Quizás fueron ideas mías o quizás no. Pero la verdad es que, desde que me subí al auto sentí cierta incomodidad por cualquier movimiento impropio que él podría hacer, bien sea por medio de acciones o palabras. Sin embargo, nuestro viaje en auto fue tranquilo, en silencio y animado. Ya que ninguno pronunciaba palabra alguna; y animado porque durante nuestro viaje, el chico de la academia coloco música de su celular, la cual para mi sorpresa era música en donde solo se escuchaba la perfección que representan los instrumentos de salón. Quizás exageré un poco —pienso— Llegamos a casa, agradezco porque me trajera e inmediatamente ingreso a casa. O eso intento hasta que su voz me paraliza. Y no es su voz quien tiene ese efecto en mí, sino lo que dice. — Te salve de una ¿No? —dice a mis espal

