Alistair
Ella yacía durmiendo en su enorme cama con los tres de nosotros rodeándola. El resplandor de la chimenea bailaba por la habitación, proyectando suficiente luz como para ver en la habitación. Atlas tenía una compresa fría en el hombro, Axel tenía una en la cabeza y yo tenía una en el tobillo. Los tres nos curaríamos por completo en cuestión de horas, pero por ahora, licor y hielo tendrán que aliviar nuestros dolores y egos magullados.
—Cuando descubra esta maldita magia, será una fuerza a tener en cuenta—, dijo Atlas, tomando su tercer trago.
—Ella es la más poderosa de su especie que he visto—, murmure, tomando mi propio trago.
No he estado cansado en cientos de años, pero después de que Harley me pateara el trasero hoy, me duele en lugares donde olvide que podía sentir dolor,
