Adoria
—Esto es perfecto—, dije, mirándome en el espejo. Con la nueva información que obtuvimos de la “Reina”, el plan B debe comenzar.
Pasé los dedos por el sedoso cabello hasta la cintura que tantas veces había visto ondear alrededor de sus hombros. Debo admitir que, parada aquí mirando su cuerpo en el espejo, puedo entender por qué todos babean por ella. Su cuerpo es fantástico. Sus labios son suaves, sus pechos son firmes y sus caderas y muslos son magníficos. Me volví para mirar su trasero nuevamente. Me acerqué y le puse bálsamo labial en sus labios carnosos.
—Tu magia realmente se ha superado esta vez, madre—, exprese.
—¿Esperabas algo menos de mí, Adoria?—, preguntó con suficiencia.
—Por supuesto que no—, respondí, poniéndome unos jeans y botas similares a las que siempre usa
