Emma se sorprendió al escuchar al señor Lancaster, pero no fue la única. En la sala hubo un silencio demasiado pesado, y Maxwell fue el primero en romperlo. — ¿Qué has dicho, papá? Pensé que te iba a alegrar saber que estoy con una mujer como Emma, incluso tuve mis dudas respecto a mamá, pero nunca de ti. — Quisiera decir que me alegro mucho por la buena decisión que has tomado, pero la realidad es que no. Aquí el problema no es Emma, a ella la adoro y nada me haría más feliz que sentarás cabeza a su lado. — El problema soy yo — él terminó la frase de su padre —. Créeme que lo entiendo, pero te juro que he cambiado. Penélope ya no forma parte de mi vida y no quiero volver a verla nunca más. La mujer que me interesa es Emma. Cuando el señor Lancaster vislumbró la mirada de su hijo, se

