Obsesionado contigo.

1132 Words
Paula. Al día siguiente. —¡Paula! Amiga, ¡Pao! —¿Sí? —¿Qué es lo que pasa contigo? —Nada, ¿por qué lo preguntas? —¿Por qué? Me invitaste a comer un helado y todo el tiempo has estado como en trance, mira, tu helado de vainilla favorito se derritió en tu mano. Comienzo a lamer el helado rápidamente. —Sé qué estás así porque perdiste tu trabajo, pero sé que pronto encontrarás algo mejor. —No es por eso, el trabajo no me importa, con los ahorros que tengo puedo vivir por algunos meses. —¿Es por...? —No quiero que hables de ese tipo. Lo siento, Dana. Me siento cansada, solo quiero ir a casa y buscaré en internet alguna entrevista de trabajo. —Está bien, yo regresaré al trabajo, tú ve a casa y descansa, amiga. —Dana, te quiero mucho, no es mi intención ser grosera contigo, siento mucho si te levante la voz. —No te preocupes, sé que solo te encuentras un poco frustrada. Hablamos en casa, me tengo que ir. Nos despedimos y yo tomo un taxi a casa. Subo por el ascensor hasta mi piso y camino un poco, cuando estoy cerca de mi apartamento veo a ese idiota en la puerta. Rápidamente, ese recuerdo viene a mi mente. Flashback. Toco entre mis piernas y mi entrepierna está completamente mojada por mis líquidos. Escucho a una mujer gritar. —¡¿Cómo me llamaste?! —No fue mi intención, pero no grites. —Mientras acabas dentro de mí me llamas por el nombre de otra mujer, ¿quién es Paula? Fin del Flashback. Lo ignoro y busco las llaves en mi bolso. —Paula, ¿tú escuchas ayer...? —Estaba dormida, no me interesa escucharte. Intento fingir lo más que puedo. —Mírame a los ojos, ¿escuchaste, verdad? Entro y estoy a punto de cerrar la puerta, pero él la detiene y entra. —Te daré solo cinco segundos, si no te largas llamaré a la policía. —Uno. Él se acerca y me toma del cuello, siento como mi espalda toca la pared. Siento un extraño dolor en el pecho. Su mano aprieta mi cuello, pero no lo suficiente para ahorcarme. Intento alejarlo con ambas manos, pero no puedo. —¡Déjame en paz, te odio! ¿Qué es lo que quieres de mí? Él no me responde, solo puedo ver sus ojos verdes prendidos en juego. ¿Cómo puede un hombre tener una mirada, dulce, dominante y seductora a la vez? Él me carga y me estira sobre el sofá, Intento escapar, pero sé coloca rápidamente sobre mí. Su peso hace que me sea imposible moverme. —Mírame una vez más a los ojos, Paula. Su voz es tan profunda y penetrante, al hablarme en voz baja siento escalofríos. Logro soltar una mano y le doy una bofetada. Después Intento escapar, forcejeo con él. Él se acomoda un poco, por un momento pensé que me dejaría ir, pero me abre mis piernas y se coloca entre ellas, haciendo que mi falda se suba por completo. Saca algo del bolsillo de su pantalón. «¡Es una soga!». Él ata mis muñecas juntas y después las pasa sobre su cabeza. Ahora estamos cara a cara y no puedo tocarlo. Soy una maldita enferma, mi sexo está tan húmedo y palpitante. Siento su erección y lo único que nos separa es la tela de mis bragas y su pantalón. —Que asco, ¿ahora abusaras de mí? Sabía que no eras más que solo un poco hombre pervertido. Él no contesta, solo me mira. Intenta besarme, muevo rápidamente mi rostro hacia la derecha. No quiero ni siquiera verlo a los ojos. Él deja un beso húmedo en mi mejilla. —Paula, ¿cómo me haces sentir esto? ¿Por qué me torturas de esta manera? —Ahora resulta que la culpable soy yo. —Eres la culpable, por hacerme desearte tanto y ponérmela dura de tan solo pensar en ti. Me iré, pero antes quiero que hagas dos cosas; la primera es que me confirmes algo, la segunda es que me dejes llevarme tus bragas. —No te diré nada, el poco respeto como persona que te tenía lo acabas de mandar al carajo, Abel. Él sopla mi odio y no puedo evitar cerrar los ojos. Cada vello de mi piel, cada nervio de mi cuerpo, me están jugando sucio en este momento. —Mírame a los ojos y responde a mi pregunta. Aún continuo sin verlo a los ojos. —Entonces, si no quieres verme a los ojos, tendré que hacer esto. Él se mueve sobre mí. El roce hace que mis piernas tiemblen de placer. —Se siente tan delicioso, ¿verdad, linda? Estoy tan obsesionado contigo. Esto es extraño, ¿quién se obsesiona con alguien en tan solo cinco semanas? —¡Está bien! —lo miro a los ojos— ¡Te estoy viendo! Deja de moverte, ¡detente! Te daré mis bragas, ¿qué otra cosa quieres? Él se detiene y aún mis piernas tiemblan. —Solo dime si escuchaste ayer, prometo que me iré después de eso. —Sí, lo escuché, cuando estabas con esa mujer mencionaste mi nombre, ¡¿Feliz?! —¿Qué sentiste cuando lo escuchaste? ¿Te causo morbo escuchar que follada a la rubia pensando en ti? —No todas las personas somos degeneradas como tú. ¡Te dije lo que querías escuchar, suéltame y lárgate de mi casa! —Aún falta algo. Él saca mis bragas mientras observa mi intimidad. Las guarda en su bolsillo y después busca en mi bolso. —¿Qué haces, que más quieres? ¡Desata mis manos! —Tu número de celular, también guardaré el mío por si necesitas algo. —No me hagas reír, ¿qué podría necesitar de ti? Solo sirves para follar y nada más. Mientras guarda mi número veo la mancha de humedad que dejé en su pantalón color gris, siento mi corazón detenerse. Creo que no lo ha notado. —¡Listo! Ahora te quitaré la soga de las muñecas. Él me quita la soga y mis muñecas duelen un poco. Me siento y cierro rápidamente mis piernas. —Nos veremos después, hermosa. Aunque, como te lo dije antes, búscame cuando quieras y yo me largo de tu vida. —¡Vete antes de que te mate! No respondo, Abel. Él sale sin decir nada y cierra la puerta. Tengo una idea, le llamaré a la persona que nunca creí necesitar. Es tiempo que traté de dejar el pasado atrás, si ella me lo permite puedo vivir un tiempo con ella, lo único que necesito es alejarme de Abel para siempre o será mi perdición.
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