Tan diferente

3213 Words
El olor a rosas predominaba en el lugar, la pulcritud y belleza de los extensos jardines era algo digno de admirarse, cada árbol y arbusto estaba perfectamente cuidado y recortado con alguna forma de animal, la fuente que se hallaba en el centro era simplemente majestuosa, el sonido del agua era apacible, se respiraba una paz que francamente nunca antes había sentido…pero Helena sospechaba que todo aquello no era más que una fachada que ocultaba tras de sí un universo de mentiras y falsedad, las palabras de Tom aun resonaban en su mente como un eco que lograba enfocarla, no se dejaría engañar por la belleza y falsa paz que emitía el sitio, estaba segura había muchas mascaras que derrumbar hasta llegar a las verdaderas intenciones y propósitos que seguramente guardaban muchos de los estudiantes, profesores o empleados varios que se encontraban allí, frunció el ceño y camino con pasos serenos pero firmes, era hora de jugar a ser la nueva estudiante. – Hola, eres nueva no es así? Estoy seguro de que recordaría un bonito rostro y un cabello tan peculiar como el tuyo – una voz masculina capto la atención de la chica. Un hombre joven se mostraba frente a ella impidiéndole el paso, sus bonitos ojos de miel le resultaron familiares, si tuviese la piel morena hubiera jurado que el inoportuno muchacho era algún familiar del Brasileño, su rostro de bonitas facciones y sus ojos apacibles se lo recordaban bastante, su cabello también era castaño oscuro, sin duda guardaba un parecido sorprendente con su líder, solo la piel blanca lo diferenciaba de él. – Que te ocurre? Acaso los ratones devoraron tu lengua? – pregunto entre risas burlonas el muchacho.  – No te conozco, no tengo obligación de hablar contigo – respondió la hermosa pelirroja para luego caminar en dirección al elegante edificio. – Es extraño, las chicas normalmente me dicen su nombre de inmediato en cuanto muestro un poco de interés, pero si el no conocerme es el problema entonces puedo remediarlo, me llamo Geraldo Da Silva, ¿podría ser que puedo obtener tu nombre a cambio? – dijo el apuesto joven que se notaba al menos 4 o 5 años mayor a ella. Helena se sorprendió, tenía el mismo apellido que el Brasileño portaba, si sus deducciones eran correctas el molesto muchacho era pariente de su líder, se sintió aliviada de estar de espaldas hacia él, de lo contrario habría notado de inmediato su sorpresa y eso podía delatarla…si no sabía quién era ella era evidente que el brasileño no le había hablado sobre nada al respecto, serenándose siguió su camino, no quería tener nada que ver con el pariente de un criminal…aun cuando ella misma ya lo era. – Oye, te estoy hablando, no te enseñaron modales en tu casa? – preguntaba el apuesto joven caminando de prisa hasta alcanzarla y posarse junto a ella. – Supongo que no me dejaras en paz no es así? Es la primera vez que una chica no se interesa en conocerte? – pregunto en tono sarcástico la hermosa pelirroja. El apuesto ojos de miel rio a carcajadas, incluso su molesta risa era casi idéntica a la de su líder. – A decir verdad es como dices, eso solo hace que tenga más curiosidad por saber tu nombre – respondió el joven cortando de nuevo el paso de la pelirroja. Helena volteo los ojos, era en verdad molesto, pero recordando de nuevo las palabras de su mentor decidió comenzar a recabar información, sospechaba que era parte de las muchas tareas que le impondrían para hacer en ese lugar. – Supongo que ya que insistes y no tienes intención de dejarme llegar a tiempo a mi primera clase te lo diré, me llamo Helena – respondió en tono molesto la bella muchacha. – Helena…como el mito de Troya…un nombre interesante…sin un apellido eh? – dijo el joven sintiéndose más intrigando. – Solo preguntaste por mi nombre y es mi elección no dar apellido – respondió Helena apresurando sus pasos intentando dejar atrás al muchacho, sospechaba que no la dejaría tranquila, parecía ser de ese tipo de chicos que no aceptaban un no por respuesta…si tenía alguna información valiosa la averiguaría más adelante, realmente se sentía deseosa de llegar a su primera clase, no era bajo las circunstancias más deseables pero una oportunidad era una oportunidad, y definitivamente aprovecharía esta que le permitía volver a estudiar, esa era quizás una ventana necesaria para el futuro.  – Oh vamos Helena, yo si te dije mi apellido – reprocho Geraldo con falso sufrimiento en su voz. Helena sintió sus sienes dolerse, el joven era realmente irritante, nada más que un niño caprichoso y rico acostumbrado seguramente a recibir cuando deseaba, detestaba a los que eran como él. – No recuerdo haber preguntado por tu nombre, así que no tengo ninguna obligación de decirte más allá de lo que te he dicho, eso deberá ser suficiente por ahora – respondió la hermosa pelirroja. – Que decepción, me gusta saber los nombres de chicas hermosas, porque en verdad lo eres, una hermosa pelirroja que me quemo con su fuego – dijo Geraldo tomando entre sus dedos uno de los lacios mechones de la cabellera de la chica. Helena se apartó de inmediato, aquella situación comenzaba a ponerse demasiado incomoda  y no era buena idea propinar un buen y merecido golpe a su acosador sabiendo bien que estaba relacionado a su líder, apretando sus puños se tragó los deseos de abofetearlo. – No me toques – demando la hermosa pelirroja. – Vamos, no te estoy haciendo nada que no te gustaría que te hiciera – respondió el joven ojos de miel con voz sensual. La joven se enfureció, levantando su palma para asestar una merecida bofetada a su acosador sintió como su mano era detenida por otra en el acto. – ¿Qué diablos haces Geraldo? ¿Tu hambre es tanta que de inmediato tienes que lanzarte sobre la carne fresca? – interrumpió una bellísima joven de cabellos rubios y hermosos ojos grises que asemejaban el color de las tormentas. – ¡Demonios Katty! Odio cuando interrumpes mi cacería – dijo Geraldo un poco molesto por la repentina intromisión de la rubia. – No tienes remedio, eres un bastardo – respondió la bella joven. – Esto es aburrido, te veré después hermosa Helena – dijo el ojos de miel despidiéndose. La hermosa pelirroja se quedó inmóvil, no había visto acercarse a la hermosa rubia que ahora la miraba con extrañeza y molestia. – Muchas gracias – dijo Helena sin saber qué otra cosa decir. La rubia la miro despectiva. – Si no eres capaz de defenderte con rapidez  no podrás sobrevivir aquí, la próxima vez no dudes y golpea a ese bastardo, puedo garantizarte que hay muchos otros imbéciles como el aquí y no pretendo volver a ayudarte – dijo la rubia con evidente molestia. – ¿Entonces porque me detuviste? – cuestiono la pelirroja recordando que fue la mano de la chica la que detuvo su golpe, aquella acción no concordaba con lo que acaba de escupirle. – Tonta, será mejor que te des prisa, si no llegas a tiempo a tu primera clase no darás una buena impresión, eres la nueva aquí, preséntate primero y luego abofetea todo cuanto quieras al bastardo – dijo la rubia para luego marcharse. Helena apretó de nuevo sus puños, ¿Qué demonios significaba eso? ¿Quería ayudarla o no? Aquellas palabras parecían un maldito acertijo, al parecer era común que los ricos bastardos hablaran en clave, sin embargo no era estúpida, lo había comprendido, no le permitió golpear al acosador niño rico para evitarle un problema en su primer día de clases, la niña rubia era extraña, parecía querer ayudarla pero al mismo tiempo también parecía no querer hacerlo, aquello sería más difícil de lo que había pensado en un inicio, debía manejarse con cuidado en aquel criadero de lobos al que la habían arrojado.   El edificio era hermoso, el estilo barroco sin duda le proporcionaba una belleza extraordinaria, le recordaba al Château de Versailles, aquel palacio francés del que solía hablarle su madre cuando era niña y le mostraba en viejas fotografías, el esplendor era de tal magnificencia que por un momento olvido el desagradable incidente que apenas unos instantes atrás había tenido lugar, montones de alumnos caminaban dirigiendo sus pasos hacia las aulas. Recordando el papel en su bolsillo lo saco para ver el número de aula que le habían asignado, caminando apresurada finalmente encontraba su salón de clases, deteniéndose en la puerta observo que el interior estaba casi vacío, nadie parecía tener interés por las clases que comenzarían dentro de poco, suponía que aquello era lógico, después de todo sospechaba que sus compañeros tenían su vida resuelta, estúpidos niños ricos al final de cuentas. Miradas curiosas se centraban en la hermosa pelirroja que entraba con paso firme, una nueva alumna, eso era obvio, todos se sentían sumamente curiosos, todos a excepción de una rubia que miraba a la nueva con indiferencia, el profesor entraba en la aula indicando a Helena avanzar tras de él, los alumnos tomaban sus respectivos asientos sintiéndose a la expectativa sobre la presentación de la chica nueva, los cuchicheos no se hicieron esperar, algunas jóvenes señalaban que no era tan bonita, otros más decían que era realmente hermosa, la pelirroja comenzaba a sentirse escudriñada por las muchas miradas que se posaban sobre ella, como si buscaran algún defecto en su haber sobre el cual seguir el molesto cotilleo que se traían entre dientes, sin duda aquello comenzaba a irritarla. – Guarden silencio – la voz del profesor acallaba las de los chismorreos que pululaban en el recinto. Indicando a la joven pelirroja a posarse frente a la clase, el profesor observaba documentos en sus manos, ahora que lo pensaba cómo es que su líder habría obtenido los documentos de ella? Recordaba que su papelería y la de su hermano se habían extraviado aquella fatídica noche. – Quiero presentarles a Helena Morgan, será su compañera a partir de este día, viaja desde Francia para unirse a nuestra escuela, démosle una cálida bienvenida, Helena, te sentaras junto a Ekaterina, por favor Romanov levanta tu mano – dijo el profesor con un deje de indiferencia. Helena se sorprendió levemente al ver que la tal Ekaterina Romanov no era otra más que la chica rubia que la había “ayudado” un poco antes, caminando hacia la molesta muchacha se acomodó en el elegante pupitre junto a ella, la joven le había torcido la cara, parecía ser de un carácter volátil e impredecible, devolviendo el gesto se enfocó únicamente en prestar atención a la clase que comenzaba.  – Sera mejor que no te cruces en mi camino, no creas que mi intervención con el bastardo de Geraldo significa que somos amigas – dijo repentinamente la hermosa rubia de ojos tormentosos. Helena ahogo una risa por el repentino comentario, cosa que irrito demasiado a Ekaterina. – No te preocupes, es una pena no contar con tu amistad princesa, lo prometo, no me cruzare en tu camino  – respondió la pelirroja con sarcasmo. La hermosa rubia apretó sus puños con rabia, quien se creía que era aquella derzkaya ryzhaya.   Las clases habían sido fantásticas, se sentía dichosa de saber que sus conocimientos del secundario no se habían ido, se explicaba todo de manera tan fácil y fluida que era sencillo entender, todo habría sido perfecto de no ser por la mirada de la rubia que se posó sobre ella todo el tiempo, sus pensamientos volaban hacia el brasileño de nuevo, ¿Francia? ¿En serio? Todos le preguntaban sobre ella, apenas y se había marchado el ultimo profesor para dar paso al receso y el tumulto de alumnos con preguntas la había rodeado, de alguna manera se las había arreglado para zafarse de allí, ahora caminaba en los hermosos jardines hasta llegar a la fuente que la invitaba a sentarse, una hora de descanso era demasiado, recordaba que los recesos en la escuela pública no duraban más allá de la media hora, el sonido del agua la calmaba, nuevamente se preguntaba sobre la historia que se había inventado su líder para acomodarla allí en ese colegio de niños ricos, quizás en su reunión del día siguiente le aclararía bien todo, desde que tipo de trabajo haría ella hasta que negocio turbio se traía entre manos. – No sería difícil matarte si siempre estás tan distraída – la voz de la rubia arrebato a Helena de sus pensamientos poniéndola en alerta. – Parece ser que el tal Gerald no es el único acosador aquí – dijo la pelirroja. - Derzkaya ryzhaya – respondió la rubia con molestia. – Lo siento, pero me perdí la clase de ruso, así que no entiendo lo que significa – dijo Helena con sarcasmo. – Tan ignorante…significa pelirroja atrevida – dijo Ekaterina con un deje de burla. – Bien, que es lo que quieres? Dudo mucho que hallas venido hasta aquí a enseñarme un poco de ruso – cuestiono la hermosa pelirroja. – Porque te negaste a dar tu apellido a Geraldo? – pregunto sin rodeos la hermosa rubia. La pregunta no sorprendió a la pelirroja. – No lo conozco, como tampoco te conozco a ti, si ese chico es tu interés amoroso quédate tranquila no me interesa – respondió Helena con indiferencia. – Geraldo es mi prometido, pero no me interesa en lo más mínimo – dijo la rubia acercándose peligrosamente hasta la pelirroja tomando su rostro para mirarla de cerca. Helena se apartó con brusquedad, los ojos grises que parecían presagiar una tormenta la escudriñaban con descaro. – ¿No me habías pedido no meterme en tu camino? ¿Qué es lo que quieres?, te aseguro que no me gustan las mujeres – dijo la pelirroja sintiéndose incomoda. – Tu rostro es bonito, puedo ver que has vivido muchas batallas, pero aun eres débil y tonta, el brasileño me ha pedido cuidar tu pelirrojo trasero pequeña rata – dijo con burla la rubia. – Entonces porque me pides deliberadamente no cruzarme contigo – cuestiono Helena. – Escucha no tengo interés en protegerte pero me lo han solicitado, no somos amigas, no me interesa hablar contigo, solo he venido a avisarte que te estaré vigilando, no hagas ningún movimiento estúpido, muchos ojos observan en la oscuridad y si no quieres terminar en un aprieto mantente alejada de Geraldo, no te metas en mi camino – dijo la rubia con molestia. – Eres de la familia del Brasileño? – pregunto la pelirroja. Ekaterina la miro con indiferencia. – No, no lo soy y no necesitas saber más, esto lo hago por hacerle un favor al amigo de mi madre – respondió la hermosa rubia. – No entiendo nada, ¿porque no me explicas de una vez que es lo que hago aquí? ¿Porque me tienen que dar información a medias y ahora hasta tengo una niñera que me resguarda? – cuestiono Helena con irritación. Ekaterina la miro con burla. – Pobre niña tonta, ¿acaso no puedes ver lo obvio? Te han añadido a la familia Da Silva, eres un m*****o en entrenamiento y aquí hay demasiada gente que no conoces, no pueden dejar tu patético trasero al descubierto, eres imprudente según lo dicho por Tom, no te sientas especial por estas molestias que causas, si vas por allí preguntando datos no tardaran en descifrar que estas aquí encubierta y estoy segura que recabar información es lo primero que pensaste en hacer, no seas ingenua, por supuesto que el Brasileño sabe bien quienes están aquí, no es esa la razón por la que te trajeron, estas en una selva de concreto y jardines repleta de depredadores, es a sobrevivir a lo que se te ha enviado, aprende a ser astuta, a obtener información de la gente con solo verla, analizar movimientos erráticos y actitudes fingidas, mírame a mí, te hice creer que estoy celosa y no puedes negar que lo has creído, debes convertirte en un lobo entre lobos, para sobrevivir en este mundo al que has entrado se necesita más que agilidad y fuerza físicas, tu inteligencia es lo que puede hacer la diferencia entre morir o vivir para admirar otro día, un error y estarás muerta, habla con la persona incorrecta y estarás muerta, si hubieras golpeado a Gerald como pretendías no hubieses logrado entrar al edificio, debiste deducirlo, es un Da Silva que no tiene idea de quién eres, puedo jurarte que ahora mismo estarías gritando de dolor al haber perdido la mano con la que pretendías golpearlo, serenidad, astucia, inteligencia, son las cualidades que has venido a aprender aquí, abre bien tus ojos a partir de ahora y te ofrezco una disculpa anticipada, yo también tengo mi propia fachada para mantener – dijo Ekaterina para luego propinar una fuerte bofetada en el rostro de la pelirroja. Helena se sentía en shock, ¿qué había pasado?. – ¡No vuelvas a acercarte a mi prometido! – grito repentinamente la rubia. Las miradas se amontonaban en torno a ambas a chicas, la hermosa pelirroja reflexionaba las palabras de la rubia, mirando a su alrededor, pudo ver varias miradas felinas y poderosas entre las muchas que se notaban más inocentes, entre aquellos se hallaba Geraldo Da Silva. ¿Cómo pudo haber sido tan estúpida? Resultaba obvio todo lo dicho por Ekaterina, ¿Cómo pudo por un instante esperar que esta fuese una escuela normal? Mafias, era una escuela que albergaba muchas de ellas, otros muchos jóvenes que guardaban apariencias al igual que ella se encontraban allí, provocar al equivocado significarían promesas de muerte y dolor, no solo eran niños ricos, eran hijos, sobrinos o protegidos de algún mafioso, gente que de verdad podía lastimarla. En aquel instante pudo verlo, aquellos que la rodeaban no eran amables o inocentes estudiantes, al menos no todos ellos, aquellas siluetas rodeándola se dibujaban como terribles sombras de ojos rojizos dispuestas a devorarla, debía ser más astuta, más inteligente, de lo contrario no viviría más allá de los 17 años que ya tenía, el solo pensamiento era aterrador, pero serenándose volvió su mirada hacia Ekaterina. – No sabía que era tu chico, mantenlo alejado de mi – dijo Helena y sin más se alejó del tumulto de miradas curiosas y otras más depredadoras. No podía fallar, no podía darse el lujo de perderse en sus pensamientos enternecedores sobre aquel colegio, era tal cual como lo había pensado en un principio, una fachada para ocultar rostros con máscaras que despedían un terrible hedor a peligro, no volvería a tener pensamientos tan estúpidos, ella podía sobrevivir, se los demostraría. Tan diferente, así comenzaba a sentirse, diferente a todo lo que había conocido o creía conocer, atrapada en un mundo desconocido con personas aún desconocidas, un escalofrío le recorría la espalda, aquello comenzaba a verse más complicado…lo más irónico es que ya lo era pero recién se daba cuenta, su vida no volvería a ser misma…jamás. Fríos ojos azules la miraban marcharse, una chica interesante en una escuela interesante, reflexionaba el rubio que veía a la pelirroja perderse en la distancia.
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