Invisibilidad

2052 Words
Ese dulce aire risueño la acompañaba todas las mañanas en sus caminatas a la escuela, sin prisa ni desesperación, tan solo sentía el murmurar del viento titubear sobre sus tímpanos. Sin pensamientos en la mente, ni mucho menos preocupaciones, caminaba disfrutando de todo a su paso: del aire, de la gente, del clima, de los sencillos rayos de sol y de los árboles que se meneaban al son de la ventisca. Siempre había sido una persona responsable y puntual, así que, sin sufrir esos inconvenientes diarios, optaba por disfrutar de una vereda llena de paz y calma en compañía de la brisa que se empeñaba fervientemente en enredarle cada hebra oscura de cabello. Era absurdo e innecesario correr porque evidentemente el sol le afirmaba que era muy temprano aún. Sin percatarse... llegó a la puerta de la escuela "quizás se la pasó mucho tiempo ensimismada pensando algo" Frenéticamente un auto se estacionó frente a ella, la chica quedó perpleja un mínimo instante que se tornó perpetuo, mientras observaba la imponente figura de aquel chico bajar de aquel flamante vehículo. Él bajó apurado mientras aporreaba la puerta, pasó junto a ella rozándole ligeramente el hombro sin ni siquiera inmutarse de su presencia. Rápidamente el chico se limpió el hilillo de sangre que recorría su mentón, tenía una sonrisa de victoria en su rostro, después... comenzó a caminar apurado, mientras inútilmente intentaba hacerse de nuevo la corbata del uniforme. Se alejaba de donde ella estaba parada y la cosa es que parecía perseguir a una chica de cabello castaño claro. El asunto es que se llega a una edad en la vida en la que mágicamente te vuelves invisible; esas son algunas ventajas de la adolescencia y lo más curioso es que te vuelve imperceptible para quien menos quieres serlo... ¿ventaja o desventaja? He ahí el dilema. Suspiró inconforme, mientras sus ojos se enfocaban en su cabello rubio que se alejaba tan de prisa de ella. –Siempre era lo mismo –pensó en silencio, mientras se sentía terriblemente ofuscada. –¡Cherry! – gritó una molesta voz femenina. Despabiló. –¡¿Qué?! – respondió de inmediato al salir de sus pensamientos y tomar una postura erguida ante el llamado de su amiga castaña. –Vaya que hoy estas distraída. ¿Qué ves? – le preguntó curiosa mientras seguía el camino de sus ojos verdes hasta parar con la cabellera dorada – Ya veo...–suspiró mientras la miraba cabizbaja –Cedric Lennox, así que tú también eres una admiradora suya –murmuró mientras postraba la mano sobre su tímido hombro, la chica solo alcanzó a dar un respingo y luego se ruborizó intensamente, pero su silencio la delató. Sonó el timbre. –¡Vamos! – la jaló Nichole de la muñeca. Cherry la siguió mientras se apuraban para entrar a clase. Pasó junto al rubio quien platicaba con la hermosa Stella Allen. Lo miró anhelante, mientras dejaba escapar un profundo suspiro, entonces el chico por un momento le dirigió la mirada, sus pupilas entonces chocaron, contuvo el aliento un segundo, pero quizás eso fue lo que ella quiso pensar porque, un segundo después, él había retomado la interesante charla con la chica de ojos jade. Quizás en esa preparatoria se había tornado natural y completamente normal el sentir atracción por el rubio de ojos azules, porque digo... no era el chico más popular de la escuela por nada, no, pero su talento y arrogancia no terminaban ahí... sino que también era el capitán del equipo de futbol y era descaradamente rico, el chico era heredero de: "Lennox boutique" la cadena de tiendas departamentales más importantes en el Reino Unido. Parecía requisito indispensable estar detrás de él. Stella Allen, apenas tenía tres meses en la escuela, era la chica nueva, nadie sabía con certeza porqué la habían transferido ahí, se decía que, porque sus padres se habían mudado por trabajo, pero solo eran rumores, sin embargo, de la noche a la mañana, su nombre estaba en boca de todos en el colegio, y como no... si era bonita y atlética. Los chicos se babeaban por ella, y de un instante a otro se había ganado el cariño de todos los maestros y por supuesto era la actual víctima de Cedric Lennox. Pero igual... que más daba, si ella no tenía ni una mínima posibilidad con esa estrella tan inalcanzable. Llegó a clase y se sentó en el mismo lugar donde se había sentado los dos últimos años: adelante y aun lado de ella su amiga Nichole, y Asher detrás. Los jóvenes comentaron algunas cosas entre ellos cuando de pronto, Mr. O'Ryan, el profesor de álgebra, entró al salón con ese habitual retraso que tanto lo caracterizaba, en sus labios, una excusa bien ideada, una sacada de su banco de pretextos. Todos los chicos guardaron silencio cuando vieron al maestro atravesar el umbral de la puerta. La clase ya había comenzado, y nadie sabía del paradero del rubio. De un momento a otro apareció con un: –¿Puedo pasar? –preguntó el rubial parado en la puerta, mientras interrumpía la clase de Mr. O'Ryan. –¡Oh joven Lennox! hace ya, bastante tiempo que sonó el timbre, quizás tiene problemas de oído ¿no es así? Porque estoy seguro de que no lo escucho...– exclamó mientras lo miraba fulminantemente y con un tono bastante irónico. –Verá profesor...- dijo comenzando su monólogo mientras se rascaba la nuca. –¡Venga! ¿Con que buena excusa me vendrá esta vez? – cuestionó sabiendo su juego. El rubio sonrió con cinismo. –Me conoce bien...–asintió con la cabeza. –Pase joven Lennox, pero solo le pido que si va a dormir en mi clase... hágalo en silencio–. Exclamó, mientras desviaba la atención del rubio y comenzaba a escribir en la pizarra. –Bien, hoy veremos logaritmos...- anunció el maestro mientras Cedric comenzaba a caminar hasta su pupitre robando la mirada de varias chicas del salón. Cherry, estaba tensa, siempre trataba de ser disimulada frente a él, pero era tan difícil intentar mantener la compostura. Sonó el timbre y el primero que salió disparado fue el rubio, Cherry solo lo vio partir. –¡Vamos Cherry, es hora del almuerzo! –habló Asher llamando su atención. –Sí, ya voy –expuso mientras se levantaba y seguía a sus amigos hasta la cafetería. –Señorita Olsen- llamó el maestro cuando la vio acercarse al umbral de la puerta. La chica dirigió su atención al llamado –Pase a mi oficina al finalizar las clases, por favor...–solicitó Mr. O'Ryan antes de salir del salón con unos libros bajo el brazo, ella solo se limitó a asentir con la cabeza. –¿Qué querrá ese viejo de ti? –preguntó Asher con un semblante dudoso, era un chico muy desconfiado. –No hables así de Mr. O'Ryan ¡Asher! – gritó Nichole enfurecida. –¿Y por qué no? –preguntó con enojo. –¡Porque el profesor Mr. O'Ryan es maravilloso! –contestó con un semblante iluminado – ¡Es tan apuesto! –expuso emocionada. El castaño puso un gesto de confusión sobre su semblante. –Te dobla la edad Nichole– exclamó eufórico mientras extendía los brazos. –¡Mejor aún, un excelente "suggar daddy"!- chilló emocionada –Jamás lo entenderías...- suspiró la castaña mientras le daba la espalda a su tonto amigo. Cherry solo escuchaba la conversación mientras comía su almuerzo en total silencio –¿Qué querrá el profesor O'Ryan de mí? – cuestionó para sí misma mientras probaba bocado poco a poco. De pronto... desvió su mirada a cierta mesa de la cafetería, sí, la mesa que se hallaba justamente en el centro de la cafetería, era como un escenario, un lugar donde se podía observar a las estrellas de la escuela, en ella estaban: el callado Denise, el calculador Max, el frío Benedict y por supuesto el encantador rubio: Cedric, por otra parte, también se encontraba la hermosa Gigi, la divertida Hanna y Stela. Ese lugar parecía irradiar luz propia. Los chicos más populares y atractivos del colegio en un mismo punto. Cherry miraba como el rubio decía ocurrencias y se robaba la atención de todos por su inigualable espíritu alterado. –¡Hey Cherry! –llamó Asher. – ¿Qué pasa? –cuestionó su amigo al verla tan despistada. –¡Nada! –espondió al instante mientras se enrojecía en rojo carmín. Nichole se carcajeó –Lo que pasa es que a Cherry le gusta Ced... –Cherry le tapó la boca tan rápido como pudo. –No le hagas caso... –sonrío Cherry nerviosa. –¿Cherry te gusta alguien? –preguntó intrigado Asher mientras la miraba fijamente y ella se tornaba completamente nerviosa. –¡No! –contestó al instante y bajo la cabeza con las mejillas enrojecidas en carmín. Nichole solo tomó una gran bocanada de aire después de que la chica la soltó, Cherry la había dejado sin aliento con ese fuerte agarre. –¡Hey Asher! –gritó el rubio mientras se acercaba sorpresivamente a la mesa y Cherry perdió los escrúpulos, así que solo quedo cabizbaja mientras tomaba su jugo con el popote e intentaba controlar su alocado corazón, a lo que Nichole reventó de la risa, pero siendo silenciosa ya que tampoco quería delatar a su amiga. –¡Que tal Cedric! –clamó Asher mientras chocaban las manos. –¡Hoy hay partido después de clases me acaba de avisar el entrenador! –avisó el rubio emocionado mientras abría más las pupilas. –¡Maldito seas Roberts! –maldijo Asher entre dientes a su entrenador. El rubio solo río jovial –Te veo en la cancha –afirmó y salió de ahí. –Claro y nosotras somos invisibles, ¿no es así Cherry? – dijo Nichole ofendida. –¡Cherry! –llamó más fuerte mientras, ella miraba partir al rubio. –¡Ah sí! –respondió asustada saliendo de su embelesamiento repentino por culpa del muchacho de ojos azules. –Vaya que está pérdida –bufó en un suspiro. –¡Hey Asher ¿y cómo es eso de que tendrás un partido hoy!? ¿También estas en el equipo de futbol de la escuela? ¿No solo los mejores están en el? – preguntó con mofa. –¡¿Que tratas de decir?! – preguntó ofendido después de tomar un trago de su bebida. –¡Ja! Seguro siempre estás en la banca, ¡Por eso no te noto! –se mofó de él con cinismo. –¡Yo soy el portero! –gritó enojado mientras aporreaba tantito la mesa de la cafetería. – ¿¡Quién crees que para los goles!? –exclamó efusivo. –Ah bueno... es que nadie se fija de la portería...hasta el momento en el que se va a meter un gol y entonces justamente, entonces la pelota tapa tu cara y... ¡No puedo verte! Además.... ¡Cedric ni siquiera deja que se acerquen a la portería! –comentó en burla la castaña para enojar a su amigo al propósito. –¡Quizás me notarias si le quitaras los ojos de encima a Benedict! – vociferó fuerte Asher mientras bufaba furioso, porque le había dado en su orgullo. –¡Cállate Asher! –bramó mientras saltaba sobre él. –¡Ya! ¡Dejen de pelear parecen niños! – regañó Cherry mientras intentaba disuadirlos. –¡Ella empezó! –reprochó Asher señalándola con el dedo como un niño pequeño, Nichole solo le sacó la lengua molesta. Terminaron las clases y los jóvenes comenzaban a salir de sus aulas. –¡Ya vuelvo! –anunció Cherry, mientras corría a la oficina del maestro O'Ryan justo como le había dicho antes. –¿Cherry vas a quedarte al partido de Asher? –preguntó Nichole antes de que se encaminara a ir a ver a su profesor. –¡Sí! ¡Ocúpame un lugar! –dijo mientras seguía corriendo por la escuela. –¡Vaya que eres escandalosa Nichole! –reprochó Asher. –¡Cállate o no me quedo a apoyarte! –lo amenazó con la mirada. –¡Tú te quedas por Benedict! –anunció el castaño en burla. –¡Te digo que te calles! –gritó la chica sonrojada.
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