Harley
Me deslicé de vuelta a la isla. No había forma en el infierno de que pusiera su boca en ninguna parte de mí.
―No está equivocado, Harley. Puede que seas inmune al veneno y que el dolor sea tolerable para ti. Pero no queremos que se nos caiga el pie, ¿verdad?― se burló de mí.
―No. No puedes estar bien con un hombre que no es nuestro compañero poniendo sus labios en nosotras―. Estreché los ojos hacia ella.
Estaba tan absorta en nuestra discusión que no me preocupaba por Alister hasta que sus chispas heladas atravesaron mis piernas.
Sus manos callosas agarraron mis rodillas, tirándome hacia adelante sobre el mostrador. Sus dedos se apretaron, sujetándome en su lugar. Mis oídos zumbaban y lamí mis labios rezando para encontrar mi voz.
―¿Qué... que estás haciendo?― mi voz apenas er
