Dante la sostuvo con ternura, como si temiera que el más mínimo movimiento pudiera hacer que todo se desmoronara. Aurora, en su abrazo, se sintió segura, como si por fin hubiera encontrado un refugio del caos que había invadido su vida desde que Carlos la persiguió.
—No tienes que decidir nada ahora, Aurora —susurró Dante, acariciando su cabello—. Tómate el tiempo que necesites. Lo importante es que estés bien, que encuentres la paz que tanto mereces.
Aurora cerró los ojos, dejando que la calidez de su presencia la envolviera. A pesar de la confusión que aún nublaba su mente, algo en su interior comenzaba a encontrar un equilibrio. El miedo a lo desconocido no desaparecía por completo, pero la sensación de ser vista y aceptada por lo que era, sin juicios ni presiones, le otorgaba una peq
