3

2006 Words
Nosotros fuimos donde estaban los demás para escoger el menú, y cuando miré la mesa, era un desastre. — Hacen falta varias cosas. — ¿¡Qué falta!? — Por empezar, baja la voz. Y segundo, hacen falta las servilletas, cucharas soperas, tenedores, agua y cuchillo. — ¡Pensé que eso era todo! — Pues ya ves que no. Enseguida coloco el resto de cosas para que el señor Lancaster decida el menú de hoy. Yo dispuse el resto de cosas, y cuando todos nos sentamos, comenzamos a degustar los platillos que habíamos propuesto para hoy. Al finalizar, el señor Lancaster sonrió y habló. — Bueno, escojo el pato, filete de res, pescado y pollo. Los acompañantes son los mismos de siempre. — ¿De postre? — Pastel de chocolate y pionono de té verde con mango. — Muy bien, señor. Como siempre, yo me encargo del pionono. — Bueno, eso es todo por hoy. Les agradezco nuevamente por trabajar para mí durante tanto tiempo. Les deseo lo mejor. — Que le vaya bien en esta nueva vida que inicia, señor Lancaster. — Fue un gusto, Emma. Muchas gracias por todo. El señor Lancaster se levantó de la mesa y luego se marchó. — Bueno, iniciamos la jornada de hoy. Cada uno a sus puestos. Ya saben nuestro lema. “De lo bueno lo mejor y de lo mejor la excelencia.” — Exacto. Ahora iniciemos con las labores de siempre. Maxwell, ven conmigo. Te explicaré el funcionamiento del restaurante. — ¿Acaso hay más de lo que ya me dijiste? — No puedes estar gritando por todo. Compórtate. Ahora vamos a ver el restaurante. Me lo llevé a rastras y comencé en la cocina para explicarle el funcionamiento de las órdenes. Luego, fue el cuarto de limpieza, los casilleros para los trabajadores, donde ponemos la basura y, por último, los vestidores. — Déjame ver tu físico. — ¡Hey, esto es acoso s****l! — No digas tonterías. Es para ver tu uniforme — yo lo miré, luego calculé y después me fui al vestidor, donde saqué su uniforme — este te va a quedar bien. Ahora, cámbiate y después sal para decirte qué vas a hacer. Me fui de ahí, entonces lo esperé pacientemente, y cuando salió, me quedé satisfecha porque el uniforme le quedó a la medida. — Ahora ven, es hora de poner las mesas — nosotros nos fuimos, y ahí se encontraban el resto de camareros — ponte con los demás camareros. — ¿Acaso bromeas? Pienso quedarme aquí a tu lado. Eres la más pasable de toda esa bola de criados. — Deja de ser tan odioso y creerte superior, porque no lo eres. Ahora, pide disculpas si no deseas que te ponga a tirar toda la basura y limpiar los baños, tanto de los clientes como del personal. — ¡¿Qué?! — Lo que escuchaste. Pide disculpas a los chicos y chicas. Aunque no quería hacerlo, no tuvo más opción que acceder y pedir disculpas. Entonces, lo coloqué a la par de los camareros. — Oliver y Amelia, les toca arreglar las mesas de afuera. Hana y Arthur, las de adentro del centro. Charles y Eleanor, las de la derecha. Grace y Maxwell, las de la izquierda. — Emma, no me hagas esto. — El resto puede retirarse a arreglar las mesas. Grace, por favor, quédate un momento. Los demás se marcharon, entonces Grace se quedó, y me suplicó que no la pusiera a trabajar con Maxwell. — Sé que es complicado ponerte a trabajar con él, pero por favor, solo en ti puedo confiar. — Pero Emma, te quiero mucho, porque eres una excelente jefa. Sin embargo, ponerme a trabajar con este es un golpe bajo. Grace señalaba con su dedo gordo a Maxwell, quien se molestó al escucharla y verla. — Te prometo que mañana yo me haré cargo de Maxwell, pero hoy tengo que preparar el postre. Recuérdalo. — Está bien, pero por favor, dile las cosas que se ocupan en la mesa. — Muy bien, le diré, y tú te ocupas de ver que vaya bien. — Ok, yo lo hago. Llamé a Maxwell, entonces vino, y me miró seriamente. Estaba molesto; lo sabía a la perfección. — Mira, lo que lleva la mesa del restaurante son las siguientes cosas: tres copas, una para agua, otra para vino tinto y la otra para vino blanco; la servilleta; plato para pan; tenedor de ensalada, tenedor de carne, tenedor de pescado; los cuchillos para carne, pescado y ensalada; la cuchara grande; la cuchara para el postre; el tenedor para postre; el bajo plato; plato llano y plato hondo, además de los palillos. — Sé el orden de la mesa. Recuerda que hablas conmigo. — Muy bien, entonces arregla la mesa. Yo me retiro. — Recuerda dejarnos un poco del postre que hagas, por favor. — Que no se te haga una costumbre, Grace. Cualquier cosa, me llamas a la cocina, por favor. Mientras estaba caminando, escuché el sonido de un celular. Y cuando miré, se trataba de Maxwell contestando. — Hola linda, discúlpame, pero no podré ir al club. Lo que pasa es que me encuentro ocupado en el restaurante de papá. Me pidió que me hiciera cargo de los criados. Comencé a caminar muy molesta. Entonces, le arrebaté el celular a Maxwell y hablé. — Maxwell, no puedes responder el teléfono en horas laborales. Por lo tanto, no llames, ya que no va a responderte. “Mira, criada, pásame a mi novio. ¿Qué te pasa? ¿Desde cuándo los criados les quitan el celular a los jefes?” — Para su información, señorita Penelope, no soy ninguna criada, sino la gerente del restaurante y jefa de su novio. Por lo tanto, tengo todo el derecho de quitarle el celular. Le colgué, entonces miré a Maxwell, muy molesta por lo que había dicho. Maxwell solamente volteó los ojos; entonces, guardé su celular en la bolsa de mi pantalón. — Las llamadas en el trabajo están prohibidas, y debido a que nos llamaste criados nuevamente, tendrás como castigo sacar toda la basura de hoy, además de limpiar los baños de los clientes cuando finalice la jornada. — ¡Esto es injusto! — Si te sigues quejando, va a ser así por el resto de la semana. Por lo tanto, cállate. Me retiré a la cocina y comencé a preparar el postre. Realmente iba a ser un día muy agotador, pero bueno, no hay mucho que hacer al respecto. Sé que Maxwell tiene bondad en su corazón, pero se crió en un ambiente superficial durante varios años. — ¡No! ¡No es así! — escuché a Grace gritarle a Maxwell — tienes que escuchar, por amor al diablo. — ¡No me grites, criada! Suspiré pesadamente, sabía que esto no iba a ser fácil, pero no esperaba que las cosas se complicaran tanto. — ¿Qué está sucediendo aquí? Los clientes no tardan en llegar y los gritos se escuchan por todo Londres. — Este príncipe mimado se encuentra colocando los cubiertos de plata y ya le dije mil veces que eso solamente se saca cuando son eventos especiales. Pero como es un burro forrado de persona es que no entiende, así se lo explique con peritas y manzanitas. — ¡Ya te dije que se mira muy bien la mesa! No veo cuál es el problema con utilizar los cubiertos de plata. Además, soy el hijo del dueño y tu deber es obedecer. Si yo quiero que esto se encuentre aquí, solo debes limitarte a obedecer. — Grace tiene razón. Los cubiertos de plata y también la vajilla de este material, se utiliza solamente para las ocasiones especiales y no por un día cualquiera. El motivo de esto es que hay clientes que reservan y piden este tipo de material, dado que antes de reservar se les pide una identificación e información de tarjetas es que podemos cobrar el costo en caso de que su lado ladronzuelo aparezca. — ¿Qué? No creo que en este restaurante vengan ladrones, solo lo dices porque quieres llevarme la contraria. Les recuerdo que mi padre es el dueño. — Era el dueño y te vuelvo a advertir que no nos trates de una manera tan despectiva como criados si no quieres tener serias consecuencias — miré a Grace — lo lamento, a partir de este momento me haré cargo de Maxwell. Puedes quitar los cubiertos de plata y guardarlos en su sitio. — ¡¿Qué?! No, la mesa se mira demasiado bien con esos cubiertos. Solo me quieres fastidiar y por eso das esa orden. — Escucha, principito — Grace tomó a Maxwell del cuello — tú no conoces el funcionamiento de este restaurante, en ciertas ocasiones vienen las hermanas Sage y esas mujeres son cleptómanas. Ten por seguro que si no te roban a ti es porque no les vas a servir de nada. — Grace, suelta a Maxwell — me metí en el medio — solo haz lo que te pedí, yo me haré cargo de todo lo relacionado con él a partir de este momento. Tomé a Maxwell del brazo y prácticamente lo arrastre a la cocina. No sabía qué hacer con él, así que se quedó de pie a mi lado en total silencio. — ¿Qué estás haciendo? — Maxwell preguntó después de un rato. — El pionono de té verde — respondí mientras batía a mano — ¿Por qué? — Simple curiosidad, ¿Me puedes hablar de las hermanas Sage? ¿Realmente existen o simplemente dijeron eso para llevarme la contraria con los cubiertos de plata? — Existen — me reí — y vaya que son un problema total, ellas roban cuanto se les ponga de frente. La última vez terminaron por querer robar mi moto y acabó en accidente, las dos terminaron con ambas piernas fracturadas. Los hijos me pagaron por los daños y bueno, tengo entendido que ya se han curado así que es probable que vengan pronto. — ¿Por qué les admiten la entrada? Deberían mandarlas al diablo de una vez, ladrones no se quieren aquí sino gente que venga a dejar su dinero. — Justo por eso es que no las corremos — coloqué la mezcla en el sartén — ellas junto con sus hijos les dejan jugosas ganancias al restaurante, vienen a celebrar todos sus eventos aquí y eso incluye las fiestas de los niños. Preparé el pionono y después me hice cargo del resto de cosas. Pensé que Maxwell se iba a portar bien a partir de ese momento, sin embargo, cuando los clientes comenzaron a llegar comenzó a tratarlos mal y tuve que intervenir. — Para disculparnos les vamos a obsequiar un postre, lo que sucede es que él no tiene experiencia. Los clientes accedieron y al final del día tuve que obsequiar más postres de los que se vendieron, cuando le dije a Maxwell que todo esto iba a salir de sus costillas, por poco se vuelve loco. — No se encuentra a discusión, has metido la pata demasiadas veces y con clientes que son sumamente tranquilos e incluso dejan una jugosa ganancia en el restaurante. No me puedo dar el lujo de perderlos solo porque a ti se te hace sofocante ir a servirles un poco más de agua. — No hagas corajes, Emma — Grace me reconfortó — espero que no tengas problemas con el nuevo dueño. Cambiando de tema, ¿Ya encontraste a alguien para ocupar el cuarto que tienes en alquiler? Justo en ese momento el señor Lancaster entraba al restaurante, al escuchar a Grace pude ver en los ojos de él un interés. — Si aún no has encontrado a alguien para ese cuarto, mi hijo será tu nuevo arrendatario. No he encontrado un apartamento para él que se ajuste a mi presupuesto. Sabía bien que esos ojos me causaron un escalofrío por algo en concreto, genial, ahora viviría bajo el mismo techo con mi amor imposible…
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD