Capitulo 4... Seremos Hermanos

1079 Words
Termino de nuevo con éxito otro día extenuante en la universidad, no obstante, me faltaba aun concluir el arduo día que aun esperaba por mí. Me apresure a llegar a casa antes de que mi madre armara un escándalo, acostumbra a hacerlos cuando me pide un favor y yo no lo hago. Por tal motivo Lani se ofreció a llevarnos a mí y a Elena en su camioneta. En el camino no les comenté nada de mi encuentro en los pasillos con el chico sexy – el semidiós –, no quiero que se emocionen y empiecen a decirme que salga con él y pierda mi virginidad de una vez por todas. Por qué ese tema es tan importante en estos tiempos, ya nadie cuida su primera vez. Acaso soy la única anticuada que quiere llegar virgen al matrimonio con el chico ideal. – Soy una romántica tonta, si lo sé. Al llegar me despedí de mis amigas y me dispuse a bajar de la camioneta para dirigirme a casa. Subí a mi habitación para escoger la ropa de esta tarde, pero pude notar que mi madre ya se me había adelantado. Observe un vestido junto con el tocado y unos zapatos encima de la cama; Oscar me había comprado ese vestido hace unos meses, es blanco con rosas rojas por todos lados, en pocas palabras es hermoso y me sienta una figura espectacular. No soy muy delgada pero tampoco estoy gorda, mido 1.60 por lo que soy un poco bajita comparada con otras chicas. Termine de arreglarme y Oscar llegó por nosotras, subimos al coche y emprendimos el viaje a su casa. Tardamos una hora y media en llegar. Cuando llegamos no pude evitar ver lo grande que era su casa, tenía un jardín enorme y hermoso, a la vista se podía apreciar por lo menos cuatro habitaciones de la casa. Al acercarnos a la entrada me encontré con lo que temía desde la mañana, ahí estaba Travis parado en la entrada. — Travis ayúdame con estas cajas, llévalas a dentro — hablo Oscar, él y mamá habían aprovechado el viaje para traer algunas cosas. Mi mente era un caos debido a todos los acontecimientos que estaban sucediendo a mí alrededor. Estaba aturdida y agobiada, por lo que mi gesto no era el mejor de todos podía dar fe de aquello. Travis solo fue capaz de bajar la mirada e ignorarme al pasar a mi lado como si fuéramos un par de desconocidos. La mudanza había empezado y solo de imaginar tener que compartir mi vida con este chico como hermano era algo que aún no podía vislumbrar. Entramos a la casa y Travis saludo a mi mamá después de abandonar las cajas cerca de la entrada, luego se dirigió a mí y le sonreí para que nadie notara la hostilidad entre ambos. — Él es mi hijo mayor, Travis. — Oscar presentó a su hijo con una enorme sonrisa en su rostro. ¿Cómo no pude darme cuenta antes del parecido que tenía Oscar con Travis?, los ojos, el porte y la educación lo delataba. — Y ¿dónde está tu hermano? — pregunto el señor Anderson, se podía notar que sus hijos eran su orgullo. Toda su cara mostraba sus emociones o quizás estaba feliz de poder presentarnos finalmente como una familia. — Está en el baño arreglándose de seguro un cabello fuera de su lugar — respondió Travis, mi mamá y yo no pudimos evitar reír de su bruma. — Adelante, siéntense no sean tímidas — nos indicó Oscar con ese tono de caballerosidad que hay en él. Ante mis ojos Oscar siempre ha parecido un caballero inglés de la época de antes con ese traje de veinte mil dólares y ese acento británico que le da un aura irresistible ante las señoras, incluso ante las chicas de mi edad. Realmente entiendo porque mi madre está enamorada como una idiota de él. Mis pensamientos acerca del comprometido de mi mamá fueron disipados en el momento en que apareció mi otro nuevo hermano, quien se paró en el umbral y se presentó, primero con mi madre y luego conmigo. — Hola me llamo Ian Anderson, mucho gusto — nuestras miradas se encontraron y me di cuenta de que era el chico sexy de esta mañana. — Tu, no puedo creerlo. Qué pequeño es el mundo — dijo asombrado y con un brillo especial en esos fantásticos ojos —, con razón te me hiciste familiar eres la hija de Denis. — parpadeo consecutivamente como si aún no lo creyera. — Oh ya veo, tú eres hijo de Oscar. Mucho gusto, mi nombre es Vanessa Roberts. — Sostuvo mi mano y como si fuera todo un príncipe inglés la beso, aquel acto produjo un ligero sonrojo en mis mejillas, su tacto era extraño ante mi piel y me sentía abrumada con su cercanía. — ¿Ustedes se conocen? — preguntó Oscar confundido ante la familiaridad con la que me hablaba su hijo, realmente era fácil leer sus pensamientos y emociones. El señor todo amor era una ternura y sus hijos eran todo un reto, aun así, no quería vivir con ellos. No solo me encontraba con Travis, mi ex pasatiempo, si no que ahora se encontraba enfrente del semidiós de esta mañana, mirándome, quemándome con esos profundos ojos azules. — Esta mañana cuando fui a entregar los papeles me perdí y ella me ayudó a encontrar la dirección. — Ian lo dijo con toda naturalidad, guiñándome un ojo. Esto me olía mal, había algo entre los dos que nos atraía con fuerzas inexplicables, podría definirlo en una palabra "química". — No fue nada — pude notar que Travis me miraba con recelo desde su lugar, al observar cómo Ian y yo nos mirábamos de una manera indescifrable y su mirada me era algo incómoda. Cuando terminamos de comer y conocernos mejor al hablar de la escuela, calificaciones y pasatiempos, Oscar nos llevó de nuevo a casa, se despidió con un casto beso en los labios de mi madre y dirigió un adiós para mí con la mano llevándose consigo más cajas y cosas — Aprovechó los viajes, hombre precavido vale por dos, quiero suponer —, ya solo faltaban los muebles y algunas otras cosas con menor importancia. Es sorprendente como tu vida cambia de un minuto a otro, mañana ya no viviría aquí y muy pronto dejaría de ser Vanessa Roberts para convertirme en Vanessa Anderson.
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