apartar la metralleta pero, como si estuviera siendo controlada, me veo obligada a hacerlo. - No me llamo Rachel... La cabeza de Jack se convierte en un colador y yo me desmorono al asesinar a la única persona que me importaba. - ¡Ah!- despierto con un grito. He tenido una pesadilla. Pero no la recuerdo. Miro alrededor. Estoy donde mismo, en la misma camilla y en la misma sala pero esta vez nadie me observa y veo algo nuevo en la habitación, un espejo largo. Me doy cuenta de que no tengo ropa y estoy rodeada de agujas y cables por todos lados. Me han hecho algo raro, lo sé, lo noto pero no sé que es exactamente. Me han soltado, ya no estoy atada. Me siento en la camilla con dificultad. Me quito todas las agujas del cuerpo con una pequeña punzada de dolor al retirarlas. Están por todo el cuerpo, por la cabeza, la cara, los brazos, las piernas... Me bajo de la camilla y en el suelo veo una bata blanca. Me la pongo. Me siento mucho mejor que la última vez, como nueva. Me siento renovada, con energía, aunque noto un pequeño estado de confusión, me cuesta pensar con claridad. Necesito saber qué es lo que me han hecho. Intento recordar y lo recuerdo todo, el inicio del apocalipsis zombi, mi primer romance con Nash, la muerte de Nash, la llegada a La Llama, el trabajo como cazadora de zombi, mi relación con Liam, los juegos mortales, el asesinato de mi hermana por la que era mi mejor amiga, el ataque a La Llama, la llegada a Mercury, el asesinato a los que violaron a mi hermana, la vuelta de nuevo a La Llama, raptada por Mary y sus secuaces, Mary torturándome... Lo recuerdo todo así que no me han borrado la memoria. ¿Entonces qué me han hecho? De una cosa estoy segura, han estado drogándome porque el mareo que siento no es normal. Me acerco al espejo y me miro. Lo que veo me deja sin habla. Mi reflejo no es el mismo. Tengo un ojo de cada color. Uno muy azul y otro verde oscuro. Y tengo el pelo un poco más largo, no sé cuanto tiempo he pasado inconsciente pero ha tenido que ser más de una semana. Me gusta mi nuevo reflejo, me siento malvada y poderosa. Entonces lo entiendo. Al recordarlo todo no he sentido furia ni odio contra Mary, solo una total indiferencia. Lo que sí he sentido es una terrible ansia de venganza. De vengar la muerte de mi hermana. De vengar al verdadero culpable de su muerte. Jack. Él tiene toda la culpa y si tengo que matar a todos sus amigos para poder llegar hasta él y destrozarlo, lo haré. Pagará por lo que hizo. Sonrío maliciosa ante mi nueva imagen y dirijo mi puño al cristal del espejo, partiéndolo en mil pedazos y llenándome la mano de sangre pero sin sentir una pizca de dolor.
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