Son las seis de la mañana y poco es lo que he podido dormir. Mi suerte es tan genial que a las personas que le han dado las habitaciones cercanas a las mías tienen un sexo tan maravilloso que no gimen, sino que, gritan y es eso lo que no me ha ayudado a poder dormir. Mi suerte en este tipo de cosas es tan increíble que, poco es lo que me sorprende cuando he regresado en busca de humillaciones. Pero no puedo hacer otra cosa que soportar por lograr cumplir por lo que vine. Sin poder dormir, me levanto de la cama y me ducho en busca de esa relajación que no llega. Pero cuando pienso que no puede empeorar mi vida, una llamada me dice lo contrario.
En la llamada
— Charlotte, necesito que estés en mi empresa en una hora y espero que vengas sin tus terribles maletas. Porque no quiero que me ha
