Aurora caminó hacia la salida del edificio con una sensación de vacío en el pecho, pero también una determinación que nunca había sentido antes. Cada paso que daba se sentía como una ruptura con su pasado, con la persona que había sido antes de todo esto. El viento frío acariciaba su rostro, como si el mundo mismo la estuviera empujando hacia un futuro incierto, pero era el único camino que le quedaba. Mientras caminaba hacia la calle, su mente comenzaba a tomar forma. Sabía que, aunque todo se estaba desmoronando a su alrededor, no podía quedarse quieta. No podía ser la víctima en la historia que Carlos había escrito para ella. Había tomado una decisión, y esa decisión era su libertad. Ya no iba a permitir que el miedo la gobernara, ni que las amenazas de Carlos la paralizaran. Sacó el

