Axel
―Harley, ¡tus ojos!― dije mientras ella se acercaba a mi como un huracán. Sus ojos eran negros como su lobo pero brillaban como perlas negras.
Ahora entendía por qué ese vagabundo habló antes de que Harley pudiera alcanzarlo. Mi hermosa y tierna compañera era aterradora cuando estaba tan enfadada.
Sus pequeñas manos rodearon mi cuello mientras saltaba en mis brazos, envolviendo sus muslos gruesos alrededor de mí. Sus dedos se aferraron fuertemente a mi cabello, tirando de mi cabeza hacia un lado.
―Mío―, rugió casi demoníacamente.
Sus dientes se hundieron en esa parte carnosa de mi cuello donde su marca debería haber sido colocada hace años.
Mis dedos se clavaron en su trasero mientras ella se fundía conmigo, mientras la fuerza de nuestro vínculo creciente nos arrastraba a ambos.
