De todos los malditos sitios a los que podía venir, tuvo que ser a este. Salí corriendo para esconderme, estaría en la cocina durante el resto del turno. — Grace, quiero pedirte un favor — la miré suplicante. — ¡NO! ¿Has entendido? N—O, no. Esa cara de pasmasuegras me va a hacer el rato que esté aquí, un infierno total. — ¿A quién voy a mandar? Sabes bien que tú eres la que más tiene paciencia, también eres mi mejor amiga y… — N—O, NO. Si no quieres que renuncie, tendrás que dejar de suplicar como si fueras una cachorra que quiere que la saquen. — Está bien — suspiré pesadamente — veré quién quiere atender esa mesa, en definitiva yo no puedo. Le supliqué a todos los meseros, no había ni uno solo porque Penélope era simplemente insoportable. Pensé que tendría que salir con un cubrebo

