Bajo las estrellas, entre rosas y promesas

1276 Words
Aurora se queda inmóvil por un momento, mirando el ramo de flores en sus manos, sin saber qué decir. —¡Rosas! Amo las rosas —exclama con una sonrisa que ilumina su rostro. Dante, viendo su reacción, no puede evitar sonreír también. La calidez en su mirada revela la conexión que está comenzando a forjarse entre ambos. —Me alegra que te gusten —responde él, con una suavidad en la voz que hace que Aurora se sienta aún más especial. —Si me permites, me gustaría invitarte a desayunar. Sé que es sábado y quiero que disfrutes de un día increíble, como esta flor tan linda. Aurora asiente, aún sorprendida por el gesto de Dante. Antes de que pueda decir algo más, la voz de su hermana Violeta resuena desde la sala. —Hermana, ¿adónde vas? ¡Hola, supongo que tú eres el doctor! —dice, mirando a Dante con una mezcla de curiosidad y desconfianza. —Sí, soy Dante, encantado —responde él, extendiendo su mano, la cual Violeta toma por cortesía, pero con una mirada de advertencia que no pasa desapercibida. —Cuídala bien o, si no, esta cara me va a cambiar de amigable a otra cosa. ¡Disfruten! —le dice Violeta con una sonrisa traviesa. Dante asiente, sin perder la calma, y voltea a mirar a Aurora, quien, aunque algo avergonzada, se siente tocada por la atención de él. —Claro que sí, la cuidaré bien —responde Dante con firmeza, como si esas palabras fueran una promesa. Aurora sube al auto y se dirigen al restaurante a desayunar. Durante el trayecto, la conversación fluye naturalmente entre ellos, pero siempre hay una tensión palpable, una chispa en el aire que no pueden negar. Una vez en el restaurante, después de una comida tranquila y amena, Aurora no puede evitar sonrojarse al recordar todo lo que acaba de suceder. —Gracias, Dante, por este momento. Fue… increíble —dice, aún con una sonrisa en el rostro. Dante la mira con una dulzura que parece contradecir su habitual seriedad. —Lo importante es que lo hayas disfrutado —responde, sin despegar los ojos de ella. —Pero creo que no será el último desayuno que tengamos juntos. Aurora, al escuchar esas palabras, siente una mezcla de emoción y nervios. ¿Estará comenzando algo nuevo con Dante? ¿Será este el inicio de algo más grande que ella misma? Cuando se despiden, Dante le da un beso en la mejilla, un gesto suave pero significativo, antes de subirse al coche y alejarse. Aurora observa cómo su coche se pierde de vista, su mente llena de preguntas y expectativas sobre lo que podría venir. —¡Cuéntame, dime! ¡Estás enamorada de él! —exclama Violeta con entusiasmo, mientras Scarlette, desde el sofá, la mira con una sonrisa burlona. Aurora, aún un poco sorprendida por lo vivido, no sabe qué responder. Solo se siente bien. Feliz, aunque al mismo tiempo intranquila por el mar de emociones que ha comenzado a surgir. —Claro que sí, ¡ya está más que enamorada! —añade Scarlette, mientras saborea una copa de vino. Aurora suspira, sin saber si las palabras de sus amigas son exageradas o si realmente podría ser cierto. Lo único que sabe es que algo en su interior le dice que esto es solo el principio de una historia que cambiará su vida. Al día siguiente, Aurora se despierta temprano, la luz del sol filtrándose por las cortinas de su habitación. Un sentimiento de tranquilidad la envuelve, pero también una ligera inquietud por lo que vendrá. La conversación con Violeta y Scarlette la había dejado pensativa, y el beso de Dante en su mejilla aún se siente como una suave caricia en su piel. Decide no darle más vueltas al asunto. Hoy quiere relajarse, disfrutar del día y, quizás, dejarse llevar por lo que sea que el destino le depare. Se da un baño largo, se pone un vestido ligero y se acomoda en su silla favorita junto a la ventana, con una taza de café en la mano. Mientras mira el paisaje, su celular suena. —Hola, Aurora —responde Dante al otro lado de la línea, su voz clara y firme. —Hola, Doctor Dante —responde ella, sonriendo por el tono familiar con el que ahora lo llama. Es extraño cómo se ha acercado a él en tan poco tiempo. —Quería saber si tienes planes para esta tarde. Estaba pensando en invitarte a dar un paseo por la ciudad. No quiero que el día se quede solo en desayuno, ¿qué opinas? —dice Dante, con un tono que transmite un deseo genuino de pasar más tiempo con ella. Aurora duda por un momento, pero algo dentro de ella la impulsa a aceptar. Este hombre, que parece tan diferente a los demás, le despierta una curiosidad inmensa. —Claro, me encantaría. ¿A qué hora te va bien? —pregunta, sorprendida de lo fácilmente que acepta la invitación. —¿Te parece bien a las tres? —sugiere Dante. —Perfecto —responde Aurora, sintiendo una oleada de emoción recorrer su cuerpo. Una vez que cuelga, se toma un momento para respirar profundamente. La conexión que empieza a sentir por Dante es innegable, pero también teme dejarse llevar demasiado rápido. Después de todo, la vida tiene formas de sorprenderla, y no siempre son lo que uno espera. Llega la tarde, y cuando Aurora sale de su casa para encontrarse con Dante, se siente nerviosa, pero decidida. Él la espera en su coche, con una sonrisa que ilumina todo a su alrededor. Cuando Aurora se acerca, la sonrisa de Dante se amplía. —Estás increíble —dice, mientras abre la puerta para ella. Aurora se siente halagada por el cumplido, pero lo que más le llama la atención es la sinceridad en sus ojos. Algo en su mirada la hace sentir como si estuvieran compartiendo algo más profundo. El paseo por la ciudad es relajante. Caminan por calles tranquilas, visitan parques y disfrutan de una tarde soleada. La conversación fluye sin esfuerzo, y aunque no hablan de nada trascendental, Aurora se siente conectada con él de una manera que no puede explicar. Dante tiene una forma de escucharla, de hacerla sentirse especial, y eso la atrae aún más. Al caer la tarde, se detienen en un café pequeño y acogedor. Se sientan en una mesa junto a la ventana, y mientras conversan, Aurora no puede evitar notar lo cómodo que se siente a su lado. —Aurora —comienza Dante, mirando fijamente a sus ojos—, quiero ser honesto contigo. Desde el momento en que te conocí, algo dentro de mí cambió. No sé cómo explicarlo, pero me haces sentir… diferente. Y no puedo dejar de pensar en ti. Aurora se queda en silencio por un momento, sorprendida por la sinceridad de sus palabras. ¿Realmente sentirá lo mismo que ella? ¿O está simplemente atrapada en el momento? —Yo también he estado pensando mucho en ti —responde finalmente, su voz suave, pero segura. Dante sonríe, y sin decir nada más, extiende su mano hacia la de ella. Aurora la toma sin pensarlo, y en ese simple gesto, sienten una conexión aún más profunda. Mientras el sol se pone lentamente en el horizonte, ambos saben que algo está comenzando entre ellos. Algo que los llevará a descubrirse más, a explorar lo que hay entre sus corazones, y quizás, a desafiar lo que pensaban saber sobre el amor. La noche cae, pero para Aurora y Dante, este día es solo el principio de algo mucho más grande.
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