¡Che, cómo va! El sol asomaba en el cielo, tirando destellos dorados sobre el pueblo copado de San Martín. Yo, Valeria, medio pensativa, me mandaba una caminata por la playa, viendo cómo las olas le daban un abrazo a la arena con su ir y venir constante. La onda con Daniel se ponía más fuerte, pero los sueños y visiones me tenían en jaque. Después, Ana tira la idea de una cena especial para festejar la armonía familiar. Yo, cargando con mis secretos, me mando el intento de parecer re normal. Mientras morfábamos, las risas sonaban, pero yo sabía que detrás de cada sonrisa se escondían emociones re complicadas. Terminada la cena, me fui a mi cuarto, donde la luz de la luna se colaba onda suavemente. Miré por la ventana al mar, preguntándome si las olas me tiraban secretos que solo yo podía

