Capítulo 3

2453 Words
Dinka no alcanzó a contestar, Spiro entró a la carpa con pasos apresurados, casi corriendo. ―Spiro, ¿qué pasa? ―le preguntó Vadim al verlo tan alterado. ―No, ¿qué te pasa a ti? ¿Por qué estás solo en tu chara con Dinka? ―Porque estaba llorando y necesitaba hablar con mi prometida, ¿qué hay de malo en eso? ―¿No sabes que debes conservar su virtud? ―espetó lleno de celos. ―¿Y me ves acostado con ella? ¿Ves que mi chara está cerrada? ―preguntó molesto por la actitud de su amigo―. Además, me extraña, somos amigos, sabes que jamás le faltaría el respeto a Dinka. Ni a ninguna otra mujer. ¿Estás celoso? ―No digas eso, ¿quieres? ―¿Por qué? ¿Es verdad? Spiro resopló. Sí, estaba celoso y furioso. ¿Por qué, si Dinka necesitaba hablar, no había ido con él y no con Vadim? ¿Acaso lo estaba dejando de querer? ¿Acaso la estaba perdiendo? ―Spiro, yo creo que es mejor decir la verdad ―habló, con voz apenas audible, Dinka. ―Yo creo que eso es lo mejor, nosotros siempre vamos con la verdad por delante y por eso podemos mirarnos a los ojos sin problema ―afirmó el rey. ―Sí, tienes razón, es mejor ir con la verdad por delante ―admitió Spiro―. Estoy enamorado de Dinka y ella de mí ―lo dijo con descaro y cinismo. Vadim se quedó impávido, presentía que eso podía pasar, lo que no esperaba era la actitud déspota de su amigo, lo trataba como si fuesen rivales. ―Yo sé que ella es tu nibovia[1], pero yo la amo y no voy a permitir que se case contigo. ―Sabes que para eso tenemos que disputarla, tú ganas y te la llevas. Todos en paz y tan amigos como siempre. ―Yo no me la voy a disputar contigo. ―Sabes que hay reglas en el campamento, reglas que hay que cumplir nos guste o no. Debemos disputarla y tú debes pedir disculpas por robármela. Así se soluciona y todos felices, Spiro, ¿qué tan malo puede ser? ―Sí, claro, espera sentado a que yo haga eso. ―¿Y qué vas a hacer? ―Ella es mía y siempre lo será. ―No te pregunté eso, te pregunté qué es lo que harás. ―Es asunto mío, no tuyo. ―Spiro, somos amigos desde niños, al menos dame un voto de confianza, demuéstrame que seguimos siendo amigos. ―Yo no quiero ser tu amigo. Esas palabras le dolieron más a Vadim que el hecho de que le haya robado a su novia. En realidad, eso era un peso menos a su rol de rey, pues él no estaba enamorado de Dinka, la quería sí, pero como amiga, nunca la vio como mujer, más bien la veía como a una hermana.   Spiro tomó a Dinka del brazo y la sacó a rastras de la carpa de Vadim, quien observó, impotente, el modo en el que trató a su enamorada. Si así era en ese momento, cuando todavía ni siquiera eran novios formales, ¿qué pasaría más adelante cuando estuvieran comprometidos o casados? Dinka se dejó llevar por Spiro, sabía que él estaba celoso y con justa razón. Caminaron hacia las rocas y se sentaron en unas que estaban bastante alejadas del campamento. ―¿Qué hacías ahí? ―la interrogó con fiereza. ―Iba a hablar con él, le iba a contar la verdad. ―Sin preguntarme. ―Era algo que habíamos conversado, además, tu hermano me dijo que tenía que decirle, ¡él lo sabe! Y si él lo sabe, puede que lo sepan todos. Hasta Melalo hizo una broma de mal gusto cuando estaba con Vadim, por eso entramos a su carpa. ―¿Qué dijo? ―Dijo que había más muestras de afecto entre tú y yo que entre Vadim y yo. ―Y él los vio entrar a la chara, de no ser por él, no me hubiese enterado de que estaban solos ahí adentro. ―Spiro… ―Nos iremos esta noche. ―¿Qué? ―Sí, no puedo seguir entre esta gente infernal. ―¿Gente infernal? Es tu pueblo, Spiro, el hecho de que no podamos vivir nuestro amor aquí, no significa que sean malas personas, ponte en el lugar de Vadim, ¿qué hubieras hecho? ―Eso no habría pasado, porque yo te habría conquistado para que no te fueras con nadie. Dinka suspiró con fuerza. ―¿Qué pasa? ¿Te estás arrepintiendo de irte conmigo? ―No. No. Pero tampoco es una decisión fácil. ―A mí no me importa. Tú no tienes padres, yo tampoco, así que nos vamos, sí o sí, esta noche. Dinka aceptó con temor, nunca había salido de su campamento, nunca había estado en una casa, conocía muchas tribus de gitanos a lo largo de Chile y algunos países de Sudamérica, pero todos en carpas y, aunque en Santiago muchos de su r**a vivían en casas, ella no los conocía ni los había visitado nunca. Spiro, en cambio, se sentía seguro del paso que iban a dar, ya había hablado con el doctor Valencia y él los iba a ayudar a establecerse en la ciudad como dos chilenos más, hasta le había conseguido trabajo en un taller mecánico. Sin temor, Spiro regresó al campamento con Dinka, la dejó en su carpa y le dijo que arreglara sus cosas, pasada la medianoche, cuando ya todos durmieran, se iban. Dinka aceptó, su amor por ese gitano sobrepasaba todas las cosas y él también la amaba, se lo había demostrado enfrentándose a Vadim y declarándole su amor abiertamente. Spiro no se entró de inmediato, se quedó afuera, fumando y pensando. Por fin se iba de ese lugar que nunca pudo querer. Mirko se acercó a su hermano. ―¿Qué pasa, hermano? ―le preguntó el mayor. ―Nada. ―Hablé con Vadim, me dijo lo que pasó. ―Sí, yo también supe que habías hablado con Dinka. ―Yo te dije que iba a hablar con ella. ―En todo caso, te aviso que no dio resultado. Ella me ama y yo la amo. Punto final. ―¿Y qué vas a hacer? Vadim me dijo que no estás dispuesto a disputarla ni a disculparte por la ofensa. ―No. Prefiero irme a tener que disculparme con ese imbécil. ―¿Estás loco? ¿De verdad prefieres irte del campamento antes que hacer lo correcto? ―le dijo Mirko a Spiro, con dolor en su voz. ―Yo no voy a disputar con Vadim, no voy a darle en el gusto a ese nuevo rey de nuestro pueblo. Y no me voy a disculpar. ¿No ves que es una trampa para avergonzarme delante de todos? ―¿Avergonzarte él a ti? ¡Tú fuiste en contra de las leyes de nuestro pueblo! ―El amor no sabe de leyes y a mí no me interesan.   ―Entonces te vas. ―Nos vamos. ―No dejarán irse a Dinka contigo. ―Nos najelamos[2] y ya. ―¿Te piensas escapar con ella? ¿Qué van a hacer? ¿De qué van a vivir? Tú sabes que los galló[3] no nos quieren con ellos. ―No tienen por qué saber que somos gitanos. ―¿Vas a dejar la ley gitana para vivir como uno de esos? ―Si aquí no me aceptan con el amor que siento por mi Dinka, sí. El amor es lo más importante, siempre lo han dicho, pero cuando se tiene que poner en práctica, las cosas no funcionan como las enseñan, así es que sí, definitivamente, prefiero vivir como los payos[4]. ―Te vas a arrepentir de esto. ―Jamás. ―¿Cuándo te irás? ―Esta noche. ―Entonces esta es la última vez que hablaremos. ―Así es.  Mirko se entristeció. Abrazó a su hermano, sabía que sería inútil cualquier intento más de persuasión y también sabía que no lo volvería a ver.  La mañana siguiente, el clan despertó alborotado a causa de la mala nueva: Spiro y Dinka habían huido del campamento. Vadim se sintió herido en el corazón, no tanto por la huida, sino porque su amigo había sido incapaz de hacer lo correcto y quedarse cuando más lo necesitaba. Pronto se cumpliría un año de la muerte de su padre y de los integrantes del kris[5] en el fatídico incendio y sabía que aquel sería un día muy triste para todos en el campamento. ―¿Cómo estás? ―le preguntó Mirko a Vadim. ―No pensé que su orgullo fuera tanto, aunque, si lo pienso mejor, a Spiro nunca le gustó ser gitano. ―Así es, lamentablemente, él siempre añoró la vida de los chilenos. ―El problema es que Dinka no quería irse. ―Prefirió seguir tras Spiro, así que sí, en cierto modo, sí quiso irse, no creo que mi hermano la haya obligado. Vadim no contestó, no obstante, recordó el momento en el que Spiro la sacó de su tienda a rastras. Esperaba que, en su escapada, no hubiese hecho lo mismo. ―Y al final te la quitó ―socarró Melalo tras acercarse―. ¿Qué se siente ser el hazmerreír de tus hermanos? Vadim no contestó, fue y se paró en medio del campamento, donde había mucha gente reunida por la noticia. ―Escúchenme, yo jamás amé a Dinka como mujer, era mi gran amiga, casi una hermana; si iba a casarme, era para hacer la voluntad de mis padres. Spiro no quiso disputarla, le ofrecí hacerlo y lo habría dejado ganar, porque ambos son mis amigos y están enamorados. ››Si me siento mal, no es porque se hayan enamorado, es porque se fueron sin darme la opción a bendecir su amor. En mi corazón espero que sean muy felices y que algún día, cuando maduren, cuando se den cuenta de que allá afuera no hay nada, vuelvan con nosotros, espero que ese día ustedes los reciban con los brazos abiertos. Porque yo así lo haré. Son mis amigos y siempre lo serán. ››Nuestros padres querían unir nuestras familias a través de mí, no se pudo, quizá, en algún futuro, pueda suceder, estoy seguro de que ellos están viendo todo y, al final, resulte tal como lo esperaban. ―Bien difícil, Dinka era hija única y se fue con tu amigo, ¿cómo podrían unirse las dos familias? ―replicó Melalo. ―Uno nunca sabe, Melalo, los caminos de Dios son misteriosos ―repuso Dima con solemnidad. ―Ay, hermana, ¿me vas a decir que viste que en futuro eso pueda suceder? ¡Esas son patrañas! ―replicó el gitano con malicia. ―No son patrañas, son realidades, pero no, no he visto el futuro, sabes que no me gusta ver lo que le ocurrirá a nuestro pueblo, las cosas destinadas a pasar, pasarán, no podemos hacer nada por evitarlas, los puntos fijos ocurrirán aunque no lo queramos. ―¿Como el incendio en la chara de nuestros padres y hermanos? ―Eso no debió ocurrir, la mano de alguien estuvo metida, pero, aun así, la voluntad del de arriba siempre se cumple, Melalo, y nada queda oculto bajo el sol, siempre la verdad sale a flote ―replicó Dima. ―Esas son puras mentiras para engañar a los payos, con nosotros no resultan esas cuestiones ―ironizó Melalo con una risa nerviosa. ―Como digas, hermano, tú sabes cómo son las cosas y todo sale a la luz ―sentenció con firmeza la bruja. Dinka lloraba sin control, el matrimonio Valencia les había arrendado una pieza en el centro para que pudieran vivir por un mes hasta que él recibiera su sueldo y pudieran amoldarse. De todas formas, ella también fue recomendada para trabajar haciendo aseo. ―¡Yo no quiero hacer aseo! Ni siquiera sé cómo se hace aseo en una casa ―reclamó desesperada. ―Es igual que en la chara, mi amor, no hay diferencia. ―En la chara no tenemos piso de cerámica ni flotante ni nada. Tenemos alfombras que ni siquiera aspiramos, las barremos y las lavamos cuando es necesario. No sé trapear. ―Pues aprende, nadie dijo que iba a ser fácil ―le dijo con frialdad. ―Hubiera sido más fácil pedir disculpas y disputar por mí, sabías que Vadim te daría la victoria. ―No me interesa y si vuelves a nombrar a esos gitanos mal nacidos, te va a ir muy mal. ―La amenazó con su mano apretando el brazo femenino con rudeza. Ella se asustó. ―Yo tengo un dinero ―continuó con rudeza sin soltarla―, mañana mismo nos vamos a ir de compras para sacarnos estas mugres de ropa y comprarnos algo decente, ya no volverás a usar esas horribles faldas, de ahora en adelante, serás una chilena más. ―Pero las chilenas también usan faldas largas. ―De hippies, no de gitanas. Si quieres usar moda hippie, no hay problema, pero tu ropa de gitana la quemaré esta misma noche y nunca más se va a volver a mencionar a los gitanos en nuestra casa. ¿Me oíste? Dinka no contestó, estaba demasiado conmocionada con la actitud de Spiro. ―¡Me oíste? ―La zarandeó sin delicadeza. ―Sí. ―Así me gusta. Nunca fuimos gitanos ni nunca, nunca, nunca, pero nunca, hablaremos de ellos y, si los ves en la calle, les harás el quite, no volverás a hablar más con ellos. Y el romaní[6] estará prohibido en nuestra casa. ―Está bien. Spiro soltó el agarre del brazo de su mujer, sin soltarlo del todo y la tiró hacia su cuerpo. ―Te amo y tú eres lo único importante en este momento. El joven le dio un beso a la chica, fue un beso brusco y posesivo. ―Esta noche serás mías y de ahora en adelante, nadie nos podrá separar. Eso, por alguna razón, sonó más a amenaza que a promesa y, por primera vez, dudó del amor que sentía por ese gitano. Quizá se había equivocado, él la había conquistado con comprensión, con dulzura y ese gitano que tenía enfrente era todo lo contrario. Tal vez, su corazón, al dejar de ser gitano, se había convertido en otro, uno que ella desconocía. Y quiso volver a su pueblo, pero ya era demasiado tarde.   [1] Nibovia: novia [2] Najelamos: escapamos. [3] Galló: no gitano. [4] Payos: personas no gitanas. [5] Kris: tribunal gitano. [6] Romaní: lengua gitana.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD