Capítulo 3

2531 Words
Narra Charlotte El día pasa rápido y no tengo más remedio que levantarme para arreglarme para la cena. Ya que, mis padres han venido hasta aquí por mi grado y vinieron antes para pasar la noche conmigo. Aun con la culpa y con al convicción que más nunca me embriagaré, salgo de la ducha y me visto con unos jeans de mezclilla, una camisa y mi abrigo. Como casi todos estos días, en Surrey esta lloviendo, por lo que me abrigo bien y llevo un paraguas, mostrando mi mejor actitud. Después de todo, de Ottawa hasta Surrey, son muchos kilómetros que ellos recorrieron por mí y yo no puedo dejarlos esperando. Mis padres, por sus trabajos están muy ocupados. Mi madre, aunque no sufre mucho estrés, porque bien dice ella que bajo presión no crea. Cuando le llega la inspiración y comienzan a consolidar sus ideas, si está estresada por la calidad de los productos. Y si hablo de mi padre, él siempre está ocupado por el trabajo, después de todo, ser presidente de Zafiro, no es fácil. Pero ambos lo hacen llevadero. Al fin de cuentas, la carga compartida es menos pesada. Ya arreglada, tomo mi teléfono con carga y subo a mi auto rumbo al restaurante en que quedamos a encontrarnos. Mientras manejo, recuerdo que no me he visto con Ji-Ho hoy, por lo que, cuando llegó al parqueadero del restaurante, enciendo mi teléfono y lo llamo. Sé que cuando encendí el teléfono habían mensajes de mis padres y el mismo mensaje de que pasé una buena tarde de Zac, pero siento que Ji-Ho me necesita. Él nunca desaparece todo un día y ello me preocupa. Un leve toque hace que deje de insistir por quinta ves y mire hacia mi ventana, es allí cuando noto que Zac me sonríe con su paraguas en la mano. Casi de inmediato, palidezco y guardo mi teléfono en mi bolso para después tomar mi paraguas y salir del auto a darle la cara a Zac, quien me sonríe como si no hubiésemos hecho algo grave. — Por fin puedo verte, mi amor — me dice Zac cuando abro la puerta — En la mañana me desperté sin saber dónde estabas y que te había pasado. Eso me preocupo mucho, pero preferí darte tiempo para aceptar lo que pasó. Suspiro profundo e intento esconder el remordimiento por todo lo que hice, para finalmente hablarle. — Zac, te voy a pedir el favor que no comentes libremente lo que pasó. Mis padres me criaron bajo normas estrictas y di de enteran que yo les fallé, estarán demasiado devastados y no deseo eso. — Entonces prefieres que ocultamos esto ¿No es así? — me pregunta y de inmediato siento la culpa — Omitir la verdad y evadir las cosas que suceden, son tan graves como mentir, Charlotte y tú más que nadie lo sabes. — Lo sé. Se perfectamente que con lo que pasó, a partir de ahora solo tendré que ocultar esto y mentir al respecto. Pero no hay otra manera, lo pensé todo el día pero no pude encontrar alguna solución. Así que, espero que me ayudes ¿De acuerdo? — Esta bien, amor. Lo que desees hacer, lo haré. — comenta con una sonrisa y yo suspiro aliviada. Ambos avanzamos hacia el restaurante y es cuando finalmente le pregunto este no tan casual encuentro. — Zac, quisiera preguntarte ¿Qué haces aquí? Pensé que te habías marchado a Ottawa y que esta cena seria con mis padre nada más. Pero viéndote aquí, me equivoqué. — ¿Te molesta que este aquí? — pregunta y yo niego de inmediato. — Me encanta estar contigo. Es solo que me resulta extraño que puedas estar aquí tanto tiempo cuando tienes tantos compromisos. — No te preocupes, recuerda que hago las practicas en la empresa de nuestras familias. Así que, tu padre me permitió estar aquí para apoyarte como todos queremos hacerlo. Pero si te molesta mi presencia, puedes ser sincera y me retiraré. Puedo entender que quieras pasar tiempo con tus padres y es por ello que puedo regresarme y vernos en otro momento. — No, claro que no es necesario. Después de todo, mis padres te aman y no eres un desconocido para ninguno de los que nos reuniremos. Zac asiente mientras llegamos a la puerta del restaurante. Con el techo, ya podemos protegernos de la lluvia así que escurrimos nuestros paraguas para poder cerrarlos. Es allí cuando me acuerdo de algo importante que debo preguntarle a Zac, por lo que me acerco a él, para saber la respuesta que mi mente no puede darme. — Zac — lo llamo acercándome a él para preguntarle algo que me avergüenza preguntar pero necesito saber — ¿Recuerdas si nos protegimos al hacerlo? Yo no me cuido por obvias razones, así que, quiero saber si tú lo recuerdas. — Sí, lo hicimos con protección, así que no debes preocuparte por un embarazo no deseado. — responde y yo suspiro mentalmente aliviada. Amo los niños, pero no puedo permitirme un embarazo fuera del matrimonio. Eso anunciaría mi pecado y mi bebé nacería fruto del mismo. Más aliviada que antes, entro al restaurante escoltada por Zac. Él es quien pide la reservación apartada a mi nombre y como algo que siempre pasa, nos toca esperar a mis impuntuales padres. Zac me ayuda con mi silla y se sienta a mi lado aumentando mi culpa. — Charlotte, entiendo que te sientas mal. Yo también me sentí un poco mal por haber sucumbido a la lujuria. Sé también que lo que hicimos no va relacionado a tus normas y costumbres familiares. Pero creo que ya no podemos hacer algo al respecto y como pareja, debemos salir adelante. Así que, cambia tu rostro o tus padres se darán cuenta de que algo pasa y me imagino que no quieres eso ¿No es así? Asiento dándole la razón. Lo que menos quiero es que mis padres noten que algo me sucede. Así que, cuando mis padres aparecen en mi campo visual, suspiro profundo y sonrió mientras me levanto de mi silla. — Papá, mamá ¿Cómo han estado? — pregunto y mi madre es quien primeramente me abraza. Llevaba un mes sin verlos y para mí, eso era una eternidad, al igual que mis padres quienes me abrazan con fuerza. Claramente nos hemos visto por video llamadas, pero no es igual cuando los puedes tocar. — Hola, mi princesa. Que bueno que podamos vernos. — dice mi padre aun abrazándome. Ya sentados todos, sonreímos al vernos juntos otra vez. — Ya mañana es el gran día — dice mi madre emocionada. — Y yo espero que para la ceremonia si lleguen a tiempo — les recuerdo. Mis padres tienen un solo defecto y es que siempre llegan tarde a todos los lugares. Incluso por ese mal hábito, es que mi padre ha tenido dificultades en varios cierres de negocio. Pero aun así, no ha cambiado ese mal hábito. — Lo sé y lo sentimos por hoy. Es solo que, el tráfico estuvo muy pesado. — se excusa mi padre y yo niego. — Padre, la mentira es un pecado. — Esta bien, lo siento. No volverá a pasar. Después de ello, ordenamos y cenamos en medio de risas que causan recordar viejos tiempos y la idea de tener nuevas aventuras. Con deseos y oraciones antes y después de cenar, los cuatro le pedimos a Dios que este nuevo camino que ambos estamos haciendo, nos lleve a la felicidad que Dios desea para nosotros. Yo por mi parte, también pido a Dios que me perdone por las faltas que cometí. La cena termina con una promesa de estar puntual fuera de mi departamento, para acompañarme a la ceremonia. Por lo que, temprano nos despedimos y yo me marcho a mi casa. Zac, también se despidió por compromisos que tenia con mi padre, así que, puedo ahora regresar a casa para buscar a Ji-Ho quien aún sigue preocupándome. Claramente mi situación no es alentadora o fácil de olvidar, pero no saber de Ji-Ho, hace que mi culpa sea menos importante que él. Decidida a buscarlo, busco mi auto y subo al mismo en su búsqueda. El departamento donde él se encuentra esta en el mismo edificio en el que estoy, por lo que, llego a mi parqueadero y subo un piso más de donde vivo para llegar a su hogar. Preocupada, toco la puerta varias veces sin recibir una respuesta de su parte y ello aumenta mi preocupación. — Ji-Ho, háblame. Sé que debes estar en el departamento. Lo sé porque vi tu auto en su lugar. Así que, no me iré hasta que me atiendas. — comento con seguridad. Ji-Ho no es una persona que se aísla por mucho malestar o sufrimiento que tenga. Así que, es más que preocupante su actitud. Decidida a no darme por vencida, continuo tocando hasta que finalmente abre. Es allí cuando me adentro al lugar que está perfectamente arreglado, tan distinto a como él se encuentra. — ¿Qué te pasó? ¿Por qué estás así? — pregunto preocupada por su aspecto desarreglado. Sin duda, lo que le está pasando lo e atormentando mucho. Por lo wue, me siento a su lado en el suelo a la espera de que él decida comentarme lo que tanto le atormenta. Los minutos pasan en silencio mientras él ni siquiera ha intentado verme a la cara. Lo cual, significa que lo que sea que le esta pasando, lo está matando por dentro. — Charlotte ¿Alguna vez has pensado que a mí me gusten los hombres? — me pregunta y ello causa que me sienta confundida. — No, nunca he pensado así de ti. Después d éxodo, nunca he visto algo en ti que me haga pensar que seas homosexual — comento rápidamente y él asiente. — Entonces tampoco lo ves — susurra y ello me llena de sorpresa. — ¿Eres homosexual? — pregunto asombrada y preocupada. En mi religión, las personas que tienen una orientación s****l distinta a la que Dios creó, no es aceptado. Sabemos que no podemos cerrarle las puertas a alguien, pero el que realicen conductas que no son aprobadas por Dios y a ellos poco le interese, hace que la iglesia donde mi familia y yo asistimos, no los acepten. Por lo tanto, si Ji-Ho lo es. Claramente tendremos dificultades en seguir nuestra amistad. — No lo soy. No creo que lo sea. Pero alguien hoy me dijo… — susurra para después guardar silencio. Vaya, lo que le han dicho lo ha perturbado de más de una manera. — Lo que otra persona te diga de ti, no te define. Si tú nunca has pensado de forma lujuriosa cuando vez a un hombre, claramente no eres homosexual. Así que, no te dañes tu mente por algo que no es así. — Charlotte , ¿alguna vez has hecho algo borracha que jamás harías estando sobria? — pregunta y ello hace que me desestabilice un poco. ¿Él sabe algo de lo que hice anoche? — me preguntó mentalmente con temor. — Oh, es cierto. Tú no harías nada incorrecto aún estando borracha — susurra para después perder su mirada a la pared frente a él. Oh Dios, si tan solo tuviera el valor de contarle lo que me paso anoche, él podría ayudarme a sentirme bien. Sí, él me ayudará con esto. No podrá retroceder el tiempo, pero como siempre me dirá las palabras que me ayudarán a sentirme mejor. — Ji-Ho… O posiblemente te juzgue por ser una chica tan libertina — me dice mi conciencia. El simple hecho de pensar ello, hace que detenga mi confesión. Si él o Adara se alejan de mí, me dolería. Claramente con Adara, no pasaría eso porque ella es muy relajada y rebelde. Pero Ji-Ho viene de una familia tan estrictamente y religiosa como la mía. Así que, confesarle lo que hice, podría causar que él me rechace. Así que, prefiero callar. — Charlotte, después del grado regresaré a Corea del Sur. — me dice Ji-Ho y eso hace que abra mis ojos. — ¿Por qué? ¿Por qué te vas a marchar de un momento a otro cuando los tres nos prometimos trabajar en el mismo lugar? — Hoy me pasé todo el día pensando en ello. Pero realmente necesito regresar a casa y recordar quien soy y que debo hacer con mi vida. Ya que, creo que la vida occidental me ha afectado mucho y necesito recordar quien soy. — me confiesa Ji-Ho mirándome a los ojos. Es allí cuando noto el tormento que debe estar escondiendo. — ¿Te puedo ayudar en algo? Si hay algo que necesitas, no dudes en decirme. No soy tan talentosa y experimentado como tú, pero por lo menos puedo buscar la manera de salir adelante en lo que sea que estés sufriendo — Charlotte ¿Tú me has ocultado algo? — me pregunta y mi alarma en el rostro me delata. — Entonces estaremos bien si te oculto esto que me avergüenza. Así, no te perderé — susurra. — Jamás pasaría eso. Pero si prefieres guardarte lo que te genera dolor, lo entenderé. — Gracias por entender. — susurra. — Entonces ¿Cuándo te marcharas? — Después de la ceremonia me iré. — responde y yo asiento. — Entonces a partir de mañana no estaremos tres juntos ¿No es así? — Sí, a partir de mañana solo podré verme con ambas por video llamada. Asiento y le envío un mensaje a Adara para que este con nosotros la última noche en que seremos los tres. A los pocos minutos, ella llega agitada pero no pregunta cuando ve el aspecto de Ji-Ho. Por mensaje le explique lo que medianamente sé y al verlo entendió que lo que menos necesita Ji-Ho son preguntas que no le ayudan. En silencio, nos quedamos varios minutos en el suelo. Hasta que Adara se levanta sacudiendo su cuerpo. — Haber, chicos. Hoy será nuestra última noche los tres juntos hasta que en algún momento el destino nos deje reunirnos. Así que, pienso que lo mejor será que celebremos esta noche. — No queremos alcohol — decimos Ji-Ho y yo al unísono. De mi parte, lo de no volver a probar alcohol es más que una promesa. — Aguafiestas — dice Adara pero no se da por vencida con su celebración. Por lo que pide comida y bebidas a domicilio, mientras coloca música que a los tres nos encanta. Adara salta y yo me contagio con su alegría al saber que debo sonreír a Ji-Ho para que deje de estar triste por lo que sea que lo atormenta. Con ello, en menos de dos horas estamos saltando mientras contamos canciones de nuestro grupo favorito; Bts y Twice. Es duro despedirse de un gran amigo sin saber cuando nos reuniremos los tres otra vez. Pero no podemos llorar cuando él se ve tan mal por eso que le hace irse. Así que, damos nuestra mejor cara y celebramos con él nuestra amistad. Esa que prometimos mantener a pesar de la distancia
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