Almas cautivas

El mismo mundo.

ANDREA.

¿En qué puedo ayudarle? -dije de forma natural como si no tuviera nada que ocultar.

Buena noche señorita. - dijo el hombre que se veía con más edad. - Soy Demian Wells, él es mi hijo, Cameron, y este es su amigo Evan Kavanagh. –dijo sus nombres señalando de uno en uno. Me quedé atrapada mirando a Evan; sus ojos eran del azul más claro y profundo que había visto. - Estamos buscando a mi hija, tuvimos una pequeña pelea familiar y ella escapó. Estamos muy preocupados. Es más, o menos de tu misma edad y complexión.  

 Lamento mucho lo ocurrido, sin embargo, no sé qué pueda hacer yo por ustedes o su hija. –conteste tratando de ocultar mi miedo.

Veras señorita, estuvimos preguntando y la última vez donde fue vista fue en la estación donde ustedes llegaron hace unas horas. Esta es su foto.

Me entregó la fotografía de la chica, no era María. Esta chica se veía de mi edad y tenía un rostro bellísimo, con unos ojos enormes y brillantes de color miel. Ellos en verdad buscaban a esa chica. Pero entonces qué pasaba con María. Me puse más alerta.

Es bastante joven su hija, en verdad espero resuelvan sus diferencias. Yo bajé al sanitario, sin embargo, tuve varias complicaciones con el empleado. No quiso prestarme el baño que tiene dentro del centro, por lo tanto, tuve que usar los de la estación. Se veía bastante nervioso, como si ocultara algo. A lo mejor sabía algo más y no les dijo. –Me estaba volviendo una excelente mentirosa.

Entonces, ¿Usted cree que pudo mentirnos? Lamento mucho que lo hiciera, ya que esto no es un juego. –replicó el hijo de él señor Wells.

 Es muy posible. El sanitario de mujeres de la estación estaba cerrado con llave así que utilice el de hombre. –la seguridad de mi voz era notoria. 

Entiendo. - dijo el Sr. Wells. -Es una pena que el joven de aquel establecimiento no nos dijera eso. Lamento mucho haberles interrumpido su viaje señorita. –se sintió algo raro en esas palabras. ¿Sabía que mentía acaso?

No se preocupe, espero que encuentre a su hija y superen pronto esta situación. –dije con el tono más compasivo que pude lograr.

Bueno, espero que la encuentren. –me sacó de mis pensamientos la voz de Iván, había olvidado que estaba aquí con nosotras.

Gracias por la ayuda… ¿Cuál es tu nombre hija? –su mirada estaba firme en mí como si quisiera saber mis secretos. Como si me conociera. Tal vez veníamos del mismo mundo. Ellos no eran de por aquí, también eran turistas. Tenían poder. Maldición, ese acento. 

Soy Andrea Price. –sostuve su mirada, sintiendo como algo dentro de mi moría, mientras estrechamos nuestras manos.

Es un placer y de nuevo gracias señorita. Feliz viaje. - Se dio la vuelta . - Y tenga cuidado, no es una zona tranquila para alguien que viaja sola. - sentenció.

Subimos de inmediato al camión, sentí una mirada sobre mí, volteé y encontré la mirada de Cameron siguiendo mi camino así que no pude ir directo a María y tuve que sentarme en otro lugar. Iván se apresuró a poner en marcha el camión, como si presintiera algo malo. Mi corazón latía a mil por hora.

Ya teníamos rato en el camino, se mostraban las primeras luces del día, no sé por cuánto tiempo estuve platicando con esos extraños hombres, pero por suerte ya estábamos llegando al pueblo y eso en verdad me hacía feliz. Para este momento ellos se deben de enterar que les mentí y sé que aparecerán otra vez... Lamentaba mentir, era algo que criticaba constantemente de mis padres o sus amistades. Si en verdad esa chica era su hija, no deseaba que siguieran sin encontrarla. Pero a lo mejor era alguna otra de las chicas que tenían cautiva. Le preguntaría después a María por ella. Aunque ellos no me dijeron el nombre de su hija.

Ahora que entrabamos a la ciudad y sabía que aquí María iría en su camino sola algo en mí se retorcía. No quería más presentimientos. La dejaría ir sin más, de tal forma esta sensación se iría también. Ella pronto llegaría a su casa y se podría olvidar de esto.

Tenía los próximos días para ser yo y únicamente yo, debía disfrutarlo  al máximo.