◇capítulo 27

1398 Words
 comienza con dos pequeñas que forjaron una bonita amistad desde sus días de colegios, en concreto desde su primera función navideña, donde entre ensayo y ensayo surgió una relación que marcaría el resto de sus vidas y que se convertiría en su primer regalo navideño. La infancia fue dando paso a la adolescencia, donde los secretos y confidencias fueron dando a pie a una etapa más sólida de su amistad. Vivir los primeros momentos de muchas cosas: las primeras fiestas de fin de año, donde decidían juntas el look e intentaban llevar alguna de esas pulseras especiales que su madre tenía en el joyero, y que ellas portaban como si fuese un tesoro. También era la época de los primeros amores, y los primeros desamores. Las primeras alegrías e infortunios de la vida. La adolescencia dio paso a la madurez, a la época universitaria y al cambio de una ciudad a otra. Otro paso que también decidieron dar juntas, pasando a compartir piso, uniendo amistades y momentos de estudio y de fiesta en ese pequeño apartamento que convirtieron en un su refugio soñado, donde ya se sentían totalmente adultas y donde por quedarse estudiando, decidieron celebrar la Navidad juntas, cambiando padres por amigos, como familia que también eran, y comidas caseras por platos preparados que a ellas les supo a gloria. Fue en esa época también donde nacieron los amores más serios y las relaciones que en el futuro determinarían sus vidas. Pero ellas siempre tuvieron presente que su amiga era la otra parte de su vida, esa que te acompaña, te aconseja y te regaña pero nunca olvidas, y a la que siempre recurres buscando consuelo. Los primeros trabajos, las primeras responsabilidades más allá de estudiar y pasar exámenes, también fueron momentos de apoyo y aliento mutuo, donde los logros de una eran las alegría de otra. Y lo mismo pasó cuando llegó el momento de unir sus vidas a otras personas. Una de ellas despertó una mañana de diciembre con un regalo nuevo bajo el árbol, una joya de compromiso y amor eterno regalo de su novio. Y fue ese día de Navidad cuando decidió casarse con el hombre de sus sueños, y empezar una familia propia. Otra Navidad que pasaban juntas y que marcaba sus vidas, pues ella no puedo evitar ir corriendo junto a su amiga a contarle la buena nueva y como no, enseñarle tan preciado regalo. Pero también quiso demostrarle a la que consideraba su hermana que esto no era el final de su historia, sino solo el comienzo. Yo lo vi  y me pareció muy simpático, me enamoré y me supo enamorar, siempre me decía que yo era su alma gemela, mis padres lo conocieron el mismo día que yo, así que las cosas se acomodaron demasiado rápido y él se portó como un caballero con mi familia. Pronto estaba de visita en mi casa, y siempre me respetó.  Yo estaba tan agradecida con mi amiga que siempre la invitaba a mi casa a comer o salíamos los 4 juntos, ella con su novio y yo con Ariel, pero algo pasaba, que cuando yo abrazaba a mi novio ella como que se podía celosa, y me decía que ella tenía derecho por antigüedad y se reía, eso me daba risa y lo comprendía, ya que es verdad, ella era amiga de él antes de conocerme Es decir, yo despertaba a media noche y ellos estaban en la sala o en la cocina siempre platicando, ella llorando y él consolándola. Mi esposo me decía que su novio la había engañado y que se fue con otra mujer. En esa historia me quedé cuando un día, salí a comprar la despensa y que de casualidad me encuentro con Alí, el exnovio de mi amiga Elisa.  No pude evitarlo y le reclamé, le dije que cómo era posible que le haya hecho eso a mi amiga, que ella lo amaba, y él estaba extrañado a todo lo que yo le decía. Hasta que me dijo: "¿Me vas a dejar a hablar?". Veo que tienes la versión equivocada Había llegado el día era hora de irme aunque no quería, esto me está dando muy duro el separarme de Elena y dejar el país no me agradaba para nada la idea pero que se le iba hacer no podía hacer nada en contra de las decisión de mis padres. Estaba en el aeropuerto sola, ya me había despedido de todos e incluso de Elena fue demasiado duro incluso el recordarlo me parte el corazón en mil pedazosPero eso es lo que menos me importaba; estos dos años que he estado en Londres han sido una tortura ya que me hace mucha falta Elena el tenerla a mi lado el besarla, acariciarla, abrazarla y en consentirla, pero siempre he estado hablando con ella.A los 2 meses que me vine a vivir a Londres Elena y yo decidimos terminar nuestra relación ya que en todo el tiempo que iba a estar en Londres  era posible que pasara algo como el que alguna de las dos se enamorara de otra persona o que le pasara algo a la otra etc. Bueno es verdad lo que dicen “amor de lejos, amor de pendejos”.La verdad después de terminar con Elena de mi parte solo he tenido algunas aventuras y ya, pero departe de Elena solo sé que había tenido otra novia pero que su relación no duro mucho, bueno eso es lo que me ha llegado a contar y que ella también trabaja como jefa en una de las empresas de su madre.Aunque hayamos roto nuestra relación seguimos siendo las mejores amigas, y los seguiremos siendo toda la vida y le prometí a Elena que volvería y así será pronto volveré y espero que ella me reciba con los brazos abiertos porque yo aún no puedo dejar este amor que siento por ella, no puedo guardarlo aquí dentro aun la amo y espero que ella también lo haga y comencemos una nueva  relación y una nueva vida juntas sin que nada ni nadie nos separe.–¿Yo, querer? –se sonrió la madre dilatando las narices–. Haga loque le parezca… ¿Quiere irse, Nébel, ahora? No estoy bien. Nébel salió, profundamente disgustado. ¿Qué iba a decir a su padre? Este sostenía siempre su rotunda oposición a tal matrimonio, y ya el hijo había emprendido las gestiones para prescindir de ella. –Puedes hacer eso, y todo lo que te dé la gana. Pero mi consentimiento para que esa entretenida sea tu suegra, ¡jamás! Después de tres días Nébel decidió concluir de una decidió aclarar de una vez esa vez con ese estado de cosas, y aprovechó para ello un momento en que Lidia no estaba. –Hablé con mi padre –comenzó Nébel–, y me ha dicho que le será completamente imposible asistir. La madre se puso un poco pálida, mientras sus ojos, en un súbito fulgor, se estiraban hacia las sienes. –¡Ah! ¿Y por qué? –No sé –repuso con voz sorda Nébel. –Es decir… que su señor padre teme mancharse si pone los pies aquí. –¡No sé! –repitió él, obstinado a su vez. –¡Es que es una ofensa gratuita la que nos hace ese señor! ¿Qué se ha figurado? –añadió con voz ya alterada y los labios temblantes–. ¿Quién es él para darse ese tono? Nébel sintió entonces el fustazo de reacción en la cepa profunda de su familia. –¡Qué es, no sé! –repuso con la voz precipitada a su vez–. Pero no sólo se niega a asistir, sino que tampoco da su consentimiento. –¿Qué? ¿Que se niega? ¿Y por qué? ¿Quién es él? ¡El más autorizado para esto! Nébel se levantó: –Usted no… Pero ella se había levantado también. –¡Sí, él! ¡Usted es una criatura! ¡Pregúntele de dónde ha sacado su fortuna, robada a sus clientes! ¡Y con esos aires! ¡Su familia irreprochable, sin mancha, se llena la boca con eso! ¡Su familia!… ¡Dígale que le diga cuántas paredes tenía que saltar para ir a dormir con su mujer antes de casarse! ¡Sí, y me viene con su familia!…
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